Carlos Meade
Imagen tomada de www.cop13.mx
La Jornada Maya
Jueves 27 de octubre, 2016
En diciembre de este año se llevará a cabo, en Cancún, la Decimotercera Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica (COP13 del CDB), cuyo objetivo primordial será definir y acordar acciones para la implementación del Plan Estratégico 2011-2020.
El tema central de esta propuesta, supuestamente impulsada por el gobierno mexicano, será “la integración de la conservación y el uso sustentable de la biodiversidad en los planes, programas y políticas sectoriales e intersectoriales con énfasis en los sectores agrícola, forestal, pesquero y turístico”.
Parece un despropósito que, mientras se prepara la realización de esta conferencia de alcance mundial, en la península de Yucatán se anuncien proyectos que apuntan en sentido opuesto: las plantaciones de palma aceitera o africana, monocultivos extensivos de una planta introducida, que implicará miles de hectáreas de selva devastadas y el uso de agrotóxicos letales para el suelo y para la salud humana; el permiso para la siembra de soya transgénica, que contaminará con su polen las plantas melíferas, lo que dará al traste con la producción de miel orgánica que los apicultores mayas exportan a Europa; el relanzamiento de Mundo Maya, una estrategia de integración regional a través de un modelo de turismo dizque cultural, estrategia fracasada desde sus inicios y la cual sólo impulsó el crecimiento de la hotelería depredadora en las costas de Quintana Roo.
Uno se pregunta con qué cara se presentará el gobierno mexicano en la próxima cumbre sobre biodiversidad. Si nos asomamos a otras regiones del país, las agresivas concesiones mineras, el desvío de ríos para favorecer la extracción del gas de lutita, el imparable y desordenado crecimiento de las urbes, son otras tantas manifestaciones de que la biodiversidad no es algo que preocupe particularmente a nuestro gobierno. Y, entre la ignorancia supina y el cinismo descarado, creo que es este último el que explica la actitud de las autoridades mexicanas.
En la página oficial de la COP13 leemos: “Esta integración implica que [b]la biodiversidad debe ser considerada parte del funcionamiento de los sectores productivos, los cuales buscarán reducir, evitar y mitigar impactos negativos[/b], así como generar efectos positivos en la biodiversidad y los servicios ecosistémicos. De esta manera se contribuye con el desarrollo sustentable y se asegura el suministro de servicios esenciales para el bienestar humano. La integración de la biodiversidad es el elemento clave para el cumplimiento de los objetivos del Convenio, el Plan Estratégico 2011-2020 y las Metas de Aichi”.
Uno se pregunta si se quieren adoptar estas políticas a partir de acciones en sentido contrario y recortando en 50 por ciento el presupuesto de la Semarnat, la Conanp y la Conafor; presupuesto que, de hecho, era ya insuficiente. Se sabe, por ejemplo, que la mayoría de las áreas protegidas naturales decretadas no cuentan con presupuesto, plan de manejo ni personal a cargo.
En el sector agrícola se propone “Promover el conocimiento, uso y aprovechamiento sustentable de los ecosistemas agrícolas; mejorar su productividad y diversificación; integrar incentivos positivos para la biodiversidad en la producción del campo y reducir la contaminación de origen agrícola.” ¿Cómo justificar, frente a este lineamiento, la siembra de palma africana y el cultivo de transgénicos?
En el sector turístico se establece “implementar prácticas de turismo sustentable, fomentar el turismo como estrategia de financiamiento para la conservación y uso sustentable de la biodiversidad y servicios ecosistémicos”. ¿Se puede cumplir con este mandato del Convenio apostando todo al turismo masivo de cruceros y sol y playa?
El Plan estratégico comprende las metas de Aichi, adoptadas en 2010. En ellas se plantea, entre otras cosas, que los valores de la diversidad biológica deben integrarse en las estrategias y los procesos de planificación del desarrollo; que se debe poner en práctica una estrategia y un plan de acción nacional en materia de diversidad biológica eficaz, participativo y actualizado; que se respetan los conocimientos, las innovaciones y las prácticas tradicionales de las comunidades indígenas y locales pertinentes para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica.
¿Estará México preparado y tendrán las autoridades la voluntad política para abordar los retos que plantea la COP13? Con una clase política interesada en usar del cargo para enriquecerse, con un sector empresarial ocupado en el saqueo, la explotación laboral y la evasión fiscal, con una ciudadanía despolitizada y desorganizada, no parece que estemos a la altura de esos retos.
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