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Juan A Xacur M
La Jornada Maya

Jueves 23 de junio, 2016

En Roma, en una época no determinada, vivió cerca de la Plaza Navona un barbero con una enorme facilidad para el verso satírico, a quien le encantaba versificar sobre los acontecimientos de su tiempo; eran tan certeros y pegajosos, que la ciudad entera los repetía causando el regocijo popular. Se llamaba Pasquino. Pero hete aquí que cerca de su casa había una estatua antigua con la que tenía cierto parecido. Cuando Pasquino murió muchos de sus seguidores escribían las sátiras y se la colgaban a la estatua para continuar con el divertimento.
En ocasión del cambio del bronce por madera, en el Panteón de Agripa, alguien escribió y colgó en la estatua el siguiente verso:

Lo que no hicieron
los bárbaros en Roma,
lo hicieron los Barberini.

El Papa Urbano VIII nació como Maffeo Barberini. Por analogía se llama pasquín a cierto tipo de publicaciones.

El humor siempre ha estado presente en la humanidad, desde los tiempos más remotos. Ya en la antigua Grecia y durante el imperio romano se utilizaba la sátira en forma de poesía o graffiti, para manifestar descontento o crítica, solo por diversión.
Se conservan el Satiricón y algunas comedias de Aristófanes, ambos plagados de un humor corrosivo que señalaba hechos de aquellos tiempos. En la lengua española hubo un tremendo humorista, don Francisco de Quevedo, que elevó la sátira a sonetos tan conocidos como aquel que empieza: érase un hombre a una nariz pegado…
En México en el siglo XIX hubo periódicos como El Ahuizote y El Hijo del Ahuizote, en donde los pensadores de la época hacían del género un arte. Y más tarde, bien entrado el siglo XX, el teatro de carpa hacía lo propio, con don Roberto Soto, en el Teatro Principal a niveles nunca vistos; y tanto que en varias ocasiones sus guionistas fueron enviados al exilio. A algunos Presidentes, como Álvaro Obregón. les pasaban los chistes políticos para escarnecer a sus opositores o hacer campaña. Cuando estaba en marcha su reelección, él mismo dijo al comediante “diga que el mejor candidato es Obregón, porque sólo tiene 15 uñas y por eso va a robar menos”. Se habla de un pago de mil pesos por el chiste.
En Chetumal vivió no hace mucho Juan Olguín y Montealvo, poeta callejero que vivía para el género. Hacía poesía sobre la marcha y en ella retrató a políticos, empresarios y gente de sociedad con un humor corrosivo digno de recordar, como él mismo decía, con el debido respeto.

Primero transcribo su autorretrato:

Con barba mal crecida
y cámara colgando al hombro,
dice que se gana la vida
y eso me causa asombro.
No es fotógrafo ni periodista,
tampoco es usurero,
pillo, trácala, chantajista,
es un pinche chayotero.

Ahora unas líneas dedicadas a un candidato a gobernador:

Por audaz y temerario,
todos estamos con Mario;
también por tu bello gesto,
te seguiremos Ernesto.
De honradez a toda prueba,
como todo Villanueva.
Y en una buena lid
nos dará en la Madrid.

Y ya siendo gobernador corrigió:

Porque tuyo es el erario,
estamos contigo Mario.
Tú cuidas el presupuesto,
te seguiremos, Ernesto.

A un famoso abarrotero dedico lo siguiente:
Cuarenta años de tunante,
lo celebra sin rubor,
el dice ser comerciante,
yo digo que es hambreador.

De conocida damita alcaldesa, a principios de los años noventa:

Así la historia se integra,
con el debido respeto,
la hija del macho prieto
debe ser la mula negra.

En alguna ocasión, para molestar a mi secretaria, escribió parafraseando a Amado Nervo:

Todo en ella espantaba,
todo en ella ofendía:
su mirada, su gesto,
su sonrisa, su andar,
una gran ignorancia
de su boca fluía;
era llena de grasa,
Igualita a su tía;
quien la vio no la pudo
ya jamás olvidar.


Y a un simpático y popular chetumaleño:

Gato, gatito, Gastón,
tú, de Derechos Humanos,
no sabes nada, bribón.
Pero a los trabajadores del estado escribió lo siguiente que no tiene desperdicio:

“Estorbar es la misión”
de la burocracia es lema,
para cada solución
siempre existirá un problema.


En alguna ocasión retrató a toda una familia chetumaleña:

Los nietos de Emereciana
salieron muy diligentes,
todos tienen mucha lana,
son atentos y decentes.
Son poetas y escritores,
oradores elocuentes,
unos son compositores,
otros briagos indecentes.
Hay dos que se han distinguido
Chiritivo y Primicuto,
y no está bien definido
cuál el vivo y cuál el bruto.
Que el pueblo lo determine
Levantando un monumento
En donde el Chiri cocine
y el Primo beba contento.
Estos héroes ciudadanos
han apoyado al erario,
con presupuestos muy sanos,
cobrando bajo salario.
Los nietos de Emereciana
seguirán siendo noticia,
porque son la parte sana,
la que no tiene malicia.

Y así, don Juan Olguín iba por las calles de Chetumal haciendo versos, hasta que falleció el 18 de julio de 2006.

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Quintana Roo


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