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Texto y reprografía: Johanna Martín Mardones
La Jornada Maya

Miércoles 5 de septiembre, 2018

Como muchos teóricos plantean es difícil hablar ahora de POSmodernISMO o posMODERNismo usando conceptos de David Harvey (1998), algo con lo que no estoy en total acuerdo, la obra de Monika Gabrys, que se presenta en la Galería Noox Azcorra titulada Between, me parece desde muchas aristas, una propuesta visual que se pasea con sutileza de la modernidad a una POSmodernidad en movimiento. Siguiendo la lógica de Harvey, el concepto más apropiado para definir la propuesta de Gabrys sería, a mi parecer, POSmodernISMO dado el valor que posee su obra en el cauce y salto de conceptos modernos a ismos pos modernos. Lo que sí se nos permite con más libertad es hablar de arte contemporáneo, en ese contexto la obra de Gabrys, como experiencia de espacio y tiempo reunida en una transición posestructuralista, (des)construye desde el núcleo organizando fisuras, quiebres dinámicos y (des)estructurados que, como cualquier sistema, altera el orden simbólico de los elementos en juego dejando, en general, los bordes libres de tratamiento, es decir, abiertos. Una especulación de formas es interrumpida por trozos a modo de vidrio roto que se extiende desde su propia ruptura central, uno de los núcleos neurálgicos de la obra, más adelante veremos que los bordes, pese a su condición periférica también se estructuran como médula. La fragmentación y la ruptura al interior de las formas son efímeras y caóticas en cuánto estructura simbólica; el tiempo, el espacio y su causalidad perecedera, huidiza, fortuita y arbitraria nos vaticina cierta perspectiva acerca de la incertidumbre, el caos totalizante, la razón esquizofrénica, el POSmodernISMO.

Cada zona descripta reclama la independencia del conjunto de manera que las partes se independizan creando nuevos cuerpos en una continuidad que se ve interrumpida por el movimiento constante de la mancha, mácula que se torna mutante rizoma; sólo que el tiempo fragmentado en el espacio no es el mismo que compone las formas. Una superficie de fondo negro del cual emergen los trozos habla de un espacio (in)habitado, que sólo se construye con las fracciones explosivas que lo intervienen. Es, por tanto, la mancha-huella constitutiva de fractura y unión al mismo tiempo. La paleta de colores sigue siendo la misma de las pinturas figurativas expresionistas con la que la conocimos, sólo que ahora la figura está aparentemente ausente en un paisaje oscuro que (re)crea y (re)clama la herida expresionista como (anti)relato que lleva implícita la figura humana dado su alto nivel expresivo ya no como valor trascendente y determinado (modernismo), sino como inmanencia e indeterminación (posmodernismo). Sin embargo, es en los bordes donde se tensa la obra por ser el lugar donde el fondo aparece en ausencia de luz (negro-vacío) expandiendo su contenido, a modo de expulsión, al continente.

La mancha-costra pintada en ese fondo, pura construcción de imagen aparece, con mucha presencia, pero finalmente sometida (contradicción-ironía) a la pregnancia de un tiempo espacial que también se consolida como imagen pura de una realidad que se construye a partir del vacío y del alto grado icónico que adquiere. Hay allí, en ese entre, en el lugar donde se construye realidad visual, zona de (res)quebramiento, fusiones de borde y especialmente de vacío- silencio- ausencia, un espacio laberíntico que crea desde y en el caos sugiriendo el término absoluto de la concepción moderna para dar paso a la condición POSmoderna de la obra en evolución constante (agenciamiento). Así la obra plantea dos momentos relevantes, el fondo y la mancha, ambos lenguajes propios e independientes que, de manera disímil, (des)construyen la realidad al mismo tiempo en una temporalidad otra, por ello la utilización del fondo negro como soporte constitutivo-constructivo espacial abierto, de ahí las formas (anti)arquitectónicas y (anti)estructuradas, siempre en proceso de dispersión (indeterminación), que se comunican y dialogan sobre un extrañamiento territorial (POSmoderno) que finalmente logra su conjunción complementaria desde ese extrañamiento (crisis) donde los paradigmas se cuestionan y todo se torna interrogación.

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