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Día Internacional de la Lengua Materna, una vez más

Es una pieza fundamental en la composición de cada cultura y no un objetivo cuantificable
Foto: Enrique Osorno

Es paradójico percibir la lengua como un componente aislado de sus hablantes; urge mirarla como una pieza fundamental en la composición de cada cultura y no como un objetivo cuantificable únicamente por la cantidad de hablantes existentes. 

No sería lo mismo hablar maya, tének, alemán o chino desde los primeros días de vida, que aprenderlo más tarde en un aula u otro contexto, aunque desde una perspectiva funcional es casi seguro que el objetivo comunicativo sería bien logrado, sin embargo, la riqueza semántica podría tener limitaciones. Por ejemplo, mi lengua materna es mayat’aan y para expresar una necesidad básica como: tengo hambre decimos wi’ijen; si una persona nativa del español pensara en esa misma expresión para enunciar en maya y, siguiendo la lógica de su primer idioma, probablemente diría: yaanten wi’ij, es decir, literalmente tener, haber o estar, y hambre. Pese a que, aparentemente es lo mismo, es prácticamente imposible que un nativo del maya use la segunda expresión para referirse a ello. Es por eso que, cada persona mama, desde que nace, un idioma en el cual aprenderá a codificar junto con otras personas que le rodeen la realidad en la que se encuentran. De ahí que los llamemos idiomas o lenguas maternas.

Constantemente los idiomas pasan por procesos lingüísticos derivados de los hablantes y del dinamismo social; estos aparentemente son habituales, puesto que se originan desde ellos mismos como hablantes, empero no es lo mismo hablar de estos procesos cuando ocurren en idiomas dominantes que con aquellos que son minorizados, ya que, estos últimos llevan consigo una peligrosa naturalización de la opresión sistémica a la que muchas lenguas han estado expuestas.

En México, existen oficialmente 69 lenguas nacionales, 68 son catalogadas como indígenas y una más -mayoritaria-, el español. Pareciera que son idiomas que coexisten en el espacio geográfico de tal forma, que uno no se superpone en el otro debido a que existen políticas lingüísticas que promueven la salvaguarda y promoción de cada uno de ellos. Entonces, ¿por qué cada vez existen menos hablantes de lenguas indígenas en el país? En el último censo registrado en 2020, se estimó que la población hablante de lengua indígena era de 6.1 por ciento mientras que, en 2010, era de 6.6 por ciento. ¿Por qué a pesar del esfuerzo de instituciones, dependencias, asociaciones, colectivos y personas, la cantidad de hablantes de lengua originaria sigue a la baja?

Los diversos factores se generan y son promocionados implícitamente por el sistema y el Estado desde diversos ejes, como lo son la educación, el desarrollo, la cultura, la migración, entre otros. Pensemos en la educación, como un derecho básico para todos, pero que promueve la diversidad lingüística nacional como un tema exclusivo de los mismos hablantes -puesto que, no es lo mismo educación en lenguas y culturas indígenas que educación sobre y de lenguas indígenas-, no se considera parte fundamental en la educación básica y general para cualquier habitante del país, sin embargo el español e, incluso el inglés, sí; el desarrollo, es percibido desde lo que el occidentalismo plantea, desde lo que la monetización aprueba como eje funcional para el buenvivir y no desde lo que cada pueblo y cultura han conceptualizado y sistematizado como su propio desarrollo; la cultura, es un estandarte turístico en la mayoría de los casos y, por lo general, está lejos de representar la realidad de los habitantes cuando es vista desde el ojo sistémico. 

Entonces, ¿cómo hablar de la diversidad lingüística en México, si los hablantes estamos inmersos en un océano de complejidades que nos obligan a hablar español y olvidarnos de nuestro idioma? Las condiciones no han sido aptas, por el contrario, han pasado por encima de ellas y sus hablantes; aprendimos que nuestra lengua “no vale” si queremos ir más allá de nuestras casas, si es que aún se habla ahí. 

Este 21 de febrero, se conmemora, una vez más, el Día Internacional de la Lengua Materna, establecido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en noviembre de 1999. Han pasado 22 años desde entonces y la situación de las lenguas indígenas no solo en México, si no en el mundo, pintan un panorama desalentador si no actuamos de manera urgente. 

No es suficiente estar a favor de la promoción de la diversidad lingüística, es imprescindible asumir la vida y el ejercicio pleno de cada una de las lenguas pero sobre todo, de sus hablantes.

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Edición: Laura Espejo


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