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Foto y texto: Ricardo Corona*
La Jornada Maya

28 de enero, 2016


Si ponemos atención a un diálogo, cualquiera que este sea, veremos que es inevitable, llegado un punto, tener que dar, pedir o recibir razones. Sucede durante todo el día, como en automático al hablar y al escuchar. Usar bien las razones, es decir, entenderlas y comunicarlas bien, es útil para todo en la vida porque sirve para cuidar lo importante de lo importante, la comprensión.

El uso de “razones” atraviesa todos los temas y todas las compañías, son neutras y las usamos según el tema y la dirección que llevemos, por ejemplo: Damos razones para casarnos o para divorciarnos; para vender o para comprar un auto, etc.

Porque las razones son una herramienta importante en todos los temas, aprendiendo a usar correctamente esta herramienta, aprendiendo a dar y a reconocer razones correctas, una persona se hace de las condiciones lógicas para una mayor comprensión y un mejor manejo, también de todos sus temas.

Para mejorar la capacidad de dar razones, intentemos mirarle como “una habilidad”, es decir, entenderla como algo que se puede aprender y que con práctica se puede mejorar. Dar razones, como toda habilidad, tiene criterios de buena ejecución, estos criterios son los que hacen a una razón ser una buena razón. Conocer estos criterios crea filtros lógicos en la persona para una mayor comprensión y una mejor argumentación.

Pero, ¿Cómo distinguir si una razón es buena o mala?

Para distinguir buenas de malas razones, la razón que se expone, debe de forzar la existencia de aquello que se propone o justifica, por ejemplo, si alguien llega tarde al trabajo y su razón fue que le chocaron el auto en el camino, podemos ver que el choque, como razón de la tardanza, es una buena razón porque el choque forzó a esta persona a no poder continuar su camino para finalmente, llegar tarde al trabajo. Dado que el accidente existió, por fuerza la llegada tarde tuvo que suceder. En tanto más obligada sea la relación, mejor es la razón. Podemos verlo al revés también cuando para este mismo caso, la llegada tarde al trabajo, una mala razón es haber salido de fiesta la noche anterior, dado que se puede salir de fiesta y llegar a tiempo al trabajo. Porque desvelarse no obliga a llegar tarde, desvelarse es una mala razón de haber llegado tarde.

Estar entrenado en saber distinguir buenas de malas razones, te da seguridad, velocidad, certeza, amplitud, anticipación, coherencia y muchas otras cualidades que finalmente, son todas ventajas importantes a la hora de entender cualquier tema, o al darse a entender a cualquier audiencia.

Para quien desea continuar esta forma de ordenamiento intelectual, la recomendación en general es conocer la estructura lógica “Dar razones” desde todas las perspectivas que se puedan encontrar. El conocimiento de esta estructura, activará el reconocimiento de la misma cuando la escuchemos y la usemos en los distintos diálogos del día. Para más información sobre el tema visita www.habraz.com.

*Psicólogo de profesión egresado de la Universidad Marista de Mérida, y dedicado a la filosofía, actualmente encabeza el proyecto Habraz, (Escucha con orden); el texto corresponde a una de las estructuras que usa el autor

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