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Josetxo Zaldua
La Jornada Maya

30 de marzo, 2016

Empujada por la FIFA, la Femexfut inició una campaña contra los gritos homofóbicos que proliferan en los estadios de futbol cada vez que el portero rival saca de puerta. El ¡puto! retumba sin piedad y sin que nadie se altere. Lo gritan por igual hombres, mujeres y niños, que no tienen empacho en decir a quien quiera oir que esa falta de respeto hace parte del folclore nacional,de los usos y costumbres. Y se quedan tan anchos.

Ya la Femexfut fue multada hace dos años, pero nada cambió. La cosa ha ido tomando otro cariz y esta noche, frente a Canadá, sabremos que tanta mella hizo en la afición la incipiente campaña lanzada a regañadientes por los impresentables directivos del futbol nacional. A tenor de las reacciones escuchadas este martes en diferentes medios radioelectrónicos parece obvio que el tal grito de odio seguirá escuchándose en los estadios del país.

El paso siguiente será una cascada de sanciones que podrían incluir hasta el cierre de los campos donde se produzca ese compartido insulto dedicado finalmente a quien es diferente. Asombra escuchar a un padre de familia acompañado de su joven hijo (hoy en ESPN) defender a ultranza tan odiosa actitud. Faltó preguntarle qué haría si los amiguitos de su hijo le gritaran ¡puto! ¿Se reiría?

El siempre centrado y atinado crítico Roberto Gómez Junco dijo hoy en el programa Futbol Picante, conducido por José Ramón Fernámdez, que el único modo de dejar de oir ese grito en los estadios de futbol implicaría que muchos aficionados mexicanos necesitarían volver a nacer y educarse de otra manera.

Pero como eso es imposible seguiremos soportando a esos energúmenos (incluyo a no pocas aficionadas) que envilecen al futbol y a quienes van a disfrutar o a sufrir pacíficamente los avatares del juego. Es inadmisible que se defienda lo que está mal so pretexto de que hace parte de nuestro disfrute. Se necesita ser muy descerebrado para defender lo indefendible.


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