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Francisco J. Rosado May
Foto: Infoqroo
La Jornada Maya

Martes 04 de diciembre, 2018

Las expectativas de cambio en nuestro país se han renovado a partir de este primero de diciembre con la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador como Presidente de nuestro país. La ceremonia de entrega del Bastón de Mando y el mensaje de AMLO a la nación, después del protocolo oficial en el H. Congreso de la Unión y ya en calidad de Presidente en funciones, tienen un significado relevante; permiten asegurar que los pueblos indígenas estamos ante una oportunidad nunca antes visto en la historia de nuestro país.

Por un lado, está la creación del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas que descansa en la premisa de que los indígenas somos sujetos de desarrollo, no objetos de desarrollo. Por otro lado, están las promesas de campaña que descansan en el dicho “nunca mas un México sin nosotros”. Adicionalmente están los acuerdos y convenios internacionales; un ejemplo es la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas por la ONU que se aprobó el 13 de septiembre de 2007, después de dos décadas de negociaciones, del cual México fue promotor y es adherente; otro ejemplo es el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo que se adoptó en la sexta reunión de la Conferencia General de la OIT el 27 de junio de 1989 en Ginebra, Suiza, ratificado en la Cámara de Senadores del Congreso de la Unión el 11 de julio de 1990.

Los siguientes pasos para el proyecto del tren maya se circunscriben en el contexto nacional e internacional antes descritos. En esta entrega me atrevo a presentar ideas y escenarios que, con una visión intercultural que articula el pensamiento indígena con el de otras culturas a nuestro alrededor, podrían conducir a atender inquietudes genuinas sobre el proyecto del tren Maya y ofrecer una oportunidad real de desarrollo de los mayas como sujetos, no objetos. Las acciones que el equipo de AMLO lleve a cabo a partir del primero de diciembre serán en su calidad de gobierno, no hay que perder de vista esta situación que no existía antes de esa fecha.

El acercamiento de representantes del gobierno federal con las autoridades y líderes, formales y no formales, de las comunidades Mayas sería un muy buen primer paso.

Si bien muchos indígenas participamos en el ejercicio de consulta del pasado 24 y 25 de noviembre y apoyamos los proyectos de AMLO, podría ser necesario explicar a las autoridades y líderes indígenas el proyecto del tren, no solo para dar información sino para aclarar que el resultado de la consulta no sustituye la consulta que debe hacerse a los pueblos indígenas, tal y como está establecido en el marco legal de nuestro país. En este acercamiento podría acordarse una fecha para llevar a cabo una ceremonia en la que se dé a conocer que los trabajos que conducirán a la consulta libre, previa, informada y culturalmente pertinentes, dirigido a los pueblos indígenas, darán inicio. La información sobre la factibilidad económica, el impacto ambiental y su remediación, así como la apertura a formas legales de participación de las comunidades tanto en la consulta como en proyectos asociados con el tren, deberán ser parte del proceso.

No es mala idea pensar que la consulta a los pueblos indígenas sea también un ejercicio de planeación participativa. Los beneficios que puede traer el tren no necesariamente se circunscriben solo a las áreas donde se establecerán las rieles o los sitios donde se ubicarán las terminales o a los usuarios directos, sino que se abren escenarios para la planeación integral del desarrollo con la participación de la población. En otras palabras, por ejemplo, una terminal del tren en Felipe Carrillo Puerto representa un punto de llegada de turistas interesados en conocer la cultura viva, la flora, fauna, bellezas naturales, comida, artesanía, etc., ubicados en comunidades aledañas. Asimismo, la vía férrea puede representar una posibilidad para transportar los productos que se generan en comunidades aledañas de esa terminal, para que sean vendidos en otros puntos del estado o del país.

Se ha hablado sobre involucrar a ejidatarios como accionistas del proyecto del tren, sobre inversión en las comunidades donde pase el tren, sobre la participación de las universidades en el entrenamiento del futuro personal que un proyecto de esta magnitud necesita, etc. Lo cierto es que el proyecto del tren Maya representa una excelente oportunidad de articular el desarrollo de toda la región, pero no debe perderse de vista que requiere una enorme inversión que no solamente debe recuperarse, sino que debe hacerse pensando en detonar un desarrollo y crecimiento económico sostenibles. Este escenario sí es posible con la planeación participativa la cual incluye, como premisa y como oportunidad, una consulta como marca el Convenio 169.

Considero que el tren maya es una oportunidad y estoy preparado para participar y aportar, en la medida de mis capacidades, en el proceso de consulta. Esta oportunidad debe convertirse en realidad.

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