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Tabacón B. Linus
Foto: Ap
La Jornada Maya

Lunes 13 de junio, 2016

Iniciativas económicas y de empleo como Uber nos ponen –a la mayoría- de buen humor. Tienen nuestra simpatía casi natural e instintiva. Es la economía uno-a-uno, sin el mar de intereses oscuros de concesiones, permisos, sindicatos, empresas monopólicas, colusiones, explotación de choferes, renta de placas, enriquecimiento de unos cuantos y pésimo servicio para casi todos.

La llegada de Uber a Mérida es una buena noticia. Es un modelo económico y de transporte ya probado y que ofrece un mejor servicio a precios sustantivamente menores a los que los taxis tradicionales acostumbran. Precisamente por eso, hay que cuidar que Uber no pierda su espíritu en su aterrizaje permanente en nuestra ciudad.

El espíritu de Uber, su esencia vital, es la de ciudadanos que con su propio auto salen a ganarse la vida de forma honesta y dinámica; esos son ciudadanos que son sus propios patrones y no son explotados por nadie, ni están sujetos a empleadores o sindicatos. El trabajador Uber es un trabajador independiente, que dan un servicio persona-a-persona, en una red de confianza e intercambio. Aquí en Mérida puede existir el riesgo de destruir esa mística.

Hay grupos de interés empresariales, los de siempre, que quieren que Uber en Mérida rompa su mantra de un dueño-un chofer-un Uber. Quieren que haya empresas e inversionistas que sean dueños de varios autos Uber y sus choferes sean tan sólo eso, choferes que reciben un sueldo o una comisión. Si hacen eso nos quitarían nuestro Uber.

Un chofer asalariado de Uber sería igual que el pobre chofer de taxi que renta una placa y tiene que pasarle a un dueño una tarifa diaria o semanal. En el taxi tradicional el chofer trabaja, pero quien más gana no se esfuerza ni maneja. De ahí el mal servicio y el mal humor. El chofer usa un carro por el cual debe pagar también una renta y de ahí que trate de exprimirle lo máximo al uso del vehículo, y luego vienen los autos viejos, sucios y destartalados.

Muchos de los que simpatizamos con Uber, Airbnb, Couchsurfing, Lyft, CoCo, Kidizen y todas esas nuevas formas de trabajar y hacer funcionar mejor nuestro mundo, valoramos la economía uno-a-uno (sharing economy) por la libertad que otorga a quienes participamos en ella. La independencia que da a quien trabaja, el pago justo a sus servicios.

El gobierno del estado debe dejar entrar a Uber y hasta fomentar su operación, es parte de la economía moderna y del futuro; y por eso debe defender el principio de un dueño-un chofer-un Uber; para que efectivamente se generen empleos dignos, bien pagados, que premien el esfuerzo y no la especulación capitalista.

Si el gobierno cede ante grupos empresariales y políticos que están presionando -y hasta intentando confundir a los ciudadanos con peticiones de redacción amañada en Change.org -para que se permita que haya inversionistas o empresas que controlen varios autos Uber, entonces caeremos de nuevo en el sistema de taxis que los meridanos no queremos.

Choferes que son meros empleados, empleados mal pagados, que trabajan para que otros terminen ganando más que ellos. Pocas veces el gobierno hace cosas que valgan la pena, pero al defender el principio de un dueño-un chofer-un Uber, tiene la razón.

La solución, como algunos intereses económicos nos quieren hacer creer, no es que unas cuantas empresas controlen Uber y conviertan a los choferes en meros empleados, porque estudiantes, trabajadores de bajos ingresos y familias modestas no pueden adquirir un auto. La solución correcta sería impulsar -en alianza con concesionarias de autos y la banca de fomento- programas de crédito para que estudiantes, trabajadores de bajos ingresos y familias modestas puedan adquirir su auto y tener su propio Uber. No caigamos en la trampa argumentativa que unos cuantos quieren construir.

Uber nos pone de buenas porque nos refresca sentimientos de trabajadores ganando para ellos, recibiendo un pago justo por su esfuerzo, encontrando un nivel de vida digno dando un servicio eficiente, creativo, innovador. Eso es lo que hay que defender. Hay que defender la economía uno-a-uno de visiones arcaicas de la burocracia estatal y también de visiones voraces de empresarios despiadados. Es nuestro Uber, es la economía compartida de nuestro tiempo y nuestra generación.


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Mérida, Yucatán


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