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Felipe Escalante Tió
Portada del diario [i]El Popular[/i], del 17 de octubre de 1922 ? Original en la Biblioteca Yucatanense
La Jornada Maya

4 de enero, 2016

Si un personaje justifica que entre historiadores se emplee la frase “santoral del Estado” para referirse a la celebración de alguna efeméride, éste es sin duda Felipe Carrillo Puerto. Quienes en la primaria escuchamos cada lunes aquello de que su nombre lo dicen las aves y las florecitas del rosal, podemos entender que algún investigador haya señalado que, más que una bibliografía, existe una hagiografía acerca del gobernador socialista yucateco por excelencia; que su vida haya sido narrada en forma compacta y lineal, y prácticamente sin cuestionamientos, salpicada de anécdotas románticas.

El problema con lo escrito acerca de Carrillo Puerto es la abrumadora atención que han recibido sus últimos días: desde el estallido de la rebelión delahuertista en diciembre de 1923, hasta su fusilamiento el 3 de enero de 1924. Es todavía reciente la investigación acerca de la educación racionalista y el feminismo de su hermana Elvia. Sobre el [i]Apóstol rojo[/i], pues, es mucho más lo que se ignora que lo que realmente se sabe acerca de su gobierno, trágicamente interrumpido.

Tomando en cuenta su relación con la prensa y la errática estrategia de comunicación que tuvo, el de Carrillo Puerto fue un gobierno débil a pesar del alto nivel de autoritarismo y la canalización de la vida política a través de las ligas de resistencia. La oposición interna a su administración fue amplia y la respuesta a sus demandas a través de publicaciones.

[h2]Los años formativos[/h2]

Felipe Carrillo Puerto tendría unos 23 años en 1897, cuando participó en la campaña por la gubernatura de Yucatán impulsando la candidatura del general Francisco Cantón Rosado. En el periódico [i]La Juventud Liberal[/i], se encontró con otros jóvenes: Carlos R. Menéndez, José María Valdez Acosta y Luis Rosado Vega, entre otros, que harían del periodismo una carrera. Se desconoce si por entonces Carrillo Puerto trabó amistad con Menéndez, sin embargo, cabe la posibilidad de que este último le hubiera prestado 250 pesos en 1906 para el inicio de la publicación de [i]El Heraldo de Motul[/i], un periódico bisemanario en el cual Carrillo Puerto, junto con un equipo de redactores formado por Agustín Franco Villanueva, Pedro Pérez Miranda, el doctor Manuel Amézquita, Silvio Selva Salas, Librado Montesinos, de Tampico, y Salvador Martínez Alomía, de Campeche, radicados todos en Motul, se dedicaron a denunciar los abusos cometidos en contra de los peones de las haciendas del Partido. Lamentablemente, no se ha conservado un solo ejemplar de [i]El Heraldo[/i] siquiera para corroborar su aparición.

A partir de 1909, Felipe Carrillo Puerto se vinculó a [i]La Revista de Mérida[/i], periódico propiedad de Carlos R. Menéndez, como su agente y corresponsal en Motul. También participó, junto a Menéndez y José María Pino Suárez, en el congreso de Prensa Asociada de los Estados. El futuro gobernador socialista tenía experiencia en el periodismo y conocía de su importancia para comunicar su ideario y acciones. Entre 1909 y 1913, Carrillo Puerto sería operador político de Delio Moreno Cantón en contra primero de Olegario Molina y Enrique Muñoz Arístegui, y luego contra Pino Suárez y Francisco I. Madero.

[h2]La prensa yucateca en los años socialistas[/h2]

Entre 1921 y 1923, a través de los periódicos, se dio una batalla por la opinión pública en Yucatán. De este enfrentamiento en la prensa no sobrevivió una sola de las publicaciones existentes.

El escenario de la prensa que tuvo Carrillo Puerto fue plural, a pesar de su pretensión por encauzar la vida política hacia la hegemonía del Partido Socialista del Sureste. De hecho, la estructura de comunicación del gobierno socialista fue débil e insuficiente en comparación de los medios con que contaron sus opositores. Dominaba el escenario [i]La Revista de Yucatán[/i], propiedad del antiguo compañero Menéndez, como el periódico más poderoso económicamente. Existieron otros, dirigidos también por antiguos compañeros de la época porfirista de Carrillo Puerto.

La estructura de prensa de la administración socialista quedaba en desventaja tanto por la cantidad de publicaciones como por la calidad de éstas en cuanto a servicios informativos, tecnología de impresión y de uso de imágenes. En realidad, la relación del [i]Yaax Ich[/i] con la prensa fue de un pugilato continuo. Desde antes de llegar a la gubernatura, todavía como gobernador electo, ya había mandado una circular en la cual se conminaba a los jefes de oficinas del estado a participar en un boicot en contra de la prensa local, negándoles notas. El motivo supuesto fue que todos los periódicos eran contrarios a la administración y “especialmente contra partido Socialista que llevóles perder”, según un documento del Archivo General de la Nación.

Sabiendo que encontraba oposición del periódico más poderoso y con mayores recursos tecnológicos, Carrillo Puerto respondió con [i]El Popular[/i], surgido días antes de su designación como candidato a gobernador y que en un año tuvo cuatro directores. Además, dedicado “a la defensa del proletariado y del derecho de los humildes”. En efecto, [i]El Popular[/i] dejaba mucho que desear en comparación a los diarios ligados al gobierno de la época porfiriana y aun de los primeros años de la Revolución.

El Popular apenas contó con servicios de telégrafo nacionales, la publicación de fotografías fue la excepción, más que la regla, además de estar impreso prácticamente en prensas artesanales, en lugar de rotativas. Su discurso, igualmente, resultaba de confrontación, llamando “burgueses” a los demás medios y en consecuencia desconociéndolos como representantes de la opinión pública, y descalificando mediante apodos e insultos a los adversarios como el propio Carlos R. Menéndez, Salvador Alvarado y Miguel Alonzo Romero.

La relación entre Carrillo Puerto y Menéndez no fue de tirantez todo el tiempo. Un acercamiento, promovido por Prensa Asociada de los Estados, luego de una rivalidad creciente durante la primera mitad de 1922. El 15 de agosto de ese año, los periodistas Juan Malpica Silva y Felipe Xocchihua atestiguaron la reconciliación de los viejos amigos.

Es posible que, ya impedido de señalar a un adversario concreto en el cual se había invertido mucha tinta en construir, [i]El Popular[/i] comenzara a decaer. La tónica pasó a ataques a una “reacción” muy general, como “el elemento clerical” o “la esclavitud”. La última entrega saldría de los Talleres Tipográficos Mayab el 28 de abril de 1923, alegando que la Empresa Editora Mayab S. A. atravesaba por dificultades económicas que le obligaban a suspender la publicación. Diseñado, pues, para el combate diario, [i]El Popular[/i] fue perdiendo la razón de su existencia y hubo necesidad de retirarlo, dejando en el escenario a la revista [i]Tierra[/i], tema de una próxima entrega.

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