Reporte 8 am

Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: AP Photo/Luis Alberto Cruz Hernandez
La Jornada Maya

Martes 21 de junio, 2016

La noche del 2 de octubre de 1968, Jacobo Zabludovsky consideró que la noticia del día era… el clima. “Hoy fue un día soleado”, afirmó, festivo. Con esa aseveración abrió el noticiero 24 Horas, relegando para tercer o cuarto término la masacre que se había registrado en Tlatelolco. La sangre vertida en los adoquines, salpicada en los muros aún estaba tibia. Desde entonces, cada vez que veo que un medio de comunicación, electrónico o impreso, destaca si llovió o si se esperan cambios en el clima, siento un escalofrío.

Alumnos de la vieja escuela, tanto políticos como comunicólogos —me niego a llamarlos periodistas— se han empeñado en justificar los hechos que se registraron ayer en Nochixtlán, Oaxaca. Pupilos de ese Zabludovsky negacionista, más que dar a conocer los detalles del enfrentamiento donde murieron y fueron heridos decenas, descalifican a quienes protestan, calificándolos de vándalos, de criminales, de grupos radicales. Ellos, sentencian, se lo buscaron. Ellos, los que trasquilaron a sus compañeros, los que queman autobuses, los que secuestran y saquean comercios.

Sin embargo, mucho o todo a cambiado desde aquel día soleado en la Plaza de las Tres Culturas. Estamos mejor informados, ya que se rompió el férreo monopolio del cual Zabludovsky era sólo el rostro más conocido. Ahora, la verdad se abre camino, desmintiendo las versiones oficiales. Y de eso fuimos testigos. Al estallar el conflicto, las autoridades —federales y oaxaqueñas— negaron que los agentes encargados de frenar las protestas estuvieran armados. No llevan ni garrote, afirmaron. Pero había evidencia que los contradecía. Imágenes captadas por periodistas —esos sí— de agencias internacionales mostraban a policías armados. Ante la evidencia, las autoridades recularon. La farsa continuó, y la Comisión Nacional de Seguridad seguía negando lo obvio. “Las fotografías que circulan en redes sociales mostrando a policías armados están alteradas”, se señaló. “Hay algunos muertos, entre ellos un policía. Pero la Policía Federal no portaba armas”. Bienvenidos a Mentiraxtlán.

Falsedades in extremis. Fue hasta anteanoche, a las once, cuando la Comisión Nacional de Seguridad aceptó que “la Policía Federal portó armas, pero únicamente para repeler el ataque de algunos manifestantes que estaban armados y disparando contra ellos y la población civil”. Ayer, a las siete de la mañana, continuó matizándose la falsedad: “La Policía Federal llevó armas, pero eso fue posterior a una emboscada estratégicamente bien elaborada de la que fuimos víctimas y que fue realizada por grupos radicales. Además, las armas se equiparon hasta las 11:30 am de ayer”.

Así como con cinismo hace ya casi medio siglo se intentó tapar el sol con el vergonzoso “día soleado” de Zabludovsky, las autoridades actuales apuestan por la apatía de los mexicanos, a los que les duelen más los siete goles que le metió Chile a la selección de futbol que las siete personas muertas ya en Nochixtlán. Hemos avanzado desde aquellos tiempos en los Televisa dictaba la opinión pública… Pero no mucho. La caída del monopolio no trajo consigo la libertad. Simplemente, el monólogo se convirtió en coro, en donde sólo algunas voces desentonan. Las demás, siguen cantando loas.

Muchos políticos, por su parte, navegan indecisos entre el pasado y el presente. Para ellos, el manejo de una crisis con las proporciones como las actuales se arregla escondiéndose o repartiendo sobres o maletines con billetes, según sea la audiencia del comunicador. En el caso de Oaxaca, además, vemos cómo la mezquindad adquiere incluso tintes de traición. La carrera por la sucesión presidencial comenzó hace ya varios meses. En medio de esta guerra intestina, Miguel Ángel Osorio Chong, encargado de la política interna del país, no ha dicho ni pío. No se quiere ensuciar las manos, y por tanto deja a su compañero de gabinete —y posible rival— Aurelio Nuño todo el marrón. Es su cochinero; que él lo limpie. Con un equipo fracturado, y ante la incapacidad que ha demostrado Enrique Peña Nieto, es más que probable que se registre una escalada en este conflicto, que parece ya se les fue de las manos a las autoridades. Y no sólo por incompetentes. Mientras todo lo anterior sucedía, el gobernador de Oaxaca, Gabino Cue, asistió a la boda de su secretario de Obra Pública, Rafael Navarrete Quezada. Y no sólo él asistió, sino también su colega guerrerense Héctor Astudillo Flores, quien junto con miembros de su gabinete, aprovechó este fin de semana para viajar en aeronaves oficiales al enlace. Sus estados ardían, y ellos bailaban “Payaso de rodeo”. Como te comenté, para ellos fue un día soleado, una noche despejada.

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Mérida, Yucatán