Reporte 8 AM

Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: Jam Media
La Jornada Maya

La visita de Rafael Moreno Valle Rosas a Yucatán fue, sin lugar a dudas, un acto de campaña. En pleno proceso de entrega a su compañero de partido, Tony Gali Fayad, el gobernador de Puebla ya está pensando en su futuro. Él, sin lugar a dudas, es uno de los ganadores de las elecciones del pasado 5 de junio. Y así se placea. Sin embargo, su presencia no deja de causar escozor. No leímos en los reportes de su visita que el mandatario poblano haya visitado a su homólogo Rolando Zapata Bello, en este caso anfitrión. Más bien, Moreno Valle Rosas estuvo con las autoridades y funcionarios de Acción Nacional en Yucatán.

El escenario que se vislumbra para el PAN en 2018 es muy claro: con tres figuras que aspiran a la candidatura por la presidencia —Margarita Zavala Gómez del Campo, Ricardo Anaya Cortés y el propio Moreno Valle Rosas— es muy probable que sea el partido a vencer, sobre todo si alguno de los dos primeros obtiene la candidatura. Además, está la posibilidad de un pacto entre panistas y perredistas, repitiendo la fórmula con la que se alzaron con el triunfo en varios estados de la República, entre ellos el vecino Quintana Roo. Y es cuando comenzamos a hacer comparaciones cuando las cosas se complican —aún más— para el PRI.

Todavía en shock por la serie de eventos desafortunados que se tradujo en una de sus peores derrotas electorales, el Revolucionario Institucional aún tiene que lidiar con las crisis que se registran en cada uno de los estados en los que está obligado a entregar el poder. Los focos rojos se registran en Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo. En esta última entidad peninsular, la transición no sólo ha tenido contratiempos políticos sino que se han registrado episodios preocupantes, como la fuga de peligrosos reos vinculados al crimen organizado y el asesinato de un oscuro funcionario de la administración saliente.

Los quintanarroenses son mudos testigos de un cambio radical; un sismo social que modificará incluso las expectativas económicas y los grupos reales de poder. Muchos tienen esperanzas de esas alteraciones. Otros, la mayoría, tienen miedo. Mucho miedo. Y es que en los estertores del régimen se registran toda clase de abusos de poder. Algunos graves, otros anecdóticos, pero que muestran la calaña de quienes se van. Ahí está el caso, que nos relató una buena fuente, de un alcalde que en un viaje en avión le negó el asiento preferencial a una chica con discapacidad.

En este panorama, es normal que Moreno Valle Rosas se sienta ya presidenciable. Comparado con esos políticos que no supieron digerir su derrota, el “góber-bala” es un estadista.

Abro paréntesis. Moreno Valle Rosas, [i]aka góber-bala[/i], carga, desde 2014, con la muerte del niño José Luis Alberto Tehuatlie, 13 años, luego de un enfrentamiento entre policías y pobladores de la localidad poblana de San Bernardino, que bloqueaban la autopista de Atlixco. La mamá del niño y pobladores de San Bernardino dicen que lo mató una bala de goma lanzada por la Policía Estatal Metropolitana. Comunicadores del estado lo confirman. Cierro paréntesis.

¿Qué otra diferencia se podría marcar, entonces, entre Moreno Valle Rosas y Roberto Borge Angulo, ambos en la recta final de su mandato? El poblano puede, con sonrisa Colgate, pasear por el país y ser bien recibido; incluso, es capaz de defender a sus correligionarios y hacerse así de aliados para la contienda a la que allana el camino. Aún con el fantasma José Luis Alberto Tehuatlie persiguiéndolo, la victoria le perdona pecados.

Borge Angulo, en contraste, se ha convertido en una paria, en un apestado incluso para su partido, convirtiéndose en la viva imagen de la dolorosa derrota del 5 de junio. Un episodio, reitero, que no se ha sabido entender en el PRI. Ahí está la ¿elección? de Enrique Ochoa Reza como presidente nacional de ese partido, un sorpresivo movimiento al que nadie le encuentra razón.

Varios integrantes de la opinocracia han calificado este movimiento como jugada maestra, disruptiva; algo así como un blitz alemán. Otros, los más honestos -o los que no se han adentrado a las entrañas de la bestia, califican de incomprensible el nombramiento. La única explicación que hallan es que el ex director de la CFE será la cara elocuente y amable del verdadero poder. Y en medio de este galimatías está Andrés Manuel López Obrador, indiscutiblemente el personaje político con más oportunidades de convertirse en presidente de México… Ahora. Mientras tirios y troyanos se desangran en sus batallas internas, el perenne candidato se frota las manos, repitiendo, si las supiera, máximas en un latín tabasqueñizado: “[i]Divijde ej vinjes[/i]”. Así las cosas. En un enfrentamiento entre los Pericos y los Tigres, ganan los Olmecas. Contra toda la lógica que pueda esgrimir Tony Bargas.

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Lunes 18 de julio, 2016
Mérida, Yucatán