José Luis Legaspi Balderas
Foto: Elizabeth Himes Sicilia
La Jornada Maya
Viernes 28 de octubre, 2016
La personalidad del ser humano mexicano a través de los siglos ha sido singularmente adaptable a toda y cualquier circunstancia de vida, desde las formas naturales más excelsas a las más simples y comunes, o aquellas conductas grotescas inventadas para desahogar el coraje o frustración interior de observar a una clase de liderazgos sociales, económicos, culturales, educativos y del poder sumergidos en el Xibalba de la corrupción e impunidad.
La sociedad mexicana se ha contaminado del mal humor que expira y emanan los miembros de la clase política de todos los partidos, movimientos y grupos empresariales coludidos con un ejercicio del poder para procurarse riquezas y acumular fortunas inmensas que jamás se gastaran en vida, ni sus descendientes directos.
Ese apetito insaciable de gobernantes y socios es un virus del llamado nuevo orden mundial capaz de activar el lugar oculto de la avaricia y el odio a los semejantes.
Durante lustros los ciudadanos mexicanos hemos sido testigos pasivos de las histerias, vulgaridades, odios pasionales, debates estériles, comportamientos cínicos, engañosos, impunidades y corrupciones de la clase política.
Desde los cabildos y presidencias municipales hasta las altas esferas de los poderes, Judicial, Legislativo y Ejecutivo, Regidores, Diputados, Senadores, Presidentes, se acusan y comprueban mutuamente actos abominables de abuso del poder.
En tiempos de campañas políticas, estas se convierten en riñas loderas y propaganda negra, diatriba grotesca y pactos de alianza con el crimen organizado para obtener infinitud de recursos económicos destinados al mercenarismo del voto de la mendicidad comprometiendo un futuro sumergido en drogas, secuestros, asesinatos, robos e inseguridad pública.
Estos políticos se han convertido en bichos “dengue”, “chikungunya”, “abejas africanas”; han contaminado y enfermado a la ciudadanía del mal humor social a punto de convertirse en plaga o peste.
El antivirus es la universalidad del ser ciudadano mexicano; sofocarlos, desterrarlos y construir una nueva realidad desde las aguas profundas donde gobiernan los actuales señores del inframundo.
No es la primera y única vez que ha pasado, el pueblo con sus valores pro activos universales una vez más saldremos victoriosos gracias al ingenio del ciudadano cósmico universal.
Simple, lo que no es como yo, se tritura; y se vuelve a renacer como País prodigioso y de paz, lo que sí somos.
Así funciona el Universo, así accionamos aquí y ahora.El voto libre y soberano cuenta y cuenta mucho, por la independencia y renacimiento mexicano.
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