Ursula Castellanos Salvador
Ilustración Arbee Farid Antonio Chi
La Jornada Maya
18 de noviembre, 2015
El pie de la ventana de la casa habitación, donde tengo varios años de vivir, suelen estacionarse autobuses de pasajeros de muy variados orígenes, desde estudiantes, deportistas, turistas, hasta militares, policías federales y la misma gendarmería.
Los choferes de dichos autobuses suelen amenazar cuando se les pide mover un poco sus vehículos: “…traemos huéspedes al hotel…”, “…acá nos dijeron que nos podíamos quedar…”; en un par de ocasiones recientes dijeron: “…traemos federales…”, “…traemos armas…”; ”…no nos vamos a mover así le hable a quien le hable…”.
Acto seguido, hasta cuatro horas continuas de combustión, de olor y de ruido de motores que se mantienen encendidos para poder tener el aire acondicionado activo. Cuando nos va bien, sólo padecemos de 45 minutos a 2 horas seguidas. Todo lo anterior, al pie de mi ventana; una ventana austera de ligero cristal y de la cual el motor del autobús apenas guarda una distancia de 1 metro y 30 cms.
Mis familiares me dicen “no te expongas, déjalos, usa los tapones para los oídos” y observo como ellos, al tratar de calmar un poco la situación, entran en estado de ansiedad, de temblor, de nerviosismo, hasta que el motor por fin es apagado.
No hay fechas ni horarios. Puede suceder durante las 24 horas del día, literalmentel; ha habido ocasiones en que pasa de 10 pm a 2 am; de 3 am a 5 am; de 6 am a 9 am, así, impredeciblemente. Durante el día ¡ni se diga!, el sol y el calor propician el uso del clima de sus autobuses y que tengan el motor activo constantemente, los apagan sólo por pequeños intervalos; lo encienden de nuevo y el ruidal invade mi hogar.
Se han llegado a quedar hasta una semana completa estacionados en el mismo lugar, sobre todo los autobuses que traen personal de seguridad federal.
El respeto al derecho ajeno es la paz, pienso cada que los veo llegar con sus aparatos de protección, algunos o camiones francamente en muy mal estado; no siempre son autobuses nuevos, ¿saben el ruido que hacen esos motores viejos y la combustión contaminante que generan?
Los choferes pernoctan en los autobuses; hacen vida en ellos durante la estancia de los huéspedes del hotel. Lo choferes, generalmente no se hospedan ni tienen alguna opción alternativa. Están las 24 horas en sus autobuses. En los camiones comen, se asean, hacen sus necesidades y duermen.
En ocasiones, sobre la banqueta peatonal, de madrugadas se dan “un baño vaquero” y usan las botellas de pet para sus orines y la banqueta para sus heces.
¿Imaginan cómo queda el espacio público que corresponde a mi casa y a la de mis vecinos cuando ellos se van?, basura, olores y hasta llantas viejas de refacción han dejado. Al estar segura de que se fueron, salgo pacientemente a lavar y organizar para que el servicio de limpia del ayuntamiento tenga a bien llevarse cuando pase.
Ustedes tal vez pensarán: ¿por qué no se cambia de casa? y yo podré responder que mi economía por el momento no me lo ha permitido y pienso, ¿por qué tengo que ser yo la que deje su día a día, por qué dejar mi hogar?; ¿me tengo que aguantar y callar cuando he pagado mis impuestos que supuestamente son destinados para la atención ciudadana?
Cartas han ido y venido al ayuntamiento. En la pasada administración, con No. de recepción 002312 me ignoraron. En ésta administración, con No. de recepción 000531 vinieron a verificarlo pero coincidió que cuando vinieron en sus horarios de trabajo la última tanda de autobuses acababa de partir, después de 5 días continuos y me respondieron con oficio No. DDU/SUBJUR/DC/02/064/2015 que cuando se presente la siguiente tanda de autobuses y, atendiendo a su sugerencia, llamé a la policía estatal; me respondieron que no estaba en su área.
Volví a buscarlos con No. de recepción 001147 en el ayuntamiento y con sello de Oficialía de Partes de la Subdirección Jurídica de la Dirección de Desarrollo Urbano.
Sigo a la espera de alguna señal para saber a quién dirigirme. Pruebas claras y consistentes hay: registro en imágenes y videos que mis vecinos han tenido a bien tomar y darme, pidiéndome discreción, ya que temen alguna represalia. Yo también, a últimas fechas, he registrado parte de las acciones burdas y majaderas de los choferes; actitud de la que no está exento el mismo encargado del hotel El Cid que ni siquiera me permitió entrar al hotel.
En el pedir está el dar, citaba mi abuela y al menos de mi parte, no he faltado a las formas ni a la educación. Si recurro a medios de comunicación es porque francamente no he encontrado eco a ésta situación que día a día se incrementa más y más. Gracias por su atención.
Atte.
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