Reporte 8 am

Pablo A. Cicero Alonzo
Foto del twitter de Vicente Fox
La Jornada Maya

Lunes 27 de junio, 2016

En el año 2000, Yucatán vivió una de las mayores crisis políticas de su historia al coincidir en el mar revuelto dos consejos electorales: uno, el llamado “espurio”, sostenido por el gobierno estatal; otro, el “legal”, avalado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La administración encabezada por Víctor Cervera Pacheco, en su segundo período como gobernador, no acató la orden de la Suprema Corte, y se empecinó en mantener su consejo. La sociedad se fracturó, tomando partido.

El gobernador Cervera Pacheco insufló en los yucatecos el espíritu independentista, tornando una cuestión meramente legal en una lucha contra el centro. En las calles comenzaron a ondearse banderas yucatecas, en las casas se desempolvaron libros de historia y en el discurso de los políticos afloraron términos que incluso se calificaron entonces como secesionistas. Así lo plasmaron los corresponsales de la revista [i]Proceso[/i] en Yucatán, Rosa Santana, José Palacios y Martín Morita, en un artículo que se tituló “Rebelión de Cervera” y se publicó a fines de diciembre de 2000.

Los periodistas, en una crónica de antología, comenzaban su pieza recreando el evento que encabezó Cervera “la noche del jueves 14 (de diciembre de 2000) en un acto público ante aproximadamente cinco mil priístas yucatecos, a quienes recordó las históricas ocasiones cuando Yucatán se rebeló contra el régimen centralista”. Antes de la intervención del gobernador, que duró dos horas, esas 5 mil almas entonaron estrofas del Himno Yucateco: [i]Al grito de guerra / despierta el valor/ y el aire se inunda / con bélico son / Haced compatriotas / que truene el cañón / lloviendo metralla / sobre el invasor[/i].

Santiago Creel Miranda, secretario de Gobernación de la fallida transición que protagonizó Vicente Fox Quesada, tuvo la difícil labor de mediar en este conflicto. Logró apagar la hoguera gracias a un importante sector de la población, que se oponía a los delirios independentistas de Cervera. Aún así, el conflicto duró algunos años más. Incluso, en la resaca del desacato, se planteó desaforar al dos veces gobernador, amenaza que blandió el mismo Fox Quesada. Como consecuencia, el durmiente sentimiento de que no somos mexicanos se quedó inquieto en muchos en esta generación. ¿Qué hubiera pasado si la valentonada de entonces se hubiera reflejado en un plebiscito, similar al que se acaba de realizar en el Reino Unido?

Uno de los protagonistas de este surrealista episodio es precisamente el actual gobernador, Rolando Zapata Bello, quien entró a las grandes ligas como oficial mayor de Cervera Pacheco; él es el único político activo del último episodio independentista de nuestro estado, el [i]Yucaexit[/i]. Cervera Pacheco sobrevivió a los embates del gobierno central al que se enfrentó, no así a la derrota de la inexplicable decisión de contender por la alcaldía de Mérida. Mirna Hoyos Schlamme y Gaspar Xiu Cachón, diputados que capitanearon la rebelión de Cervera, ya no aparecen en los titulares. En el olvido del aire quedó el “esto constituye una declaración de guerra al federalismo”, como definió Xiu Cachón el discurso castriano de su jefe.

En el otro lado se encontraban el alcalde Patricio Patrón Laviada, que tal vez en el beligerante discurso de Cervera encontró el impulso que pocos años después lo catapultó a sucederlo, y Blanca Estrada Mora, entonces una influyente lideresa de vecinos, tránsfuga del PRI. También ellos dos, quince años después, han perdido fuelle: uno, en un autoexilio inexplicable, empeñado en convertirse en la consciencia de un partido al que ya no pertenece, quintacolumnista de un sueño que muchos consideran ingenuo. Otra, autora anónima de una columna de trascendidos, hasta hace pocos años mantenía viva una cruzada por la transparencia que poco a poco languidece. Creel Miranda protagonizó años después un escándalo, cuando se le señaló como el padre de la hija de una actriz, y Vicente Fox… ¿Qué te puedo decir de Fox? Apenas el fin de semana se caricaturizó aún más al compartir una fotografía de él haciendo muecas, “reflexionando con los grandes de Europa, España y el mundo occidental. [i]Sadness, uncertanty, madness[/i]”. ¿[i]Brexit Hangover[/i] o cruda de ex presidente?

Dieciséis años después, a eso se reduce nuestro Yucaexit. El único líder que coreó el Himno Yucateco está ahora en Palacio, gobernando los destinos de un estado receloso, que cierra sus fronteras apelando la seguridad y que se sustenta en sentimientos regionalistas para frenar la llegada de —algunas— empresas nacionales o internacionales; que aún, a tres semanas de la elección en el estado vecino, aún no ha felicitado de manera pública y oficial al candidato ganador. El sentimiento continúa ahí, latente, como un as bajo la manga. El cóctel para que explote es muy sencillo: únicamente basta un pequeño conflicto con el gobierno federal. Es el último argumento de los desesperados; el refugio ordinario de los demagogos. Con este antecedente, me es muy fácil comprender lo que sucedió en Reino Unido. También, vaticinar lo que va a suceder.

[b][email protected][/b]
[b]Mérida, Yucatán[/b]