de

del

Hugo Martoccia
Foto: Comunicación Laura Beristain
La Jornada Maya

Cancún, Quintana Roo
Lunes 1 de octubre, 2018

En la política quintanarroense las cosas comienzan a ponerse en su lugar, la novedad, si se quiere, es que las mujeres están dispuestas a ocupar el espacio primordial en la oposición al gobierno de Carlos Joaquín. Marybel Villegas, Laura Beristain y Perla Tun se han animado a la disidencia, y a tener un proyecto político que esté enfrentado con el del gobernador. Y eso no es poca cosa en Quintana Roo.

El pronóstico, por supuesto, es reservado, porque el jefe del Ejecutivo estatal también comienza a mostrar un rostro político más adusto, más acorde con los tiempos que se avecinan, donde se pondrá en juegos nada más y nada menos que la gobernabilidad y el poder.

[b]Marybel, luces y sombras[/b]

En los últimos días, el protagonismo de Marybel Villegas sufrió algunos golpes. La senadora de Morena tomó como bandera el tema de Aguakan, pero de todos lados le recordaron que en 2014, cuando era diputada y formaba parte del borgismo, ella votó a favor de la ampliación de esa concesión.

El tema tuvo amplia difusión y la senadora no encontró ninguna defensa sólida para presentar. Más allá de eso, este caso demuestra que Marybel ha decidido instalarse como una oposición fuerte frente al gobierno. Lo hizo desde la campaña, cuando eligió a la familia Joaquín como su enemigo político. Y ahora lo hace con un tema como Aguakan, que siempre puede dejar buenos dividendos.

Marybel intuya que el gobierno no puede o no quiere quitar a la empresa. Imagina un acuerdo para mejorar las condiciones de la prestación del servicio, la obligación de más obras, y no mucho más. Y supone que en ese momento, todo será ganancia política y electoral para ella.

Sin embargo, hay dos aspectos que marcan el límite del inicio de esta campaña anticipada hacia 2022. Uno tiene que ver con los errores propios. La velocidad con la que marche la senadora será proporcional a los golpes que podría sufrir en una hipotética caída.

El caso de Aguakán se lo demostró, aunque intentó defenderse de lo que hizo en 2014, en las redes sociales fue abismal la diferencia entre quienes la criticaron con quienes la apoyaron.

Quizá ya aprendió que no hay recetas mágicas ni mediáticas para salvarse del escrutinio ciudadano. Eso se intentó durante el borgismo, y terminó como terminó.

Por otra parte, se ve en el gobierno de Carlos Joaquín el indicio de una actitud diferente ante este tipo de desafíos. Un político que conoce al mandatario estatal, pero que tiene una relación ambivalente con él, dice que habría que mirar lo que sucedió con Chanito Toledo Medina, Perla Tun, y lo que será la relación con Laura Beristain. Ese es el estilo de lo que viene, asegura.

[b]Los Beristain[/b]

Laura Beristain ha sido el principal blanco de esa supuesta nueva actitud del gobierno. La alcaldesa de Solidaridad no genera confianza en el joaquinismo, que decidió “atarle las manos” en algunos temas.

Le quitó el manejo del C4, pero también decidió que la presidente municipal electa no tenga dominio de lo que sucederá con el edificio del Palacio Municipal, que pronto dejará de utilizarse porque la administración se mudará a uno nuevo. El pasado Cabildo lo entregó en comodato al Instituto de Cultura. Y, dicen que el gobierno, así evitó una inminente venta de ese inmueble.

Laura les respondió con advertencias de que investigará a fondo la gestión de Cristina Torres, y con un hecho concreto: su hermano Juan Carlos, síndico de Cristina, presentó una controversia constitucional contra la Ley de Asentamientos Humanos, un tema muy especial dentro del joaquinismo.

Y eso es apenas el comienzo. En el oficialismo anticipan que Laura tendrá muchos problemas para dominar un Cabildo que será muy díscolo, y que no le aprobará todo lo que quiera.

La alcaldesa, por su parte, está dispuesta a dar la batalla hasta donde haga falta. Está convencida que el neojoaquinismo es una especie política que ya vivió sus mejores días.

[b]Perla, ¿fin o reinicio de un proyecto?[/b]

El tercer nombre de la nueva oposición es el de la indomable Perla Tun. Decidió sentarse en el Cabildo de Pedro Joaquín Delbouis y, por lo que parece, se va a cobrar una a una todas las afrentas que dice haber sufrido.

La imagen de la madrugada de este domingo, con la alcaldesa saliente observando cómo intentaban abrir, sin la llave, la puerta del despacho presidencial de la isla, es toda una señal de lo que sucederá.

Sin embargo, hay una diferencia fundamental entre Perla y las otras mujeres de la oposición. Marybel y Laura deben demostrar, aún, que son más que una extensión electoral momentánea de Andrés Manuel López Obrador. Perla tiene votos propios

El primero de julio pasado perdió su reelección por 3 mil 400 votos sobre casi 40 mil sufragios válidos en la isla. Y lo hizo con todo el “sistema” apoyando a Pedro Joaquín. No es poca cosa.

El interés de Morena en acercarse a la ex alcaldesa, que es real, debería preocupar a todos. En la ínsula, con una candidata débil, Morena tuvo más de 8 mil votos, suficientes para que, si se trasladaran a Perla, la ex presidente municipal vuelva a ser un dolor de cabeza electoral.

Perla pensaba que en el PAN tendrá las puertas cerradas, y que su relación con Carlos Joaquín, quien ni siquiera asistió a su Segundo Informe, no tiene vuelta atrás. Por ello, la puerta abierta de Morena es una gran tentación.

[b]El enigma de Mara[/b]

Un cuarto nombre en este espacio opositor debería ser el de Mara Lezama, pero el estilo de la alcaldesa de Cancún no es la confrontación. Además, su relación con Carlos Joaquín es, al menos hasta hoy, buena.

Habrá que ver cómo fluye su administración en esa trituradora de políticos llamada Cancún, y cuál es el objetivo electoral de Mara. Pero hay un dato que no es menor: a Mara le han servido más los acuerdos que los enfrentamientos. Ganó, como se sabe, siendo la “candidata de todos”; no la enemiga de alguien.

Más allá de los nombres, el problema principal de estos enfrentamientos es que, cada uno en su ámbito, puede ser motivo de cruces que involucren la gestión pública.

Eso significa, sin vueltas, que esas batallas político-electorales podrían dejar de tener créditos cuando desordenen las relaciones de gobierno más allá de lo recomendable. Ese límite, por supuesto, nunca está del todo claro. Normalmente se reconoce una vez que ya se cruzó, y los daños son irreversibles.

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