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Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Viernes 10 de junio, 2016

"Lleno de pemex”, pidió una mujer al despachador de una gasolinera, ante la estupefacta mirada de su sobrino, que no llegaba a los cuatro años. “¿Qué es pemex, tía?”, preguntó el niño. Ella, tal vez para cortar la conversación, tal vez porque así lo creía, contestó: “Así se dice gasolina en inglés: pímex”. “Whats your name?”, le preguntó una rubísima estadounidense a un tímido joven, un mexican curious a toda regla. “Ehhh. Ehhh. Mai nieme is… Ehhh. Juan Pímex”. La gringa le sonrió, coqueta, y se dio la vuelta. “¿Por qué contestaste eso? ¿Por qué Juan Pemex?”, le preguntaron sus amigos, con algo de envidia. “Porque cuando recorra la ciudad pensará que mi familia es propietaria de todas las gasolineras…”.

Pemex es una constante en nuestra historia, es un elemento de nuestro paisaje; es incluso un gen característico de los mexicanos. Hasta esta semana. “Nadie en el país había visto antes una gasolinera con otro nombre que no fuera el de Pemex”, reconoció Salvador Vega Casillas, presidente de la Comisión de Energía del Senado de la República, en la inauguración de Lagas, en el kilómetro 30 del Periférico Norte. “Yucatán se convirtió en referente de la Reforma Energética con esta nueva gasolinera”. Y no sólo Yucatán, sino toda la península, ya que los empresarios pioneros tienen presencia también en Campeche y Quintana Roo, donde en los próximos 45 días abrirán 25 estaciones de Lagas.

En la inauguración de la estación de Sodzil también estuvo el senador Jorge Luis Lavalle Mauri, secretario de la Comisión de Hacienda. El legislador destacó el empuje de los hombres de negocios de Yucatán en este sector, al recordar que en la subasta eléctrica convocada por la Secretaría de Energía “se llevaron todo”. Esa adjudicación se realizó en marzo pasado, y se aceptaron millonarios proyectos para el estado; de acuerdo con la información del Centro Nacional del Control de Energía (Cenace), Yucatán recibirá una inversión total por mil 915 millones de pesos en los nueve proyectos asignados. Y no sólo es una inversión considerable, que impactará en cientos de familias, sino que servirá para aprovechar los recursos naturales, pues los kilowatts se generarán con el viento y con el sol.

La energía y el entusiasmo que ha mostrado la iniciativa privada contrasta con la aparente desidia de las autoridades. Específicamente en el caso del gas natural. El año pasado se registró un importante desabasto de este combustible en Yucatán, indispensable para el funcionamiento de empresas e industrias. El gobierno, entonces, sólo reaccionó ante un ultimátum, y la crítica situación incluso motivó el defenestramiento de un secretario estatal. Después de intensos cabildeos en el centro del país, se logró poner un parche y regularizar la situación, que ahí sigue, latente.

¿Cómo afecta a Yucatán este desabasto de gas? En primer lugar, es un freno a la expansión. Si no hay energía, no hay condiciones para que nuevas industrias se instalen aquí. Para mí, es una incógnita de cómo funcionará la cervecería y sus satélites que se instalarán en Hunucmá. Me imagino que hasta que el problema se solucione trabajarán con combustóleo, mucho, mucho más caro que el otro combustible.

Se señala que la situación podría mejorar… Hasta que arranque la próxima administración estatal. Se ha prometido que las empresas de la península de Yucatán recibirían gas natural de uno de los cinco ductos que vendrían desde Texas. Para que estos comiencen a funcionar aún faltan varios episodios: la adjudicación, el proceso de licitación y la construcción. En este gobierno de recortes y de indolencia burocrática tal vez fui optimista en el tiempo. Demasiado optimista. No tan graves como este caso, pero sí sumamente molestos son los cortes de luz que han sufrido algunos sectores de la ciudad. La Comisión Federal de Electricidad, haciendo gala de una estrategia de comunicación cavernaria, le ha echado la culpa a los usuarios de los mismos: justifica los apagones por la sobrecarga que ocasionan los aires acondicionados.

En esta coyuntura, entonces, se advierte fácilmente en dónde se encuentra el motor de nuestra industria energética, que históricamente ha estado en manos de burócratas, más ocupados —y preocupados— por su carrera y por la grilla que en generar verdadera riqueza. La irrupción de la iniciativa privada en el sector, creo yo, es un gran paso al desarrollo. Aunque voces anacrónicas critiquen que empresarios inviertan y hagan negocios en un área hasta hace poco vetada, la verdad es que el gobierno nos ha demostrado, una y otra vez, una y otra vez, que es incapaz de dar un servicio de calidad. La libertad que se defiende debe darse en todos los ámbitos, incluso en el empresarial. El caos financiero de Pemex, al borde de la bancarrota, y el pésimo servicio que da la CFE son ejemplos de la pertinencia de la competencia en un mercado en el que, al fin, se puede aspirar a más.

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[b]Mérida, Yucatán[/b]


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