Felipe Carrillo Puerto

Felipe Escalante Tió
Ilustración de la revista Tierra, número 12, 15 de julio de 1923
La Jornada Maya

5 de diciembre, 2016

La estrategia de comunicación de Felipe Carrillo Puerto en el gobierno fue tal vez su principal debilidad. Cierto que había heredado un conflicto con la prensa existente antes de su campaña por la gubernatura. Durante 1921 se registraron varios atentados contra periodistas, que no habían pasado de amenazas y heridas con armas punzo cortantes contra corresponsales de [i]La Revista de Yucatán[/i] en Uayma o Progreso. Manuel R. del Prado, director de [i]El Correo[/i], fue apaleado aparentemente por alguna nota de protesta. Otro incidente ocurrió en Ticul, donde la policía pudo apagar una bomba de dinamita colocada a las puertas del domicilio del corresponsal de [i]La Revista[/i], en dicha ciudad. Sin embargo, el hecho que marcó la relación con los periódicos fue el asesinato del profesor Florencio Ávila y Castillo, antiguo compañero de Carrillo Puerto en la campaña electoral de 1897, ex secretario del general Salvador Alvarado y a la sazón presidente de la Asociación de Periodistas de Yucatán, ocurrido el 8 de julio de 1921.

Con dicho antecedente, el que se optara por utilizar un discurso de confrontación en un periódico nuevo pero realizado en talleres de tecnología ya prácticamente obsoleta que no le permitía el tiraje y la circulación de las rotativas, se demostraba que a Carrillo Puerto no le interesaba el reconocimiento de quienes hasta entonces habían sido los dirigentes de la opinión pública; por el contrario, pretendía demostrar su fortaleza y poder de convocatoria en actos públicos masivos, algo heredado de las campañas del general Francisco Cantón y Delio Moreno.

Con todo, el diario [i]El Popular[/i] no representó competencia una vez que hubo una “reconciliación” entre Carrilllo Puerto y Carlos R. Menéndez, en agosto de 1922. Ésta tuvo tres efectos: 1) la desaparición de [i]El Popular[/i] del escenario de la prensa yucateca, 2) el apoyo del gobierno del estado a la celebración del octavo congreso de Prensa Asociada de los Estados y 3) la aparición de la revista Tierra, el magazine del sureste.

[h2]Tierra[/h2]

El Partido Socialista de Yucatán contó a los dos años de su fundación, en 1916, con un diario; el vespertino [i]Tierra[/i], del cual apenas se conservan unos cuantos ejemplares en Yucatán a pesar de que un sobreviviente de la época, el obrero convertido en periodista Ceferino Gamboa, declaró tener una colección completa de dicha publicación; del 30 de mayo de 1918 al 27 de febrero de 1919.

En su primera época, Tierra desapareció tras la jornada conocida como el “Zamarripazo”; el primer domingo de noviembre de 1919, cuando debían celebrarse elecciones para renovar al Congreso del estado, el jefe de operaciones militares, coronel Isaías Zamarripa, tomó la sede del Partido Socialista de Yucatán, arrestando a sus dirigentes y mandando quemar sus archivos y oficinas; esto con apoyo del presidente Venustiano Carranza. El triunfo de la rebelión de Agua Prieta y la alianza entre Carrillo Puerto y el grupo de “los sonorenses” (los generales Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta) terminó por desconocer a las autoridades emanadas del “Zamarripazo”.

Sin embargo, la Liga Central de Resistencia había permanecido sin una publicación que le sirviera para transmitir la ideología del socialismo a sus militantes. Fue aquí cuando, tras el cierre de [i]El Popular[/i], se decidió lanzar una tercera época de [i]Tierra[/i], bajo la dirección del poeta Ricardo Mimenza Castillo.

Ahora bien, si [i]El Popular[/i] estaba hecho para el combate diario, [i]Tierra[/i] lo fue para la propagación de la “buena nueva” socialista. La revista estaba diseñada para ser consumida por las ligas de resistencia, no necesariamente para convencer a los adversarios sino para mantener a la comunidad socialista yucateca unida, alrededor de una especie de homilía. Los llamados a utilizar los poemas publicados en las páginas centrales del semanario para ser recitadas en las asambleas culturales que celebraban las ligas semanalmente, no se hicieron esperar. La publicación se volvió así el mensaje periódico de la Liga Central a las sufragáneas y de éstas hacia los socios, dando forma a una participación política cooptada por las mismas ligas; pero en este circuito de comunicación, el contenido de Tierra era central, como bien apunta la investigadora Damiana Leyva en la edición facsimilar que recientemente se hizo de esta publicación.

Quedaba por ver la efectividad de este circuito, toda vez que su operación iba en sentido vertical y de arriba hacia abajo. Dentro de una asociación muchas veces dirigida y bajo diversos mecanismos de presión social, las asambleas culturales pudieron haber tenido un gran éxito cuantitativo, pero no necesariamente cualitativo; es decir, a pesar de que las reuniones pudieron haber registrado cientos de asistentes, nunca debieron faltar aquellos que, habiendo sido convocados bajo amenaza, acudían únicamente para ser vistos por los convocantes y retirarse a la primera oportunidad, así como quienes se dormían durante las sesiones o a quienes las prédicas les entraban por un oído y les salían por el otro.

[i]Tierra[/i], en su tercera época, fue un producto editorial como pocos. Las portadas e ilustraciones, obra de Víctor Montalvo Solís, son ejemplo del arte neomaya en el dibujo. Poemas de Mimenza Castillo o Aurelio Velázquez eran el común denominador de la sección [i]Lira Roja[/i], además de noticias y fotografías de la construcción de la carretera Dzitás –Chichén Itzá o las frecuentes entregas de tierras mostraban la actividad del gobierno socialista. Sin embargo, es necesario preguntarse si [i]Tierra[/i] era suficiente en un escenario dominado por la prensa de oposición. Siendo un semanario, competía con [i]La Lucha[/i], de Manuel María Escoffié, una publicación dedicada a exaltar lo yucateco (por algo era órgano del Partido Autonomista de Yucatán) pero también a debatir el feminismo de Elvia Carrillo Puerto y el pretendido socialismo.

Quedaban además el diario[i] El Correo,[/i] reclamando continuamente la inseguridad en el estado y recordando hasta el fin del régimen de Carrillo Puerto que el asesinato de Florencio Ávila permanecía impune después de dos años.

[h2]La apuesta de un régimen[/h2]

Cabe preguntarse si el gobierno socialista encabezado por Carrillo Puerto tuvo realmente una estrategia de comunicación, o si ésta implicó más una regresión hacia un modelo comunicativo de antiguo régimen: oral, rural, al cual la palabra escrita llegaba de la mano de una élite letrada, en lugar de uno moderno donde fuera el individuo quien pudiera acceder al periódico y con ello incorporarse a una comunidad lectora. La dificultad estriba, por supuesto, en que no existía una masa lectora rural y se volvía necesario transformar a la sociedad yucateca; al habitante típico de pueblos y haciendas: mayahablante, iletrado; urgía un proceso de ciudadanización rápido y dirigido, pero publicaciones como [i]El Popular[/i] y [i]Tierra[/i] no fueron los apropiados para conseguirlo. No estaban diseñados para una masa.

Tampoco es posible afirmar que Carrillo Puerto apostaba a la novedad tecnológica: la radio. Es cierto que durante su gobierno se estableció la primera estación, en lo que hoy es la Casa de la Cristiandad en Mérida, pero se trataba de un medio experimental. Una difusora es solamente eso; el gobierno necesitaba que se instalaran aparatos receptores entre la población para hacer llegar su mensaje hasta a los analfabetas. Mientras, la prensa debía ser su principal medio.

Confrontación con los demás medios y un aparato de comunicación limitado fueron, a fin de cuentas, una debilidad que tuvo un fuerte costo para Carrillo Puerto y los suyos. A fin de cuentas, un gobierno que no sabe comunicar termina por perder.

[email protected]