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Texto y foto: Kalman Verebelyi
La Jornada Maya

Miércoles 12 de octubre, 2016

En este momento parece haber más incógnitas que certezas sobre la palma de aceite que habrá de transformar el paisaje del sur del estado. Las incertidumbres son porque, a menos de tres meses de terminar el presente ejercicio fiscal aún no se formaliza el convenio entre la Federación y el estado sobre el financiamiento de las 12 mil hectáreas con que arrancará el proyecto.

Hablamos de fuertes sumas: para la conversión de áreas subutilizadas a cultivo de palma de aceite se destinan 24 mil pesos por hectárea durante los primeros tres años, de los cuales el 50 por ciento corresponde al de inicio. Tampoco se ha concretado el esquema que FIRA propone, que en un principio otorgaría un tiempo de gracia de tres años sobre los intereses generados.

Los meses que faltan probablemente sean suficientes para realizar los trámites para que el dinero de la Federación no se pierda, y en diciembre-enero se empezará la adecuación del terreno. Hace falta señalar que antes de que las plantas sean sembradas en el campo, pasan nueve meses en el vivero, desde su germinación hasta que son aptas para soportar las inclemencias del clima.

El requerimiento de arbolitos por hectárea es de 143, que multiplicado por las 12 mil hectáreas nos dan una cantidad considerable y no se conoce si existe tal cantidad en los viveros o habrá que importar semillas para su germinación. (Entre paréntesis: el costo de la semilla germinada es de un dólar, una planta lista para su siembra cuesta mucho más.) A esto último se suma el problema de que aún no se destinan las áreas de los viveros en Campeche y una dificultad aun mayor: no se cuenta con los técnicos capacitados para su adecuado cuidado.

El agrónomo Juan Magaña Benítez, presidente del gremio de Campeche, es optimista a pesar de las incertidumbres y se le ve entusiasta después de su viaje de estudio realizado a Colombia.

“Tendremos que cambiar la mentalidad de los campesinos, lograr que no consideren la palma como algo forestal sino agrícola, que la ejecución del proyecto va ser diferente al acostumbrado al pasado, cuando se entregaban las plantas salidas del vivero y la gente del campo lo sembraba como se le antojaba. La palma de aceite va a marcar el comienzo del cultivo con la utilización de la ciencia, se hará en forma, y esto nos lo exige el gobernador también”, dice Juan Magaña Benítez, quien durante ocho días con líderes de doce Sociedades de Producción Rural, de Escárcega y Candelaria, aprendieron qué se requiere para la producción de la palma de aceite.

“Ellos nos llevan 40 años de ventaja, tienen una estructura que valdría la pena introducir. Existe una fuerte vinculación entre producción, extracción e investigación, y en todos ellos participan los campesinos, los hacendados. En la extracción los productores son accionistas de la industria, hecho que los incentiva a optimizar el cultivo, y la investigación es financiada entre los productores y los industriales.

“La idea es comenzar a sembrar este año 12 mil hectáreas de palma de aceite en nueve Sociedades de Producción Rural ubicadas en los municipios de Candelaria y Escárcega con la variedad Guinensis, que es una cruza de palma africana con brasileña. Existe también palma de aceite híbrida cuya producción es mayor, pero el problema con ésta es la polinización, y en Campeche no contamos con esta tecnología. Es por ello que en primera instancia se va a sembrar la variedad de autopolinización, que sólo en el crecimiento anual difiere de los híbridos. El Guinensis crece hasta medio metro por año, el otro apenas 20 centímetros. Esto a la hora de la cosecha es un factor para tomar en consideración, porque mientras más alto esté la fruta, se requiere de mayor esfuerzo para su recolección.

“En este viaje de ocho días que una delegación campechana realizó a Colombia, nos hemos podido dar cuenta de que la siembra de la palma de aceite es una ciencia como cualquier otro producto del campo. Colombia tiene una experiencia de 40 años y ha tenido logros importantes que lo ubican en la vanguardia mundial. Nosotros apenas estamos comenzando, y la determinación de las autoridades gubernamentales es hacerlo bien, con bases científicas.

“En Colombia aprendimos que para tener los resultados adecuados es menester tomar en cuenta muchos factores. Hace falta realizar un análisis minucioso del suelo para saber cuánto tiene de potasio, de nitrógeno y otros, cómo lograr el Ph óptimo. Hay que tener en cuenta las horas de sol, la precipitación. En la zona donde en Campeche se sembrará la palma la precipitación está cerca de la cantidad requerida, habrá que contar con un riego auxiliar”.

La producción de la palma en Colombia se asienta en tres pilares fundamentales. El uno es Cenipalma, un centro de investigación privado que apoya a los productores con la experimentación de nuevas variedades, con el control de plagas, que depende de una cuota anual por parte de los productores para su funcionamiento. El otro pilar es la industria extractora y finalmente están los productores, que poseen entre 600 y mil 200 hectáreas. En Colombia la superficie sembrada es de 450 mil hectáreas y para el procesamiento del producto existen 75 extractoras, en promedio por cada siete mil 500 hectáreas hay una unidad de extracción de una capacidad que varía entre los diez y los 40 toneladas por hora.

La tecnología de extracción del aceite es sencilla, sin embargo hace falta tomar en cuenta que existen unas enzimas que a unas horas después de haberse cortado los racimos empiezan a actuar, disminuyendo la calidad del aceite. Por ello es importante que entre la cosecha y la extracción no pasen más de 24 horas. Según cálculos preliminares habrá que construir dos plantas extractoras con una capacidad de 10 toneladas por hora. Habrá que encontrar el lugar estratégico para no perjudicar a ninguno de los productores. La construcción de las plantas deberá comenzar a finales de 2017 o principios de 2018.

Hace falta señalar que en la actualidad ya existen 20 mil hectáreas de palma de aceite en el estado. Están en manos de la iniciativa privada, principalmente de origen costarricense y guatemalteco, y “si al sector privado le conviene invertir en un producto, esto nos dice que es redituable, que se gana dinero con la palma”, opina Magaña.

Las palabras del agrónomo me inducen dudas de por qué apresurarse con la siembra si aún no se tiene el conocimiento requerido, pero cuando entra a explicar la financiación, se entiende la prisa. “El gobierno federal otorga el dinero, unos 25 mil pesos por hectárea por tratarse de un cultivo nuevo y si no queremos perder estos fondos, tenemos que sembrar lo antes posible, porque por los recortes presupuestales es incierto qué trae el año entrante”.

San Francisco de Campeche, Campeche.


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