Jesús Hernández Martínez
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La Jornada Maya
Viernes 24 de junio, 2016
Los candidatos que contendieron en las recientes elecciones y que el puesto al que aspiraban incluía a Othón P. Blanco, utilizaron como bandera el abandono por parte del gobierno en que se encuentran Chetumal y sus alrededores; tenían razón, aún la tienen pues y ofrecieron mejorar las cosas ya que, fuera de la derrama económica que generan entre los burócratas los tres niveles de gobierno, ninguna otra actividad ha despuntado.
El ingenio azucarero San Rafael Pucté, a 63 kilómetros de Chetumal sobre la ribera del Río Hondo, es la única empresa consolidada, pero solo ofrece empleo temporal y mal pagado para los cortadores de caña, que llegan de otros puntos del país; las mayores ganancias quedan en manos de los productores.
Como zona libre, para todo el estado, pero con más beneficios para Chetumal por su cercanía con la frontera beliceña, la capital fue la meca de las importaciones desde mediados del siglo pasado y hasta 1985. Sin embargo, el beneficio fue solo para unos cuantos. Varios empresarios amasaron grandes fortunas con las importaciones, de varios países europeos pero traídas a la entidad vía Panamá, y que también ingresaban por el puerto de Progreso, Yucatán. Le inyectaron dinámica a la economía local pero, las condiciones fiscales del país cambiaron y el régimen de zona libre desapareció dejando a Chetumal ante un panorama incierto en cuanto a posibilidades de desarrollarse que prevalece y que nadie sabe cómo mejorar pese a varios intentos.
Es cierto que el sur del estado parece olvidado, pero varios inversionistas locales, con o sin apoyo del gobierno han intentado varias alternativas: fábricas de ropa, procesadoras de licor, de queso, de jugo de naranja, un almacén fiscal para importaciones temporales, procesadoras de mariscos, fabricación de lanchas, elaboración de muebles de maderas finas y otros intentos fallidos, en parte por la lejanía para adquirirla materia prima y en parte porque el mercado de Cancún lo abastecen proveedores de otros puntos del país y el extranjero.
Recientemente, el gobierno del estado mandó remodelar la avenida Héroes, donde floreció antaño el mercado de importación, pero esa remodelación no ha atraído más paseantes y mucho menos compradores. Desde hace unos 10 años empezaron a llegar las conocidas como plazas comerciales con varias tiendas departamentales y salones de cine; generan relativa oferta de empleos pero han hecho que cierren varias tiendas de abarrotes, sujetas al antiguo esquema de negocios tradicionales.
En verdad, la ciudad luce descuidada, abandonada, aunque la hace atractiva su bahía y algunas casas de madera, herencia de las familias beliceñas que se asentaron en Chetumal y que a su vez trajeron de Inglaterra.
Tal vez la capital del estado sea la ciudad con las peores calles, llenas de baches y hoyancos a las que solo se le han puesto “remienditos” y, por si fuera poco, a la infraestructura de los servicios básicos no se les da mantenimiento.
El gobernador y el presidente municipal electos, Carlos Joaquín González, y Luis Torres Yañes, respectivamente, han ofrecido mejorar las condiciones del sur del estado; la población espera que así sea.
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