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José Juan Cervera
Foto: Tomada de la web
La Jornada Maya

Martes 28 de agosto, 2018

Muchos autores gravitan en la periferia de las historias oficiales de la literatura sin que la calidad de su producción sea la que determine este hecho, sino otros factores que pueden discernirse con espíritu crítico cuando se examinan a fondo los valores que subyacen en ella.

Javier Perucho se dio a la tarea de recuperar la memoria de uno de los escritores que han recibido el calificativo de raros en atención de las categorías que Rubén Darío y Pere Gimferrer, en sus respectivos momentos, pusieron en boga para describir la trayectoria y el impulso creador de aquellos personajes de las letras que se vieron menos favorecidos por la atención pública, de acuerdo con una de las connotaciones actualmente más aceptadas del término, cuya discusión académica no es conclusiva.

Como fruto de varios años de investigación y lectura ponderada, y sin dejar de lado otros intereses humanísticos, Perucho dio a la imprenta un riguroso estudio dedicado a la obra de Pedro F. Miret (1932-1988), nombre literario de uno de los exiliados que llegaron a México como consecuencia de la guerra civil española, con el que abrevió su primer apellido (Fernández). Sus acercamientos más tempranos al tema pudieron apreciarse en el Primer Coloquio Nacional Los Raros. La Escritura Excluida, que se efectuó en San Luis Potosí los días 6 y 7 de noviembre de 2008, bajo la coordinación del escritor e investigador Ignacio Betancourt.

Como en trabajos anteriores, Javier Perucho demuestra en este libro las cualidades analíticas y expresivas que cimentan su prestigio profesional, al combinar en él la disciplina metodológica y la amenidad discursiva con el propósito de emprender la revaloración de un escritor que, por su carácter introvertido y por consustanciales escrúpulos, se rehusó a promoverse públicamente con la soltura con que muchos resuelven la entronización mediática de su figura.

Para restituir a Miret la corporeidad textual que la tradición literaria le ha regateado, Perucho señala sus recursos retóricos más usuales, sus recurrencias estilísticas y las incursiones temáticas que poblaron su escritura, así como los géneros que cultivó y las disciplinas complementarias en las cuales estampó su huella. Su esmerado acopio documental lo llevó a bibliotecas públicas, fondos familiares y acervos institucionales para trazar líneas fundamentales de un corpus urgido de puntual recuperación.

Así puede verse que los escenarios nocturnos ocuparon la preferencia de Miret en el desarrollo de sus narraciones, dirigidas a la recreación de la vida cotidiana en espacios urbanos, con predominio de acciones violentas, valiéndose de personajes de personalidad mediocre, muchos de ellos designados con una letra inicial que acentúa el distanciamiento del lector respecto de los protagonistas del relato, en el cual destaca también la destreza del autor para construir atmósferas en menoscabo de la composición de un despliegue anecdótico que pudiera imprimirle mayor agilidad narrativa.

El investigador Perucho hace valer sus propias aptitudes estilísticas para brindar una aprehensión disfrutable de su análisis, como cuando aplica ingeniosas paráfrasis a la manera de “El humor y la parodia como preliminares de la ironía, fase superior de la crítica”, o “Todo lo narrativo se desvanece en la imagen cinematográfica”, favoreciendo la apreciación de las cualidades de su biografiado, aunque no se retrae en la responsabilidad de señalar sus insuficiencias. En varias ocasiones cita las palabras de Miret para ampliar la comprensión de su perfil estético y formativo: “Mis personajes son estereotipos”; “MI vocabulario es reducido”; “Max Aub fue mi maestro”.

Como resultado de un cuidadoso examen de muchas fuentes informativas, es posible saber que Miret intervino igualmente en el desarrollo del cine mexicano como guionista, aunque también fue escenógrafo de Pedro Páramo, el hombre de la media luna (José Bolaños, 1978), adaptación de la novela de Rulfo que no corrió con buena fortuna. Además de incursionar en los géneros narrativos, Miret escribió dramaturgia y periodismo cultural. Su nombre ha sido vindicado con la honra que ofrenda la pluma de Javier Perucho.

[i]Javier Perucho, 'El bautizo de la noche. Pedro F. Miret'. México, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco, 2017, 219 pp.[/i]

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