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Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: [i]Terreno de Juego[/i]
La Jornada Maya

Viernes 19 de agosto, 2016

Hay dos encuentros que recuerda de manera especial el judoka Iván Ramírez Medel. El primero se remonta a 2006, contra el hidalguense Ulises Ortega Marcial. Ambos competían en la Olimpiada Nacional. En ediciones pasadas, Iván había obtenido el bronce y la plata. Ese año, consideraba, le tocaba el oro. Y así se lo anunció al campeón Ulises Ortega. En su cara. Él se rió y le respondió: Veremos. El encuentro generó expectativas, movió el avispero de las pasiones; las delegaciones de Yucatán e Hidalgo se congregaron alrededor de sus deportistas. En los últimos cincuenta segundos, cuando el encuentro pintaba mal para Iván, desde la lona del tatami vio a su entrenador Reydel Alonso y a sus compañeros, y cumplió su promesa: “Me levanté y en la primera oportunidad ataqué a Ulises de una manera tan fuerte que lo elevé completamente, llevándolo de un extremo del área a otro, derribándolo y ganando el combate”, relata.

El segundo fue en 2013, en Sinaloa. Ahí se enfrentó a Carlos Alonso, de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Contra él ya había perdido. “Esta vez no”, se dijo Iván. Se aplicó a fondo, poniendo en práctica años de entrenamiento y técnica, y logró su objetivo. Mucho más cerebro que corazón. Más que la época, lo que recuerda de este combate fue que representó el primer oro que se ganó representando a la Universidad Marista de Mérida. “Fui plenamente feliz”. Todos los oponentes a los que se enfrentó Iván le llevaban entre quince y veinte centímetros. Todos. Y eso, en judo, significa muchísimo. Sin embargo, nunca se sintió más inquieto, más inseguro que cuando acudió a una cita que le cambió la vida.

Ese encuentro fue hace años, con el rector de la Marista, Miguel Ángel Baquedano Pérez. Iván llegó un sábado, al mediodía, y esperó al académico afuera de su despacho. Ahí lo recibió el rector, quien escuchó a ese joven a quien veía por primera vez. Iván le mostró las medallas que hasta entonces había obtenido, y le dijo al rector que quería estudiar una licenciatura, pero que no tenía los recursos para hacerlos. El rector Baquedano Pérez le explicó la filosofía de la Universidad Marista, “una universidad para todos”, en donde casi cinco de cada diez alumnos reciben algún tipo de apoyo económico. Le preguntó unos datos más sobre su trayectoria deportiva y su desempeño en preparatoria, y le prometió estudiar su caso. Al despedirse, Iván estaba seguro que estudiaría en esa institución de educación superior. Y así lo hizo. En esa universidad cursó la licenciatura de diseño de interiores, y ahora se prepara para inscribirse a la maestría en administración en empresas constructoras.

En un boletín enviado por la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte hace dos años, se recordaba que Iván no contaba con los suficientes medios para costear sus estudios. La panadería “Juanito”, propiedad de sus padres Juan Ramírez y María Elena Medel, ubicada en una de las zonas con mayor marginación del sur de Mérida, sólo daba para los gastos básicos. La Universidad Marista le dio la oportunidad para continuar con su preparación y así poder ayudar a sus padres. Cuando Iván recibió la noticia de que obtuvo la beca para estudiar su carrera, le prometió al rector Baquedano que la primera medalla de oro que obtuviera en la universiada se la dedicaría a él. La primera presea dorada llegó al segundo año de su carrera; llorando de emoción, al bajar del pódium, se comunicó con el rector para agradecerle la oportunidad. “Al contrario, Iván”, le contestó el rector, “yo te agradezco. Tus compañeros te agradecen. Tu universidad te agradece”. Entonces y ahora, durante su formación universitaria, Iván cosechó numerosas medallas. En toda su trayectoria, éstas suman 100, obtenidas en torneos estatales, regionales, nacionales e internacionales.

Iván compitió en la categoría 66 kilogramos Primera Fuerza durante una década, la más intensa de su carrera deportiva. Ahí representó a Yucatán, a México y, por supuesto, a su alma máter. Incluso, después de graduarse, Iván continúa vinculado al equipo de judo marista, del que él fue bujía, alma. “Más que un equipo, éramos como una familia”, recuerda. Y efectivamente. Una familia temida, el rival a vencer en las últimas universiadas. Unos venados que rugen como leones.

De las 100 medallas de Iván, 20 son de oro. Fue tercer lugar en la categoría juvenil representando a México en los juegos Codicader, en El Salvador en el 2005, y medallista de bronce en el campeonato centroamericano en individual y por equipos, en el 2009, en Guatemala. En 2008 fue campeón del Torneo Internacional Benito Juárez García, que se realizó en Mérida, y en 2009 clasificó al Mundial Juvenil a realizarse en Francia. Su trayectoria deportista universitaria fue de 2011 a 2014. En ésta fue campeón estatal y regional durante todos esos años. A nivel nacional, en 2011 fue segundo lugar, en 2012, segundo lugar y quinto por equipos; en 2013, campeón y segundo por equipos.

Medalla de oro en la vida. Actualmente, Iván administra un estudio de arquitectura y diseño que se dedica a la remodelación y venta de casas en el Centro Histórico. El nombre del estudio es TallerMid51, y está a cargo del ingeniero Jorge Omar Fuentes Zárate. Iván diseña además desde interiores hasta mobiliario. “Hoy por hoy”, confiesa, “me siento muy feliz y contento con el trabajo que realizo y también muy agradecido y comprometido con la confianza que Omar ha depositado en mí”. Hoy día participa también de la asociación Yucateca de Judo A.C.; es desde hace dos años vicepresidente. “Hemos obtenido buenos resultados, de la mano con el IDEY; creamos ligas infantiles e incrementamos la presencia de esta disciplina en el estado; aportamos 15 medallas en las olimpiadas Nacional y Nacional Juvenil, un logro histórico”.

[i]¿Vale o no la pena apostar por el deporte y los deportistas? En estos días en los que los atletas mexicanos están en la mira de la opinión pública, es necesario conocer la historia de Iván, una de muchas, que demuestran que el deporte cambia personas, familias, universidades. El deporte le abrió las puertas a este judoka, como a otros cientos de deportistas. No se las cerremos nosotros. Que no se las cierren las instituciones.[/i]

[b]Mérida, Yucatán[/b]
[b][email protected][/b]


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