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del

Rafael Morcillo López
La Jornada Maya

21 de marzo, 2016

Durante nueve días, la Filey se convirtió en la capital de la lectura del Sureste del país; fue una ciudad efímera vibrante, generosa, plural.

En su firmamento brillaron grandes astros de la intelectualidad de nuestro país, y del extranjero, que han iluminado nuestro pasado y presente, así como fulgurantes cometas, que pasan rápidamente y deslumbran a solo una generación.

Fue una polis de puertas abiertas, que no discriminó, en donde todos encontraron sitio para hablar, compartir, debatir; para vivir y convivir. Una amable Babel en la que paradójicamente todos hablamos el mismo idioma: el del amor a la lectura.

Sin embargo, la Filey es sólo la capital de una nación más grande, de un territorio imaginado, que trasciende fronteras geográficas, los límites físicos del Centro de Convenciones y Exposiciones Yucatán Siglo XXI y el gran Museo del mundo Maya y haciendo replica en Tizimín y Valladolid; la Filey es la expresión más visible de un esfuerzo mayor, mucho más discreto, que pretende sembrar en la tierra fértil de los yucatecos el gusto por la lectura; supongamos que este evento es la taquicardia de nuestro normal latir de todo el año.

La lectura, sin lugar a dudas, nos hace mejores personas: un poco más libres, un poco más locos, un poco más felices, y es por esa razón que tanto empeño ponemos en su fomento; es el impulso con el que comienza a girar un círculo virtuoso, que beneficia y pone en marcha a toda la sociedad. Un joven que lee tiene un mejor rendimiento en la escuela, y alimenta, asimismo, un espíritu crítico, un pensamiento más libre; no se limita a una sola versión: busca la verdad en distintas fuentes y, al final, saca una conclusión… Su propia conclusión.

La lectura, también, nos hace gozar más la vida; a través de ella viajamos y somos partícipes de historias extraordinarias; nos convertimos, junto con el autor del texto, en los creadores de un mundo único, personalísimo.

Nadie se imagina, por ejemplo, a Canek como yo, o como tú. O a Ana Karenina. O a Aureliano Buendía. O a Gregorio Samsa. Leer, reitero, te convierte en mejor estudiante, te hace más crítico y te hace más feliz. Tres de las muchísimas razones por las que estamos enamorados de este proyecto y felices por la respuesta que ha tenido. Tantas razones como libros publicados.

Este año la Filey se consolidó como el evento cultural más importante de Yucatán, que de páramo pasa a fértil huerta en donde la semilla de la lectura ha comenzado a germinar.

¿Qué maravillosos frutos nos ofrecerá ese frondoso árbol de la literatura, que bajo su sombra encontramos refugio y templanza? Y así como acabo de esgrimir las tres razones que nos mueven a asumir esta cruzada, con muchísimo gusto hemos recibido la noticia de que la Filey se ha convertido en la tercera feria literaria más importante del país, únicamente superada por la FIL de Guadalajara y por la de Palacio de Minería, en la Ciudad de México.

Asimismo, con las decenas de miles de personas que han asistido en estos días (más de 180.000), la Filey, nuestra Filey, es el tercer evento más concurrido de nuestro Estado, detrás de la Feria Yucatán Xmatkuil y el Carnaval.

Aquí, hemos vivido una semana de fiesta, en donde arropados por los libros han coincidido todas las bellas artes, desde la pintura a la música. Sin etiquetas, sin calificativos; todas las expresiones tuvieron sitio en este acogedor recinto, cuyo espíritu es el de sumar, nunca el de restar.

Y aunque nos alegramos de lo alcanzado, debemos asumir que aún nos hace falta mucho camino por recorrer. Y para eso, debemos voltear a ver qué se está haciendo en otros sitios para fomentar la lectura.

No les pido que veamos los programas que se implementan en esos paraísos de los lectores, como Finlandia, sino que conozcamos lo que se realiza en países cercanos y muy parecidos al nuestro. Por ejemplo, Chile y Colombia. Ahí, la sociedad está completamente convencida del poder de la lectura para mejorar; apuestan por ella para erradicar los lastres de han arrastrado generaciones… Y les está funcionando. Que la Filey, que hoy concluye, sea el puerto de salida de ese viaje, de esa maravillosa odisea cuyo destino sea la Ítaca tan añorada.

Les advierto, que como el Ulises de Kavafis, en el trayecto nos encontraremos con lestrigones y cíclopes… No tengamos miedo, recomiendo también, porque todos somos pasajeros y nos esperan otras aventuras maravillosas; esa es la magia de la lectura.

Magia que hoy reunió ventas por varios millones de pesos, superando en más de 10 por ciento el año anterior y que con la visita de más de 175 centros escolares pudimos atender a cerca de 17.000 niños y jóvenes.

*Discurso de clausura, pronunciado por el director de la FILEY


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