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Jesús Hernández Martínez
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Martes 13 de noviembre, 2018

Ahora que está de moda el fenómeno de la migración y que nuestro país pretende ser “un amigable receptor” de miles de desplazados centroamericanos que vienen huyendo de la inseguridad, la miseria y desempleo, será bueno para las autoridades y la población pensar y meditar sobre el problema y una solución definitiva que, al parecer será casi imposible conseguirla.

El desplazamiento masivo de habitantes de un país hacia otros, un fenómeno prácticamente mundial, llama mucho la atención y se le denomina en la práctica migración externa o internacional. Al cambio de domicilio, motivado por varias causas, dentro de un mismo país, se le llama migración interna y ésta también es de llamar la atención ya que, en entidades como Quintana Roo, es una de las causas del mayor crecimiento poblacional.

Este ha sido un tema recurrente desde hace muchos años en nuestro estado ya que en regiones como la Riviera Maya, de acuerdo con el Inegi, el crecimiento poblacional es del 14 por ciento anual cuando en el resto del país es en promedio del 2 por ciento en el mismo plazo. Ese 14 por ciento, el más alto también de América Latina, obedece a la migración interna.

Se dice en broma pero es en serio que, si pudiéramos observar por aire durante 24 horas las carreteras que comunican del interior del país a Cancún y la Riviera Maya, comprobaríamos que 20 o más familias llegan con muchas o pocas pertenecías para quedarse a vivir definitivamente en el norte de Quintana Roo.

Otra referencia de esa situación es la que han externado en varias ocasiones las autoridades educativas: cuando se anuncia la construcción de una nueva escuela de educación básica, ya está completa su matrícula. Pero no solo para atender la demanda de la educación básica, que a fin de cuentas se cubre en más del 97 por ciento, el gobierno “se las ve negras” pues también los cada vez más “quintanarroenses” demandan vivienda, agua potable, energía eléctrica y otros servicios además de que enfrenta constantemente la invasión irregular de predios desocupados que, a fin de cuentas, se regularizan.

¿Por qué tanta migración (o inmigración) hacia Quintana Roo? Porque también la entidad, por su condición turística ofrece mucho empleo, que también atrae a extranjeros que laboran, con buenos sueldos, en Cancún, la Riviera Maya y Cozumel.

El fenómeno de la migración interna, que también se da del campo a la ciudad en menor escala, no es malo y es legal, pero de vez en cuando algún funcionario se pregunta: ¿por qué el gobierno de Quintana Roo debe ofrecer buenas condiciones de vida a quienes llegan de otras entidades, como los chiapanecos que también llegan en grandes cantidades al norte del Estado y que se desempeñan en actividades laborales primarias?

La llegada masiva de chiapanecos, pero que vienen para emplearse básicamente en la construcción, y a los que se suman las grandes cantidades de campechanos y yucatecos, representan un fenómeno singular. Los chiapanecos duermen y comen en sus lugares de trabajo; su situación no es de lo mejor y, quienes no se hayan percatado de esa situación, pueden darse una vueltecita los sábados y domingos por los parques públicos de Playa del Carmen. Como “braceros” tratan de ahorrar lo más posible de sus magros ingresos para enviarles dinero a sus familias aunque algunos llegan con esposa e hijos. Las autoridades toman algunas medidas para disminuir su condición de mala calidad de vida.

Los campechanos y yucatecos retornan los fines de semana a su lugar de origen para reunirse con sus familias y los lunes regresan en grandes caravanas al norte de Quintana Roo. Todos, chiapanecos y peninsulares significan una de las más altas migraciones internas de nuestro país.

Aunque solo se habla de vez en cuando de las consecuencias de la alta migración hacia Quintana Roo, es del dominio público que en Cancún y Playa del Carmen son visibles los “cinturones de miseria”. Muchas de las familias que llegan en busca de una vida mejor, a falta de otras posibilidades, habitan casas de cartón con piso de tierra, sin agua ni energía eléctrica.

Sin duda, sí hace falta que las autoridades piensen y mediten qué puede hacerse para ofrecerles mejores condiciones de vida a los miles de migrantes que, en el caso de Quintana Roo, no son de paso, sino que llegan para quedarse a vivir en la entidad de manera definitiva.

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