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del

Hugo Martoccia
Foto: Infoqroo
La Jornada Maya

Cancún, Quintana Roo
Lunes 10 de septiembre, 2018

Un par de frases sueltas, casi imperceptibles, en los dos discursos que pronunció Carlos Joaquín por su Segundo Informe de Gobierno, abrieron la puerta a una reestructuración necesaria, pero resistida, dentro del gabinete y de la administración en su conjunto.

En honor a la verdad, las frases del gobernador fueron incluso un poco más allá, y hablaron de que el cambio debe incluir hasta las formas de gobernar.

“Estoy consciente que necesitamos de la evaluación social, de reestructurar el gobierno, de que el recambio generacional no sea biológico sino de pensamiento”, dijo Carlos Joaquín.

Esa frase, de tratarse realmente de una propuesta y no de un discurso de ocasión, encierra mucho más que un mero cambio de nombres. Habla de la evaluación social, que no fue favorable el 1 de julio, y de reestructurar el Gobierno en un sentido amplio, no sólo de nombres, sino de formas.

Es un autocrítica profunda, y marca una visión superadora de las cosas del día a día. Se trataría, también, de un proyecto muy ambicioso que quizá se ha demorado más de la cuenta.

En este espacio ya se dijo días después de las pasadas elecciones: el “cambio” requiere de una reformulación de su relato. La sociedad necesita recordar en toda su dimensión porqué lo votó en 2016. El primer paso para retomar ese camino sería entender lo que la sociedad pide.

En el entorno de Carlos Joaquín aseguran que el gobernador ha entendido claramente el mensaje de las urnas el 1 de julio. Aún así, algunos no se explican porqué tarda tanto esa presunta certeza en llegar hasta donde están los problemas.

Ese desconexión tiene, para Carlos Joaquín, nombres y apellidos.

[b]Ajustes de forma y fondo [/b]

El mensaje de este sábado del gobernador podría dar lugar a un ajuste de forma y fondo.

Hay que decir algo con toda claridad: Carlos Joaquín está conforme con el rumbo general del gobierno; considera que está sentando las bases de una reestructuración total de la administración pública estatal, y que dentro de cuatro años habrá finanzas sanas, un salto de calidad en lo social, y un futuro promisorio. Está convencido de ello.

Pero ha expresado, en varios encuentros privados, una sentencia firme: “Los funcionarios están lejos de la gente”, ha dicho, palabras más, palabras menos, ante varios confidentes.

Son escasos los funcionarios que pasan el filtro de la aprobación total del gobernador. Muchos meses atrás, en una reunión de gabinete, Carlos Joaquín les recriminó esa falta de compromiso. Casi todos pusieron su renuncia sobre la mesa.

En aquel momento el gobernador no las aceptó, pero al poco tiempo hizo una renovación profunda del gabinete con la excusa de las elecciones.

Debe recordarse algo: de los funcionarios que se fueron del gabinete para la elección (Jorge Portilla, Juan Vergara, Julián Ricalde y Miguel Ramos Martín) algunos no llegaron ni a ser candidatos, y los otros perdieron sin atenuantes. Nunca se terminó de entender realmente si Carlos Joaquín los mando a ganar o a perder.

Lo cierto es que ahora no hace falta, ni hay tiempo, para tal especulación; si va a hacer cambios, debe hacerlos ya y sin dilaciones. La excusa sucedió el 1 de julio, hace más de dos meses.

[b]Fuego amigo[/b]

Los meses que siguen marcarán sin duda el destino político de Carlos Joaquín. Entre su Segundo Informe y la elección de junio próximo, cuando se renovará el Congreso local, el mandatario debe recomponer su fuerza electoral, que se vio sacudida el pasado 1 de julio por la irrupción definitiva de MORENA.

En ese contexto, flaco favor le hace a esa causa el ataque mediático desmedido que sufre la alcaldesa de Solidaridad, Cristina Torres. En un sector del Gobierno reconocen que se trata de “fuego amigo”; hay mucho nerviosismo ante los insistentes rumores de cambios profundos en algunas áreas de la administración, que el gobernador casi confirmó en su discurso de ayer.

El nombre de Cristina apareció en algún momento como alternativa en la Secretaria de Gobierno, y luego como representante del Ejecutivo en el norte del estado, con la tarea específica de armar un entramado electoral sólido para la próxima elección.

Su inserción natural en el Gobierno le ha creado demasiados enemigos entre los aliados. No es anormal en política; lo anormal es que la ataquen hasta el punto de manchar su administración, y poner en juego todo el proyecto estatal

Cristina Torres hizo una elección más que decente, y fue la única de los municipios grandes que pudo frenar en algo el huracán MORENA. Incluso, sacó más votos que en la elección de 2016, algo nada común en una reelección.

En síntesis, se trata de un activo electoral fundamental del oficialismo, que algunos quieren ver destruido. Pero la destrucción de Cristina sería la destrucción de una parte del proyecto de Carlos Joaquín.

Es entonces el propio mandatario quien debe frenar el ímpetu individualista de quienes están debilitando el proyecto para mantener intocado su coto de poder.

[b]La Fiscalía[/b]

Otra decisión que debe tomar el gobernador se refiere al fiscal, Miguel Ángel Pen Cen. La renuncia del Fiscal se espera de manera inminente. Pero la realidad es que el Gobierno ha sido moroso en tomar ese tipo de decisiones políticas.

Es más, hay que quien asegura que el hecho de que las críticas al Fiscal lleguen de todos lados lo ha fortalecido en su cargo, al menos por el momento. Ponen al gobernador en la posición de que esa decisión trascendental se toma por presiones de ajenos.

Sin embargo, el tema es más complejo que eso, porque incluye un problema constante y sin solución en el área más sensible de la administración.

Que quede claro: las fiscalías deben ser independientes, eso es lo que los ciudadanos han pedido. Pero también es cierto que los usos y costumbres de la política mexicana dicen que es el gobernador el jefe político de un estado. Sobre él recae, finalmente, todo lo bueno y lo malo de su tiempo político.

Miguel Ángel Pech Cen, debe decirse, está perdiendo prestigio y tiempo en la Fiscalía, y quizá debería pensar, más allá de cualquier presión política, que su tiempo allí ha terminado. Es claro que no tiene la culpa de todo lo que pasa, que lo trasciende, pero también es cierto que en los últimos días cometió todos los errores posibles.

El fallido manejo del asesinato del periodista Javier Rodríguez Valladares selló su gestión. No se puede volver de la línea que cruzó.

[b]Tiempo tirano y esperanzas[/b]

Hay, en este momento. Una gran confusión de alianzas políticas. En el evento del Segundo Informe, el PRI, el Panal y el Verde actuaron como aliados de Carlos Joaquín, y el propio gobernador fue elogioso de Andrés Manuel López Obrador. Esa confusión, sin embargo, se irá aclarando en pocos meses.

Lo que quedó más que claro es que el PAN es su principal aliado. El blanquiazul ha decidido jugar su destino político y electoral con el gobernador. A cambio, esperarían más espacios políticos y de gobierno, e incluso, una decisión de Carlos Joaquín (muy difícil) de afiliarse al PAN.

Lo lógico sería que en esa alianza consolidada se apoyen los cambios de la administración que deberían venir.

Puede pasar, como no, que está señal de cambio se quede solo en eso. Si así fuera, el tiempo, que es tirano, le cobrará a Carlos Joaquín, al gobierno, y a la alianza oficialista, otra cuota de su desencanto en junio de 2019.

O se recupera rápidamente la esperanza que queda por el “cambio”, o ya no habrá esperanza que recuperar.


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