O muros o puentes

Texto: Eduardo del Buey
Foto: Ap
La Jornada Maya

Lunes 14 de noviembre, 2016

Durante su campaña, el presidente electo Trump soltó varias diatribas viscerales que tenían como blanco una amplia gama de temas. Entre otros, las mujeres, los afroamericanos, los mexicanos, los musulmanes.

En el momento en que escribo esto, manifestaciones anti-Trump han estallado en siete ciudades, contando con la participación de gente que se opone de manera vehemente a la victoria de Trump. El hecho de que Hillary Clinton haya logrado ganar el voto popular por un escaso margen, no ayuda a disminuir la rabia y la frustración que sienten sus seguidores. El miedo al racismo y al odio es real, y dicho encono continuará hasta bien entrado el mandato de Trump.

Por otra parte, los estudiantes blancos que apoyan a Trump en numerosas escuelas a lo largo de los Estados Unidos se manifestaron en contra de los latinos y otras minorías usando la victoria de Trump como una forma de dar validez a sus creencias racistas. Coreando el slogan “Construyan el muro”, dichos estudiantes provocan a sus homólogos latinos. Suásticas con el nombre de Trump están apareciendo en ciertas localidades, y esos prejuicios tanto audibles como visibles están alcanzando niveles insospechados.

El nuevo presidente debe ahora repudiar el racismo y el odio en todas sus formas, y trabajar para unir al país.

¿Puede hacerlo? ¿Lo hará?

Trump tiene ahora 66 días para decidir si va a seguir en la misma senda después de la toma de posesión, el próximo 20 de enero, o si va a intentar construir un puente entre él y sus oponentes.

El liderazgo consiste en construir consensos; en encontrar puntos en común; en alentar vínculos y diálogos, y en hacer concesiones para que todo mundo pueda levantarse de la mesa de negociaciones habiendo obtenido algo valioso. Como dijo Nelson Mandela, el liderazgo efectivo requiere de visión, humildad y amplitud de miras.

Aún contando con un Senado y una Cámara de Representantes republicanos, Trump tendrá que negociar, tanto con el Congreso como con el pueblo estadunidense. Lo que necesita hacer, si quiere tener una presidencia exitosa, es encontrar alternativas viables que funcionen para todos.

Lo anterior, es tan urgente en el escenario nacional como en el ámbito internacional.

Los mexicanos están seriamente preocupados acerca del impacto de la presidencia de Trump. La caída del peso es un indicador de cómo los mercados financieros globales están evaluando el impacto del discurso de odio contra México y de las políticas de inmigración y comercio relativas a dicho país, que estuvieron presentes en toda la campaña de Trump. México tiene que desarrollar e implementar en los Estados Unidos una campaña de diplomacia pública con bases comunitarias, para convencer a los estadounidenses de que comerciar con México e invertir en México crea empleos en los Estados Unidos.

Probablemente Canadá está un poco menos preocupado, ya que el Tratado de Libre Comercio original entre Canadá y EU (ratificado por ambos países en 1988) seguiría estando en vigor aunque Trump abrogara de manera unilateral el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

El mensaje público del primer ministro Trudeau acerca de la elección de Trump, enfatizó el hecho de que Canadá trabajará con los Estados Unidos para crear nuevas y mejores oportunidades para las clases media y baja de ambos países, además de subrayar que Canadá siempre ha logrado trabajar bien con las administraciones estadunidenses.

Tanto México como Canadá han dicho que cada país está dispuesto a discutir el TLCAN, quizá abriendo de este modo una puerta para que Trump pueda salir airoso del trance.

La canciller alemana Angela Merkel fue más incisiva en su mensaje. Dijo: “Alemania y los EU están conectados por los valores de la democracia, la libertad, y el respeto a la ley y a la dignidad del ser humano, independientemente de su origen, color de piel, religión, sexo, preferencias sexuales u opiniones políticas. Le ofrezco al próximo presidente de los Estados Unidos nuestra estrecha colaboración basada en estos valores.”

Los miembros de la OTAN están buscando que Trump les garantice que no reducirá los compromisos estadounidenses relativos a la mutua defensa. Pero los miembros de la OTAN también tendrán que abordar el tema de la abrumadora dependencia económica, de la organización respecto a los EUA, y encontrar la manera de aumentar sus contribuciones para que la OTAN sea más agradable a los ojos de la administración venidera. Los líderes de la ultraderecha europea, como la francesa Marine Le Pen y el holandés Geert Wilders, ven la elección de Trump como una convalidación de sus propios planes y objetivos xenófobos que se basan en el odio.

Sin embargo, y aún habiendo dicho lo anterior, el discurso de victoria de Trump la noche de la elección fue positivo, y constituye un notable intento de acercarse a todos aquellos que, después de muchos meses de vitriólicos enfrentamientos, están en desacuerdo con él. Trump felicitó calurosamente a
Hillary Clinton por su campaña y la describió como una digna oponente.

Lo anterior, bien puede haber sido un cambio hacia un Trump “presidencial”, algo que estuvo ausente a lo largo de su campaña.

Si Trump intenta enfrentarse a los problemas nacionales ofreciendo mejores soluciones y pretende crear compromisos y consensos con la comunidad internacional, de hecho podría implementar algunos de los cambios que prometió durante su campaña de una manera más razonada, considerada e incluyente.

Ciertamente, hay indicios de que Trump está recapacitando acerca de algunas de las promesas clave que hizo en campaña, tales como la de revocar el Obamacare. Puede que Trump esté aceptando que la prosa a la hora de gobernar es distinta de la que se emplea a la hora de hacer campaña. Si esto es así, podría mitigar de algún modo las crecientes demostraciones de racismo e intolerancia a las que su campaña ha dado rienda suelta.

Si Trump considera todo esto como un juego de suma cero y sigue avivando las hogueras del odio y la intolerancia, sólo logrará consolidar la división de los Estados Unidos durante mucho tiempo. Esto debilitará aún más las fibras de la sociedad estadunidense y descartará el tipo de consenso que los Estados Unidos necesitan de manera desesperada después de tantos años de estancamiento político. De actuar así, Trump habrá perdido una gran oportunidad de crear el tipo de conexiones y redes que podrían poner al partido republicano y a los Estados Unidos en un camino positivo para el siglo XXI.

¿Podrá Trump entender este momento histórico para construir ya sea muros o puentes?

Mérida, Yucatán