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Eduardo Lliteras Sentíes
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Lunes 24 de octubre, 2016

En días pasados unos quince jefes de Estado, más de 150 ministros de vivienda, cientos de alcaldes de ciudades como París (Francia), Bogotá (Colombia) o Johannesburgo (Sudáfrica), así como representantes de gobiernos nacionales o locales y de organismos de la sociedad civil participaron en la conferencia Hábitat III en Quito, Ecuador, cuyo objetivo, según se dijo, es “adoptar una nueva agenda urbana para los próximos veinte años” que tenga por eje principal hacer a las urbes sostenibles a partir de la cultura: la cultura entendida “como recurso estratégico para la creación de ciudades más inclusivas, creativas y sostenibles.”

Se explicó, desde Quito, “el papel estratégico que desempeña la cultura, a través del patrimonio cultural y las industrias culturales y creativas, en la conquista del desarrollo urbano sostenible”.

Asimismo, se destacó el peso de las industrias creativas en la promoción de la cohesión social urbana y la diversidad cultural.

Se dijo que la “cultura tiene el poder de hacer las ciudades lugares más prósperos, seguros y sostenibles, según el Informe Mundial Cultura: Futuro Urbano” de la Unesco presentado en Quito.

El informe, se explicó, “demuestra que la aplicación de políticas de desarrollo que tienen en cuenta la protección y la promoción de la cultura y el patrimonio, tal y como preconizan las convenciones de la UNESCO, beneficia a las ciudades”.

Se advirtió que “la tendencia actual muestra que la urbanización del planeta continuará aumentando en escala y velocidad, en particular en África y Asia, las que en 2050 tendrán respectivamente un 54 y un 64 por ciento de población urbana”.

Además, según las proyecciones más recientes de la Unesco, “en 2030 habrá en el mundo 41 megaciudades con al menos diez millones de habitantes cada una”.

Se advirtió que esta “urbanización rápida y masiva puede exacerbar algunas problemáticas urbanas, dando lugar a más barrios marginales y menos acceso a los espacios públicos, así como a un mayor impacto medioambiental negativo”.

Asimismo, se dijo que las consecuencias potenciales de este proceso de urbanismo acelerado (como el que padece Mérida, por cierto) son el desempleo, la desigualdad, la discriminación y la violencia.

La Unesco afirma que entre “las principales recomendaciones del Informe figuran medidas encaminadas a: reconocer y promover la diversidad cultural de las ciudades, integrar la cultura en las estrategias para contrarrestar la violencia urbana, invertir para incluir la cultura en el planeamiento urbano e incluir el patrimonio cultural y la creatividad en el planteamiento urbano”.

Además, de impulsar la cultura como eje de cualquier desarrollo sostenible desde el interior de las mismas comunidades, Mérida debe comenzar a aplicar con seriedad una movilidad no exclusivamente basada en el auto, aprovechando la existencia de dinámicas culturales, por ejemplo, en las comisarías, basadas en las dos ruedas, en las bicicletas.

También, en algún momento en Mérida, y en Yucatán, las autoridades deberán comenzar a aplicar medidas para disminuir las emisiones de gases de invernadero y partículas contaminantes, conforme avanza el incremento del parque automovilístico y de camiones, el que no tiene freno, impulsado por un modelo de movilidad urbana y de crecimiento urbano que apuesta por la expansión a costa de los ecosistemas.

El incremento del uso del auto, y además, de los vehículos más grandes, que consumen más combustible y contaminan más, debe ser contrarrestado con impuestos e incentivar el uso de vehículos no contaminantes.

Más de 750 mil autos circulan en el Estado y se le suman cada mes miles más, por lo que más pronto que tarde las autoridades como la Seduma, la Secretaría de Seguridad Pública y el mismo Ayuntamiento de Mérida, deberán comenzar a aplicar programas para desincentivar el uso de los vehículos más contaminantes.

Por ejemplo, en la ciudad de Madrid, capital de España, el gobierno municipal comenzará a aplicar nuevas penalizaciones fiscales para los vehículos más contaminantes.
El plan que prevé el ayuntamiento madrileño es aprobar una reforma de las tarifas del Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) para que los coches que utilizan diésel y gasolina que contaminan más paguen una tarifa extra por estacionamiento. Un 50 por ciento superior a la de los autos clasificados como limpios o no contaminantes.

Esta medida para atajar la contaminación y los problemas que trae aparejados la salud y el medio ambiente, se pondrá en marcha a partir del 1 de junio de 2017. Además, se prevén recaudar hasta seis millones de euros más para las arcas municipales.

El plan del gobierno municipal forma parte de los estímulos para reducir el uso del coche privado en la capital española e irá acompañado de un incremento en las bonificaciones a los coches que produzcan menos emisiones contaminantes (NO2 y partículas en suspensión, fundamentalmente).

Mérida, Yucatán


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