8am

Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: National Geographic
La Jornada Maya

Lunes 29 de agosto, 2016

En lo más crudo del invierno, una manada de lobos huye de la fría muerte. Son veinticinco y marchan en fila india. La escena fue captada por un equipo de la BBC, dirigido por Chadden Hunter, en el Parque Nacional Wood Buffalo, en Alberta. Estaba grabando escenas para el documental [i]Frozen Planet[/i].

Esta imagen se popularizó en las redes sociales, en donde se explicaba que los primeros tres lobos de la fila son los viejos o enfermos, quienes dan el ritmo a toda la manada. Si fuera al revés, se apuntaba, serían dejados atrás, perdiendo el contacto con la manada. Le siguen los cinco animales más fuertes, en la línea del frente.

En el centro está el resto de los integrantes de la manada. El último, ee que está al final, solo, es el alfa. Él controla al grupo desde la retaguardia. En esa posición puede verlo todo, decidir la dirección. Él ve a todos los de la manada. La manada se mueve según el ritmo de los ancianos, ayudándose el uno al otro y cuidándose el uno al otro. Bajo la vigilancia del líder.

Con un mayor rigor científico se ha estudiado el comportamiento de los lobos del parque natural de Yellowstone, en Estados Unidos. Ahí, esta especie fue exterminada por el mayor depredador de la naturaleza: el hombre, nosotros. La ausencia de los lobos trastocó todo el ecosistema de la zona, ya que provocó un exceso de alces y ciervos, que deforestaron el lugar. En 1994, para intentar restablecer el equilibrio, treinta lobos del valle del Mackenzie de Canadá se reintrodujeron en el parque.

Estos animales y su descendencia han sido los más estudiados en la historia, desmontando la oscura mitología que durante años arropó a esta especie. De esos treinta pioneros, uno se convirtió en leyenda: el Veintiuno. Carl Safina, catedrático de naturaleza y humanidad en la Universidad Stony Brook, escribió un libro titulado [i]Beyond Words; What Animals Think and Feel[/i]. En esta obra, que será publicada en español a finales de 2017 o principios de 2018, le dedica todo un capítulo a este estupendo ejemplar.

Por [i]Beyond Words[/i]; [i]What Animals Think and Feel[/i], Sarina ha sido comparado por [i]The New York Review of Books [/i]con Charles Darwin o Richard Dawkins “por la forma en que transforma nuestra mirada sobre el mundo en el que vivimos, en este caso, sobre los otros animales”.Este científico entrevistó a Rick McIntyre, un guardia forestal del Parque Nacional de Yellowstone. Para él, “si alguna vez ha existido un lobo perfecto, ese era Veintiuno. Era como un personaje de ficción”. En el segundo capítulo de [i]Beyond Words; What Animals Think and Feel[/i], titulado “El aullido”, el guardabosques recuerda que “dos veces vi a Veintiuno enfrentarse a seis lobos de un grupo rival que atacaron... y los hizo huir a todos. Yo me decía: ‘Un lobo no puede hacer lo que estoy viéndole hacer a éste’. Observarlo era como ver a Bruce Lee luchando”.

Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue que nunca mató a sus rivales. Sarina contextualiza y señala que “las luchas territoriales de los lobos se parecen a las guerras tribales humanas. Los lobos suelen atacar a los alfa del grupo rival, aparentemente sabedores de que si logran derrotar o matar a los líderes con experiencia, la victoria será suya”. Veintiuno nunca perdió un combate y nunca mató a su rival.

Así, este animal confirmó que el estatus de líder poco tiene que ver con la violencia. En su especie y en la nuestra. Hombres de hierro despiadados como Hitler, Stalin o Mao son desplazados en la historia por guerreros pacíficos que alcanzan una condición superior, como Ghandi, King y Mandela. Muhammad Ali, ejemplifica Sarina, “era un boxeador que hacía del combate todo un ritual, hablaba de paz y se negó a ir a la guerra. Su negativa le costó millones de dólares y su título de campeón de los pesos pesados, pero, al negarse a matar, su estatus creció hasta un nivel nunca visto”.

No sólo se trataba de algo parecido a la compasión lo que movía a Veintiuno. Se relata el caso de otro lobo del parque, un errante donjuán que incluso motivó a los científicos que estudiaban a los lobos en Yellowstone a hacer a un lado los números con los que bautizaban a los lobos y llamarlo Casanova. “Era increíblemente hermoso, tenía una gran personalidad, siempre estaba haciendo algo interesante. La mejor palabra para definirlo es carisma”, describe el guardabosques entrevistado por Sarina. “Las lobas se alegraban de aparearse con él. La gente lo adoraba. Las mujeres se fijaban en él (no querían que nadie dijese nada malo sobre él). Su irresponsabilidad y su infidelidad... eso daba igual”.

Casanova, sin embargo, se metió con quien no debía: las hijas de Veintiuno. Éste lo descubrió y lo atacó; lo secundaron sus generales. Casanova era grande, pero no hábil en la lucha. Cuando sólo faltaba que Veintiuno diera el último mordisco, se frenó.

Los demás, relata Farina, miraban a Veintiuno como diciendo: ¿Por qué se ha quedado quieto papá? Casanova dio un salto... y escapó corriendo. Este lobo siguió siendo un dolor de cabeza para el patriarca, que al final murió de viejo, rodeado de una mítica áurea. Casanova, entonces, se unió a la manada huérfana de Veintiuno y se convirtió en un modelo de macho alfa responsable. Aunque reacio como su antecesor a los combates, falleció en uno, no sin antes salvar a sus compañeros, entre ellos nietos y bisnietos de Veintiuno.

¿El hombre es el lobo del hombre?, repito. Ojalá sí, después de conocer la historia de Veintiuno. Días de informes, de presentación de resultados; jornadas de análisis, de cortes de caja. Para ellos y para nosotros. Como integrantes de una sociedad, ¿nos sentimos protegidos por nuestros líderes? ¿Muestran ellos misericordia con sus rivales? ¿Preparan en sus valores o principios a sus sucesores? Nos vanagloriamos en ser los reyes de la naturaleza, pero la simple observación nos muestra lo contrario. Los lobos, en esta ocasión, nos dan lecciones de liderazgo y de responsabilidad, de solidaridad y de misericordia. En muchas ocasiones, las bestias somos nosotros.

[b]Mérida, Yucatán[/b]
[b][email protected][/b]