Reporte 8 am

Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Jueves 16 de junio, 2016

Apunta la fecha. Anteayer, martes 14 de junio de 2016 fue el equivalente para la administración de Rolando Zapata Bello del 4 de julio de 2011 de Ivonne Ortega Pacheco. La debacle de una administración hasta entonces impecable se registró como consecuencia de una serie de errores que se tradujo en la aprobación de una serie de reformas cuestionables a la Ley de Transporte.

El primer eslabón de esta cadena se registró muy en la mañana, cuando se emitió un boletín en el que se anunciaba en el que el gobernador Zapata Bello suprimía de las reformas el impuesto del diez por ciento al servicio que ofrecen plataformas tecnológicas como Uber. Ahí se ubica el primer error, ya que incluso es cuestionable —si no ilegal— que el Ejecutivo modifique una propuesta que ya se aprobó en comisiones del Legislativo. Lo lógico —y legal— hubiera sido que un diputado priísta presentara la eliminación del gravamen.

A partir de ese primer traspié podemos ubicar otros. El Congreso estaba en ebullición. No sólo se palpaba la presión de los socios de Uber, que incluso gritaban consignas beligerantes como “¡Muera el PRI!”, sino que también se registraron viejos vicios, como llevar a paleros para que contrarrestaran las críticas. A ver quién gritaba más fuerte, los de “¡Muera el PRI!” o los de “¡Viva el PRI!”. “¡Muera!”. “¡Viva!”. Una nueva generación de [i]gritonas[/i] que nos hicieron recordar eras que creíamos superadas.

Los diputados priístas y sus aliados en el congreso estatal, liderados por Celia Rivas, representaron un triste papel. Con escasa, casi nula información, tuvieron la triste encomienda de defender lo indefendible. Ante la ausencia de argumentos, los legisladores oficialistas se caricaturizaron, se convirtieron en esas marionetas con la que los críticos más acervados los representan. Comparsas, personajes secundarios de un espectáculo político que nunca comprendieron. Esa lealtad perruna les cobrará factura.

Ante una oposición envalentonada, que encontró en esta sinrazón los argumentos que desde hace tiempo esperaba con ansias, el PRI y sus satélites sufrieron el más duro revés que se ha registrado en los últimos años. Elías Lixa, con ese caramelo, alcanzó alturas de Churchill, al igual que Raúl Paz, que joven zorro capitalizó ese malestar incubado en su generación para legitimarse como líder. Nunca antes los [i]millenials[/i] yucatecos se sintieron identificados con una fuerza política como ahora. ¿Gracias, Uber? No. Gracias, PRI.

Bienvenido, [i]vayabiem[/i]. El triunfo en el Congreso local del PRI se convirtió en la más amarga de las derrotas, tal y como se pudo palpar en las redes sociales. Es cierto, el malestar estaba encapsulado pero se desbordó. Una de las premisas que envalentonó al gobierno estatal fue que pocos son los usuarios de las nuevas plataformas de transporte, pero nunca se imaginó el ruido que son capaces de hacer. Ellos y los influenciadores contratados previamente por Uber. La actual administración quiso enfrentarse a las patadas con un Sansón que conoce y comprende las redes sociales.

Tal vez un importante sector de la población ni está enterado de la rebambaramba que se armó, pero el cada vez más creciente sector que se informa por medio de dispositivos electrónicos no sólo supo, sino que descalificó la actuación de los legisladores del PRI.

[i]Alea jacta est[/i]. Después de que el Congreso emitiera su cuestionada opinión, se registraron otros dos eventos. El primero fue una reunión de emergencia del gabinete. Agendada a las seis de la tarde, a ésta no llegó el gobernador Zapata Bello. Acudieron, eso sí, todos los que debían de estar y ahí en algún momento se equipararon los hechos de ese 14 de junio de 2016 con los del 4 de julio de 2011.

Posteriormente, representantes del gobierno estatal se reunieron con ejecutivos de Uber. En esa junta, que se realizó ya entrada la noche, se acordó bajarle el tono a las críticas en las redes sociales. Al fin y al cabo, dos poderes se sentaron a negociar, como debió ser desde un principio. Habrás notado cómo, con el paso de las horas, el incendio fue bajando de intensidad; la hoguera se redujo a rescoldos.

Antes y después del 14 de junio de 2016. Martes negro para el PRI en Yucatán, que evidenció una soberbia y una falta de coordinación hasta entonces inauditas; nunca antes vistas. El gobierno del estado menospreció a su rival, y eso le cobrará factura. Ahora y en 2018.

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Mérida, Yucatán