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Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: Notimex
La Jornada Maya

Lunes 3 de octubre, 2016

“Escuche a su gente, señor presidente. Los ojos del mundo lo están observando”
—Roger Waters, en carta dirigida a Enrique Peña Nieto.

El viernes, un helicóptero aterrizó en Alacranes. Lo hizo en una zona prohibida, poniendo en riesgo la flora y la fauna del lugar. También puso en peligro a otras embarcaciones y a sus tripulantes. Hasta ahí transportó a varios pasajeros, que bajaron y se subieron a un yate. Según distintas versiones publicadas ayer, entre los pasajeros de la aeronave se encontraban los anfitriones, un empresario y un senador yucatecos, y sus invitados, dos altos funcionarios federales, de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. No es algo extraño, me señalan. Lo inusual fue que alguien grabó la escena.

Así se hacen los negocios en México. Sólo se requiere un padrino para poner en marcha una millonaria inversión, ya sea una fábrica de cervezas, una concesión en un puerto, una planta de almacenamiento de combustible… Las posibilidades son infinitas; sólo se requiere un poco de imaginación y de muchas, muchísimas “atenciones” —invitaciones a jugar golf, pescas, moches… ¿Se violaron reglamentos, en este caso medioambientales? ¡No importa! El senador, quien avaló esas normas, puede romperlas. El delegado, al fin y al cabo, es también amigo suyo. Las leyes son para los jodidos, no para ellos.

Integrantes de la vieja guardia, de la política rupestre, no les importó que los vieran. Al contrario, querían que así fuera; exhibicionistas de poder, lujo e impunidad. Es precisamente ese cínico lucimiento lo que indigna, lo que hace chirriar los dientes. Un gen que comparten, por ejemplo, con Kim Kardashian o Donald Trump, que los blinda de la decencia y el decoro. El triste lastre del bistec. Y lanzo esta piedra cuando aún provocan arcadas las palabras que pronunció Peña Nieto la semana pasada, cuando visitó la sede del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) para inaugurar la Semana Nacional de Transparencia. Ahí balbució esta bíblica mamarrachada: “Porque este tema que tanto lacera, la corrupción, lo está en todos los órdenes de la sociedad y en todos los ámbitos. No hay alguien que pueda atreverse a arrojar la primera piedra”. Una nueva concepción de su obtusa forma de ver a la corrupción, que en 2014 consideró un “problema cultural”.

Pero, ¿cómo podrá el presidente Peña Nieto llamarle la atención a Lord Alacranes si ayer mismo se dio a conocer que sus familiares y amigos viajan con él en giras internacionales? Según una nueva investigación del equipo que develó el caso de La Casa Blanca de Angélica Rivera, “Peña Nieto echa mano del avión presidencial para viajar con hijos, hermanos, cuñados y hasta amigos a los principales destinos del mundo, como Francia, Turquía, Italia, Rusia o China”. Según documentos oficiales, “el antiguo y nuevo avión presidencial, ambos identificados con la matrícula TP01, ha hecho 32 giras internacionales en la primera mitad de la presidencia de Enrique Peña Nieto, de acuerdo con las bitácoras de enero de 2013 a abril de 2016. La esposa del mandatario, la actriz Angélica Rivera, lo ha acompañado en 17 ocasiones.

“Los seis hijos de esa familia han viajado en nueve giras presidenciales, aunque no siempre juntos: a Italia, Rusia y Turquía en 2013; Suiza, Portugal-Vaticano-España y Nueva York, en 2014; Reino Unido y Francia en el 2015; y Arabia Saudita-Emiratos Árabes-Kuwait-Qatar-Suiza en este 2016. La hermana de Angélica, Maritza Rivera, se ha subido siete veces al avión presidencial: en la giras China-Japón, Indonesia y Turquía de 2013; y las de Suiza, Cuba, Colombia y Nueva York de 2014. La otra hermana de Angélica, Elisa Guadalupe Rivera, fue una de las pasajeras en la gira China-Australia en 2014 y en la de Reino Unido de 2015.

“Los hermanos del Presidente también se han subido al avión presidencial para viajar al extranjero. En la gira de 2014 a Portugal-Vaticano-España, viajaron en el avión presidencial Arturo Peña Nieto, hermano del presidente, y Adriana Rivera, la otra hermana de la primera dama. Ana Cecilia Peña Nieto fue a Reino Unido y a Francia, en 2015”. Es por eso que resultaría imposible a Peña Nieto lanzar ninguna piedra. Como bumerán, le regresaría y se le estamparía en el rostro.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo seguiremos siendo testigos de esos excesos? ¿Hasta cuándo estas manifestaciones más tribales del poder —político y económico— quedarán impunes? ¿Hasta cuándo seguirán riéndose en nuestra cara? El alto no lo pondrá Peña Nieto. Ya lo vimos. El hasta aquí tiene que venir de nosotros, de nuestras vísceras y de nuestro cerebro. Hasta que escribamos sin miedo los nombres de los políticos que aterrizaron en Alacranes. Hasta que dejemos de votar por sus hijos. Hasta que digamos ¡basta!


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