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Eugenio Fernández Vázquez
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Martes 16 de agosto, 2016

En enero de este año comenzó oficialmente la implementación de la Agenda para el Desarrollo Sustentable de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un documento al que se han sumado prácticamente todos los países del mundo y que se votó en la Asamblea General del organismo en otoño pasado. Como parte de esa agenda se plantearon 17 objetivos que desmenuzan los retos del desarrollo en metas concretas sobre salud, educación, desigualdad, conservación de la biodiversidad y de los recursos naturales, crecimiento económico y acceso a servicios básicos. Para saber de qué tamaño es la tarea que tenemos enfrente, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, presentó el primer reporte sobre el estado del planeta respecto de cada uno de esos objetivos, y México, aunque lejos del final de la tabla, no tiene una posición demasiado halagüeña.

Un grupo de expertos en desarrollo, vinculados con el impulso a la Agenda, generó un índice que combina el desempeño en los indicadores que miden el avance hacia los objetivos y, según el ranking que generaron, México ocupa el lugar 56 a nivel mundial, detrás de Europa, el Cáucaso y varios países de Oceanía, además de Chile, Argentina, Brasil y Uruguay. Pero la posición de México no se mantiene en todos los niveles por igual.

Si se compara con los países de su rango, según el índice, hay indicadores en los que sobresale, y no siempre para bien. En lo que se refiere a salud, por ejemplo, de entre los países comparables por su grado de desarrollo, sólo Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda tienen una población más obesa que la mexicana. Lo mismo pasa en pobreza: de entre los integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, sólo Israel le gana en porcentaje de pobres extremos –en México casi el tres por ciento de la población vive con menos de dos dólares al día.

Hay otros en los que el país tiene una posición contradictoria. En materia de energía, por ejemplo, México ha dado grandes pasos hacia la producción renovable. Los datos más recientes indican que el 28 por ciento de la capacidad instalada para producir energía no necesita quemar combustibles fósiles. Eso colocaría al país en mejor posición que Dinamarca o Chile, y muy cerca de punteros como Austria, Suecia o Nueva Zelanda. Paradójicamente, el resto de la infraestructura eléctrica en el país es muy deficiente, de forma que en América Latina sólo Bolivia y Ecuador emiten más toneladas de dióxido de carbono por terawatt de energía producida que nuestro país.

Los objetivos de desarrollo sustentable y los indicadores desarrollados para su monitoreo incluyen también aspectos sobre desempeño económico –infraestructura instalada, innovación y crecimiento, calidad de los empleos–, sobre la distribución de la riqueza y la igualdad de género, sobre contaminación y manejo de residuos, conservación de los ecosistemas y paz y justicia. En casi todas, México está en el primer tercio del mundo, y entre los más avanzados de América Latina, pero casi siempre a la saga de los más grandes.

Así, el país está entre los que menos analfabetas tienen, pero detrás de Chile, Argentina, Uruguay y Costa Rica, y empatado con Brasil. Es el tercer lugar del continente en médicos por habitante, pero su esperanza de vida sana es más baja que la de los tres países del cono sur y la misma que Colombia, Brasil, Panamá y Perú. En cambio, está por debajo de Nicaragua, Bolivia y hasta el Salvador en porcentaje de población vacunada, lo que habla del deterioro de los servicios de salud nacionales –México fue puntero en vacunación masiva en el mundo en desarrollo, aunque hoy se note poco.

Por otra parte, es de destacar que sólo Bolivia le gana a México en representación de las mujeres en el parlamento –42 por ciento de las curules del Congreso de la Unión de México son ocupadas por mujeres, lo que pone al país entre los más paritarios del planeta. Con todo, el país sigue muy atrás en términos de igualdad de género en general, y por cada dos hombres que trabajan hay solamente una mujer en la fuerza laboral.

En temas ambientales, México es el que más se arriesga en su manejo del agua, pues cada año extrae el 17 por ciento del agua de sus reservas, mientras que casi ninguno extrae más del tres por ciento. Esto coloca al país entre los más vulnerables ante el cambio climático, que traerá fuertes sequías que sólo se pueden enfrentar con reservas hídricas bien cuidadas. En cambio, nadie supera a México en términos de áreas marinas protegidas –casi 60 por ciento de los sitios marinos de importancia biológica están bajo alguna categoría de protección. Hasta dónde esa protección va más allá del papel, sin embargo, es dudoso, ya que ningún país del continente tiene más especies en peligro de extinción.

El mundo, y cada uno de los países en los que se reparte, pueden encontrar en los Objetivos de Desarrollo Sustentable algo más que una oportunidad para reunirse en la arena internacional. Los Objetivos se traducen en metas específicas y se miden en indicadores muy claros; por ello, permiten orientar el trabajo y guiar las políticas públicas que se integran.

México tiene en los objetivos de Desarrollo Sustentable, y en los indicadores que se han desarrollado, una guía para mejorar la calidad de vida de todos y construir un futuro mejor. Sin embargo, salvo excepciones, los gobiernos de los tres órdenes han elegido pasarlas de largo. El país no tiene una agenda en materia de desarrollo sustentable, y lo que hay son compromisos dispersos, que no se atienden de lleno.

Es el caso, por ejemplo, de los esfuerzos contra el hambre. A principios de este sexenio se anunció con bombo y platillo una Cruzada Nacional contra este mal. Sin embargo, a más de tres años de iniciado el sexenio la Auditoría Superior de la Federación estimó que tiene deficiencias serias de diseño y graves problemas de focalización, además de las constantes denuncias sobre su uso político o clientelar.

En otras ocasiones, el gobierno ha evitado ir al fondo de los problemas y ha buscado simplemente mejorar el indicador. Hay una razón por la que México parece estar tan avanzado en áreas protegidas marinas en un momento en que la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas navega sin rumbo ni presupuesto. A diferencia del territorio seco, donde todo tiene dueño y haría falta invertir mucho para vigilar que se cumpla la ley y para trabajar con los habitantes de las nuevas reservas, en el mar no vive nadie, y es muy fácil decretar enormes extensiones sin grandes consecuencias ni buenas ni malas.

Si el país quiere desarrollarse, ahí está la guía. Ahora falta tomarse en serio la tarea.

[b]Mérida, Yucatán[/b]
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