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Carlos Luis Escoffié Duarte
Foto: Archivo La Jornada Maya
La Jornada Maya

4 de marzo, 2016

Es impresionante como muchas personas en Yucatán (y muchos medios de comunicación) se rasgan las vestiduras ante el discurso xenofóbico, nacionalista y retrograda de Donald Trump, pero siguen culpando a los “fuereños” por los problemas en el estado. Alarmante, mejor dicho. Espero estar exagerando, pero no me extrañaría que nos encontremos actualmente en un caldo de cultivo para generar un personaje de ese calibre. En un país donde actualmente hay gobernadores que han generado suertes de regímenes autoritarios en sus estados, la posibilidad de un Mini Trump local no es exagerada.

La relación con el resto del país ha sido históricamente complicada. Desde la anexión a México, la efímera independencia por siete años y la segunda anexión, hasta las pugnas entre centralistas y federalistas, la tensión en diversas coyunturas ha sido heredada a través de un discurso de superioridad moral que debería preocuparnos seriamente. No son pocas las voces que explican los bajos índices de delincuencia en la entidad en comparación con otros estados con el argumento de que “la gente de aquí no es así” o “el yucateco no hace esas cosas”. Peor aún es ver que algunos medios de comunicación, al dar cuenta de las notas rojas, hacen referencia a gente con “aspecto fuereño”.

Me sorprende que deba rebatirse ese discurso de la misma manera en que se debate con fervor el discurso de Donald Trump: si algo ha formado a este estado ha sido la suma de identidades y de migraciones como las provenientes de Corea, Cuba, Cataluña, Francia, Líbano y Argentina, por mencionar a algunos países. Y por supuesto: migraciones en distintas épocas de gente provenientes de otros estados del país, quienes han ayudado a construir muchas de las cosas positivas que tenemos. Y a romper con tabúes y complejos. No creo ser el único que sospecha que el hecho de que las nuevas generaciones son cada vez menos conservadoras y más tolerantes es gracias a que están conviviendo con gente de otros lados que les ayudan a entender que hay mejores cosas de qué preocuparse que de aquello que hacen los otros sin afectar a nadie.

El falso discurso de superioridad moral esconde la perspectiva xenófoba, clasista y racista que hasta hoy permea en amplios sectores de nuestra sociedad. Culpa a los “foráneos” de problemas que son únicamente consecuencia de la mala administración, la exclusión, la segregación y la desigualdad que impera en el estado y sobre todo en la ciudad de Mérida. Refuerza esa incapacidad de aceptar críticas, de entender que hay otras formas de ser y de pensar. Es un discurso que sólo alimenta los problemas que busca inútilmente solucionar.

Por supuesto, al igual que el discurso Trump, culpar al externo es fácil y cómodo. No implica cuestionar las políticas públicas, el modelo de desarrollo, la dirección de los asuntos públicos y las causas del aumento de la pobreza en el estado. Es más fácil que reconocer el despojo sistemático de tierras a comunidades mayas, que los proyectos de inversión no están enfocados a una ciudad más accesible, verde y sustentable o que miles de familias carecen de los servicios más básicos. Pero quizá lo que más alarma causa es que muchos tengan esa xenofobia-nacional sin darse cuenta de que, muy probablemente, de haber nacido en Estados Unidos estarían portando camisas y gorras con la leyenda [i]Make America Great Again![/i]

[b]Twitter: @kalycho[/b]


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