Reporte 8 AM

Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: Salvador Melendez/Ap
La Jornada Maya

Lunes 15 de agosto, 2016

Me lo contó un primo de un amigo. Le pasó a la amiga de una comadre de mi suegra. Lo leí en un portal de noticias. Me llegó por mensaje. Lo escuché en una reunión de compañeros de trabajo. ¿Puede una sustancia quitarte la voluntad? ¿Existe alguna droga que, por contacto, te convierta en zombi? ¿Me pueden obligar a hacer algo en contra de mi voluntad, sin amenazas de por medio? Hace algunos días, en Mérida, comenzó a circular un audio en el que se advertía de una nueva modalidad de crimen, que consistía en hacerte leer un papel impregnado con una sustancia, misma que te “robaba la identidad”.

La víctima que narraba lo anterior, señalaba que se había quedado sin voluntad, y que obedecía como un zombi a las personas que momentos antes le habían pedido que leyera ese ponzoñoso papel. ¿Estamos ante una nueva leyenda urbana? El audio se viralizó, principalmente por grupos de WhatsApp, obligando incluso a la Fiscalía a emitir un comunicado sobre el caso. La dependencia sostuvo que, al momento, no se tenían registros de ese tipo de actos delictivos.

Hace algunos años me reclutaron para el rediseño de un periódico en Sudamérica, específicamente en Ecuador. El medio se llamaba [i]Expreso[/i], y era parte del corporativo Granasa, que también editaba el popular [i]Extra[/i], que era el de mayor tiraje en esa nación equinoccial —llegaba a la costa, a los Andes, al Amazonas…—, y se centraba en noticias de espectáculos y en crónica roja. Todas las semanas ahí se consignaba de una nueva víctima de un grupo de mujeres, a las que denominaba las [i]dulces sueños[/i]. Estas mujeres eran asiduas a centros nocturnos, oscuros congales, donde le hacían creer a ingenuos comensales que las conquistaban. Ya en la intimidad, las mujeres les daban una sustancia a los casanovas, y los despojaban de sus pertenencias. Obviamente, pocos denunciaban. Pero aún así, era una práctica habitual en el bajo mundo de Guayaquil.

Fue la primera vez que escuché sobre casos así. El único antecedente similar en mi archivo fue el que sufrieron los luchadores [i]La Parkita[/i] y [i]Espectrito[/i], víctimas mortales en 2009 de la banda criminal conocida como Las Goteras, en la Ciudad de México. Ellas, sin embargo, utilizaron gotas oftalmológicas mezcladas con alguna bebida alcohólica para noquear a sus conquistas. La complexión de estos pequeños luchadores, sin embargo, fue algo que no tuvieron en cuenta sus asesinas, que utilizaron dosis para personas de estatura normal. [i]La Parkita[/i] y [i]Espectrito[/i] se durmieron eternamente.

Antes de las [i]dulces sueños[/i], en Colombia y en Brasil se registraron casos de víctimas de la burundanga, como se le conoce a la escapolamina, un alcaloide que actúa sobre las zonas del cerebro que se relacionan con la memoria y la cognición. Ahí, la burunganda está relacionada igual con delitos sexuales: unas cuantas gotas de esta sustancia en la copa de una mujer bastan para esfumar sus prejuicios y voluntad. Un efecto distinto a otra leyenda urbana, la yumbina, que supuestamente sobreexcita a quien la consume. También se han publicado casos de víctimas de la escapolamina que recorren, junto con los criminales, cajeros hasta vaciar sus cuentas.

La burundanga está íntimamente ligada a mafias sudamericanas. En los medios españoles, durante los años de las últimas grandes migraciones de colombianos a Europa, se reportaron varios casos de “sumisiones químicas” que se saldaron en violaciones o en secuestros exprés. Como en sus antecedentes, hubo pocas denuncias, y cuando hubo, fue muy difícil confirmar las versiones de las víctimas, ya que estas drogas desaparecen rápidamente del organismo y son difíciles de detectar en análisis.

Con estos antecedentes concluyo que, aunque no hay pruebas contundentes, la escapolamina es una amenaza real, que ronda principalmente por ambientes sórdidos. En los últimos años, además, se ha registrado un aumento de flujo de personas provenientes de Sudamérica, que podrían influir en el aumento de este tipo de casos; la globalización implica igual nuevas formas de delinquir. No está de más tomar precauciones extras: nuestra sociedad hace ya mucho que perdió la inocencia de antaño.

Así lo advirtió en su boletín la Fiscalía General del Estado, que “hace un llamado a los ciudadanos para estar alertas ante ésta o cualquier otra actividad sospechosa que pudiera poner en riesgo la integridad de las personas o su patrimonio y para que, en caso de detectar alguna de ellas u otros hechos delictivos, se comuniquen a los teléfonos 066 para emergencias, 089 para denuncias y 117 para emergencias de la FGE”.

[b]Mérida, Yucatán[/b]
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