Para los antiguos mayas, cuando el Sol -señor del día y de la noche- bajaba al inframundo, el jaguar se introducía en la Tierra para recorrer sus niveles hasta que amaneciera. En maya se denomina balam, en nahua océlotl y fue uno de los animales más importantes dentro de la cosmovisión prehispánica, junto con el águila y la serpiente. Desde tiempos muy remotos los olmecas representaban hombres con rasgos de felinos. Siglos después, en Teotihuacán, este animal fue un motivo muy común en la decoración y en la escultura.
El jaguar, por sus características físicas de piel manchada, era un símil de la bóveda celeste, las manchas representaban las estrellas y por sus hábitos nocturnos de cacería, simbolizaba la noche, el mundo obscuro, el inframundo; pero, sobre todo, era el doble (nagual) por excelencia de los gobernantes o sacerdotes, así como de los hombres vinculados a lo sobrenatural, como los hechiceros.
En el ámbito divino se le relacionaba con Tezcatlipoca ya que en los mitos de creación este numen fue el primer Sol, que -al ser desplazado por Quetzalcóatl- se convirtió en jaguar. Entre los antiguos nahuas al jaguar se le conoció también como tepeyollotli, corazón del monte; esta designación describe su habitad, lugares boscosos y madrigueras que asemejan entradas al inframundo. Asimismo, su instinto de acechar a su presa, camuflajeado por su piel, fueron elementos de admiración y temor que hicieron suyas las órdenes guerreras para representarse con estos atributos en pinturas y bajorrelieves en el mundo maya. En estas latitudes, es común encontrarse con los tronos de jaguar, asiento del gobernante, punto en donde confluye el arriba y el bajo, símbolo de poder por excelencia.
Edición: Laura Espejo
En videos difundidos se aprecia un incendio desde el interior de uno de los pabellones
Efe
Exigen el esclarecimiento de la desaparición de los 43 estudiantes en 2014 y justicia para Yanqui Gómez Peralta
La Jornada
La presencia de un grupo de agentes municipales provocó conatos de violencia
La Jornada
Durante el juicio las víctimas narraron las tácticas de violencia sexual que empleó el régimen de 1976 a 1983
Ap