Reporte 8 am

Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Viernes 5 de agosto, 2016

El aumento en el precio de las gasolinas provocará una espiral de alzas, según han advertido los comerciantes; una reacción en cadena. La polémica decisión de revivir al gasolinazo repercutirá de manera directa en el bolsillo de las familias yucatecas. Todos los productos de la canasta básica se encarecerán, apretando aún más nuestros cinturones.

Uno de los aumentos más significativos que ya se avista es el del transporte público. Los líderes de sindicatos de taxis y los concesionarios de autobuses urbanos ya anunciaron la inminente alza, la primera en varios años. Para ser exactos, desde 2013. Entonces, incluso, se registraron protestas, que tuvieron que ser contenidas con la fuerza pública y con gases lacrimógenos.

Desde entonces, las tarifas han sido congeladas. El gobierno estatal le ha inyectado un fuerte subsidio a los concesionarios de transporte, en el marco del proyecto Situr. Este cacareado plan, empero, no parece avanzar. A cuentagotas, se añaden nuevas unidades y se presentan nuevas rutas. Paso a pasito. Con una indolencia de antología.

Las innovaciones se pierden en la marisma de la costumbre. Los usuarios se siguen quejando, entre otras cosas, del maltrato y la rudeza de los choferes. Y no es sólo percepción. Esta semana leímos el caso de uno de estos cafres, que al ser infraccionado por un policía municipal literalmente lo «secuestró» y lo retuvo en el patio de maniobras de la empresa concesionaria.

Esta fichita, según se supo después, tiene dos ingresos en la Dirección de Seguridad Pública de Tabasco, de donde es originario; el primero por portación de armas de fuego, en febrero de 2014; el segundo por robo de combustible a Pemex, en agosto de ese mismo 2014. Meses antes, en noviembre de 2013, fue procesado por venta de drogas. Utiliza un brazalete, porque está sujeto a un proceso en el que se le involucró en el homicidio de dos empleados de una empresa de materiales.

No sería justo generalizar, pero si sumamos los casos en los que los choferes protagonizan hechos negativos hallaríamos un patrón, una constante. Todas las semanas, sin falta, se publican reportes de accidentes de tráfico entre unidades, o de atropellamientos. En este aspecto, el Situr se salda en un gatopardismo, en el que se cambió para que seguir igual.
Siendo la gasolina y el diesel el combustible de la sociedad —literal y metafóricamente— es lógico que su aumento conlleve otros, entre ellos el de los servicios de transporte. Sin embargo, ante un sistema tan ineficiente como el actual, esta alza caerá incluso peor que la de 2013. Si en aquel entonces se vivió una pequeña rebelión ciudadana, ahora las cosas se podrían poner peor.

Las alzas se digieren mejor si los usuarios constatan cambios positivos, algo que no ha sucedido. En el escenario de que las advertencias de los taxistas y concesionarios se hagan realidad, las autoridades tendrán que adelantar la implementación del programa Situr. El paso a pasito se tendrá que transformar en spring; o cuando menos, en trote.

No se trata de simples vendavales. En materia inflacionaria lo que se avecina es un huracán. Los mexicanos hemos nacidos con las crisis y sabemos superarla. Lo que hace diferente a esta es que se formó en la mentira, en la oscuridad de un engaño. En unos meses, no sólo estaremos más pobres sino más molestos.

El peligro de ser cínico es que la realidad te explota en tus manos, en tu rostro. Eso es precisamente lo que le está pasando a nuestras autoridades federales, que juraron y perjuraron que los gasolinazos ya habían concluido. La resbaladiza y enclenque memoria de los mexicanos ahora resiste más gracias al archivo colectivo en la que se ha convertido la red de redes. Ahora podemos vencer el Alzheimer cívico tecleando unas cuantas palabras en Google para que nos aparezca un motivo de indignación.

En estos tiempos de interconexión, las palabras de los políticos ya no se las lleva el viento; permanecen en potentes servidores a la espera de que alguien acuda en su búsqueda. La negación, otrora recurso recurrente de las autoridades, se derrumba y ridiculiza ante la prueba contundente. Así está pasando ahora, cuando en la coyuntura de las alzas se recuerdan con coraje las promesas huecas que se escupieron al aprobarse la reforma energética.

Tiempos difíciles para los políticos chapados a la antigua, que se atrincheran ahora en vaguedades y sinsentidos. Poco a poco, los ciudadanos comenzarán a decantarse, por primera vez, en la experiencia que han tenido con el gobernante, gracias a los recuerdos que la modernidad nos pone a la mano y a la reelección. Que ese pensamiento sea lo positivo que saquemos de los difíciles tiempos que ya se avizoran, que, como siempre, perjudicarán a los que menos tienen.

México, a pesar de la cantaleta oficial, no ha cambiado mucho en las últimas décadas. Continúa siendo un país hostil para los jodidos, una compleja maquinaria que enriquece a pocos y ordeña, hasta dejarlos secos, a muchos, la gran, inmensa mayoría. Poco a poco, gota a gota, se está acabando la milenaria mansedumbre de un pueblo que comienza a balbucear no.

[b]Mérida, Yucatán[/b]
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