de

del

Ramón Rodrigo
Fotos: Fabrizio León Diez
La Jornada Maya

Viernes 8 de julio, 2016

Me siento transportado en el tiempo; me encuentro en uno de los lugares más espectaculares de la cultura maya, la ciudad tres veces construida. Aquí, desde hace dos años, está el museo de historia del chocolate. El parque ecológico, al igual que la bella zona arqueológica, nos muestra la grandeza natural y cultural maya, que trasciende el tiempo.

[b]Zona Puuc[/b]

Camino con el firme propósito de vivir, de saborear y conocer Yucatán, voy rumbo a Uxmal, desde Sisal. Primera parada, desayuno en el mercado de Umán: deliciosos panuchos de cochinita pibil. Me encamino hacia los cenotes de San Antonio Mulix, dispuesto a nadar. El baño refrescante me llena de energía, sigo hacia la zona arquelógica.

El impacto de subir las escaleras que llevan a las ruinas y encontrarse con la Pirámide del Adivino es brutal. ¡Que belleza! El recorrido lo hice al revés de los grupos con guías, (a mi aire como dirían los españoles). Recorrí jardines, la plaza en donde se encuentra la Plataforma del Jaguar, subí al Templo del Gobernador, para apreciar la vista espectacular del enclave en plena
selva. Ya cansado y acalorado decidí tomarme un descanso a la sombra de un hermoso árbol lejos de los turistas, en la Casa de las Palomas. Meditación e imaginación: ¿cómo sería esta ciudad en su apogeo? Seguí mi recorrido por la Casa de las Tortugas, el Juego de Pelota y el Cuadrángulo de las Monjas, para acabar extenuado, pero extasiado. Recomendaciones: no inicien al mediodía el recorrido, lleven un buen repelente de mosquitos y no vayan crudos.

Antes de seguir la ruta, con cerveza en mano, decidí que era demasiado turismo para un sólo día. Para asistir en la noche al show de luz y sonido, decidí quedarme en el hotel de junto a la zona arqueológica The Lodge, de excelente atención; sin embargo, con una comida mala y cara; problema recurrente de las cadenas hoteleras; siempre más preocupados por los costos, los procesos de hospedaje y por las certificaciones que por el sabor y la calidad de los alimentos; aun así, la atención y el lugar valieron cada peso que pague.

[b]Museo de historia del chocolate, plantación Tikul[/b]

El chocolate es sin duda una de las mejores aportaciones que hizo el continente americano al mundo, es uno de los ingredientes más utilizados en los postres del orbe. Es un producto que se ha convertido en símbolo, incluso para las declaraciones amorosas, compitiendo con las rosas rojas. Lo que es innegable es que su ingesta ayuda a levantar el ánimo; incluso se ha comprobado que tiene efectos afrodisíacos.

Los mayas usaban el cacao con motivos festivos, lo usaban en ceremonias en honor a Chac (dios de la lluvia) para propiciar la lluvia en la época de cosechas; se bebía en las grandes celebraciones, se usaba de moneda de cambio. El museo situado en plena selva, muestra la historia del producto. Se trata de un parque ecológico con un jardín botánico: ahí se pueden encontrar los frutos, plantas, árboles y animales de la región. El axiote, chaya, yuca, la hoja santa, orquídeas, tamarindo y otros, acompañan el tránsito de jaguares y monos araña.

Su sistema informativo y pedagógico consiste en un recorrido de casitas mayas, con material audiovisual y gráfico. Uno se entera desde lo que significaba el cacao para los mayas, su plantación, la forma de cosecharlo, la recolección, los diferentes tipos que son tres, criollo, forastero y trinitario.

También efectúan una representación de la ceremonia Ch’a’a Cháak en honor al dios de la lluvia que me pareció más real y profunda que otras ceremonias a las que he asistido con motivos espirituales.

En una de las casitas viene La degustación del cacao: lo sirven caliente como lo hacían antiguamente; el fruto es dorado, en pulpa, pimienta y axiote, esto simboliza la sangre de los guerreros.

En la penúltima casa maya explican cómo llegó a Europa y cómo se difundió a través de la realeza española, para terminar con la fabricación del chocolate que conocemos actualmente, sus usos y su venta. México, a finales del siglo XIX era de los principales productores; ahora son los africanos.

Ambas experiencias me motivan a seguir conociendo este maravilloso estado y darme cuenta de lo poco que sé. Me consuela que todo maratón empieza por el primer paso.

[b][email protected][/b]
Sisal, Yucatán


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