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Marisa Pérez Dominguez
Foto: Los rebeldes mayas de Chan Santa Cruz en El Eco del Comercio, diciembre de 1897
La Jornada Maya

Uno de los mecanismos utilizados por Porfirio Díaz para intervenir en la política fue la intervención de los jefes de las zonas militares en los procesos electorales locales. Yucatán no fue la excepción, ejemplo de ello lo encontramos en la última década del siglo XIX, cuando el presidente envió como agente al general Luis Torres quien, con poder y representación del centro, intervino en el proceso electoral de 1893. Oriundo de Chihuahua, Torres poseía una vasta experiencia política y militar en el norte de México, pero eso no impidió, como práctica común del régimen, que fuera designado por breve tiempo comandante de la XI Zona Militar (Tabasco, Campeche y Yucatán).

En virtud de que comenzaban a soplar vientos electorales en Yucatán, el general norteño recibió instrucciones presidenciales sobre cómo conducir el proceso en esa entidad. La confianza que don Porfirio depositó en el general fue tal, que instruyó al gobernador saliente, Daniel Traconis, lo considerase “como si yo [Díaz] mismo fuera, pues todo lo que haga, después de haber hablado conmigo, ha merecido de antemano mi completa aprobación".

La instrucción consistía en “sondear los sentimientos políticos”, encomienda que al principio despertó desconfianza entre los círculos políticos yucatecos, aunque pronto se desvaneció “toda sospecha de imposición”. La “recomendación” presidencial se fundamentaría en el “análisis de la situación”, que contemplaba los siguientes principios: el gobierno general sólo buscaba el bienestar del estado; las elecciones se fijaría en una personalidad nueva; que, de preferencia, el candidato debía ser un yucateco y reunir todas atribuciones apreciables de un buen gobernante; y que, con base en un análisis de la situación, se buscaría conseguir una elección tranquila.

Torres realizó un “estudio de los hombres” que podían ocupar la gubernatura de Yucatán. En este figuraban Carlos Peón Machado, Alfonso Cámara y Cámara y Olegario Molina Solís. Cuando Díaz se inclinó por el primero, el enviado del centro juzgó que los trabajos electorales debían ponerse pronto en marcha y que la campaña fuera corta. Lo anterior, decía, era porque los yucatecos eran gente “muy inquieta”, que echaba de menos la “excitación electoral de otros tiempos”, y porque que le gustaba “la lucha”.

La prensa, como era usual, inició sus trabajos. Algunos periódicos, no obstante, señalaron la indiferencia política, cuestionaron la vida democrática, el sufragio popular, los mecanismos de selección, y particularmente, el papel del general Torres como agente de Díaz en una entidad que desconocía.

Las elecciones debían realizarse el 5 de noviembre de 1893. Carlos Peón llegaba a las urnas tras un proceso de hábil manejo político, para eso había trabajado Torres. El resultado fue el esperado: el voto unánime y con el mayor orden. Cumplida su misión, el general solicitó licencia para viajar a Sonora, aunque ya instalado en el norte, evidenció que seguía influyendo en la política yucateca, pues propuso al presidente insinuara a Daniel Traconis que él viajaría a la península a supervisar la toma de posesión del nuevo gobernador, a fin de evitar cambios en los planes acordados. Asimismo, envió a Porfirio Díaz un Memorandum, donde hacía una relación “analítica” de las personas de Yucatán a las que “convenía” que el presidente escribiera. En este interesante “diagnóstico” Torres hacía una radiografía de los hombres que, desde su particular punto de vista, podrían ser útiles no sólo al gobierno yucateco, sino ser tomados en cuenta por el centro en el momento que lo considerara necesario para otras tareas de ámbito regional o nacional.

Peón se hizo cargo del gobierno el 1 de febrero de 1894. Por tal motivo, la prensa señaló que el año político que acababa de terminar significaba un mayor incremento del “poderío civil”, puesto que cada día se veían más lejanas las revoluciones y los “hombres de la espada” ya no eran necesarios. En su mensaje de toma de posesión, Peón insistió en la necesidad de reformar las leyes fiscales, particularmente en el rubro de los bienes raíces, las cuales juzgaba eran una práctica inmoral; urgían también, a su parecer, la revisión del ramo de justicia, la modernización y organización de la educación pública y atender las mejoras materiales indispensables.

En suma, La candidatura de Yucatán instrumentada desde la ciudad de México en 1893, a través del jefe de la zona militar, tuvo como resultado la apuesta política en favor de un poderoso hacendado. El proceso que llevó a Peón a la gubernatura se construyó a través de la estrategia instrumentada por el jefe de la XI zona militar, general Luis Emeterio Torres, quien con base a su experiencia como gobernador de Sonora y encargado de zonas militares en los estados norteños, echó mano de mecanismos novedosos, realizando un “análisis” meticuloso de los “hombres” y la situación política local, proponiendo a partir de este ejercicio una terna acorde a los intereses del centro y a los nuevos tiempos que vivía el país.

Con el proceso de Yucatán podemos conocer el éxito de los trabajos de un jefe de zona militar como agente electoral, no obstante, es importante conocer otros ejemplos, en otras regiones, para tener más elementos y matizar la labor de estos personajes tan poco estudiados.

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Martes 14 de junio, 2016


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