La amnistía y esas cosas

Jesús Hernández Martínez
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Miércoles 1 de agosto, 2018

La amnistía, que ofreció durante su campaña a los delincuentes el presidente electo, es un término con varias acepciones que bien puede acomodarse a cada caso y a cada beneficiario. A fin de cuentas, cuando platicamos con los reos de cualquier penal del país, todos dicen ser inocentes, que fueron detenidos ilegalmente y que debieran estar libres en lugar de purgar una condena injusta.

Aunque en general la amnistía se refiere más a los presos políticos, en nuestro país se ofreció básicamente a los reos relacionados con delitos contra la salud. La variedad de éstos, o la modalidad como dicen los abogados, también es amplia.

A continuación dos ejemplos reales ocurridos en diversas fechas pero ya hace varios años en Chetumal. Los dos ya fueron juzgados y los detenidos liberados luego de una larga lucha, no contra la justicia, sino contra quienes la aplican y el burocratismo oficial que camina de la mano con la corrupción.

Caso 1. Una ama de casa, señora sencilla y honorable, baja de estatura y con rasgos de la gente de la región, vivía con su esposo y tres hijos menores de edad en La Unión, el poblado fronterizo al extremo de la ribera del Río Hondo. Un día por la mañana, como lo hacía ocasionalmente, tomó un morralito o “sabucán”, abordó un autobús de segunda clase, (sólo esos prestan el servicio), hacia Chetumal para realizar varias compras de mercancías de consumo familiar.

Un varón con apariencias de campesino, de unos 35 años de edad, subió al vehículo con un costal con capacidad para 50 kilos pero sólo lleno a medias; preguntó si se lo podía encargar. La señora se ofreció a custodiarlo; el hombre lo acomodó en una de las canastillas que tienen esos autobuses, y le dijo a la cuidadora voluntaria que una persona recogería el costal en Chetumal. A ella le entregó cincuenta pesos a manera de propina que la mujer agradeció pues su familia era de bajos recursos.

A medio camino, dado que la carretera corre paralela a la franja fronteriza con Belice, subieron al autobús unos militares quienes revisaron la carga interna y, cuando palparon el exterior del costal en alusión, sospecharon que podía contener marihuana, lo que comprobaron de inmediato al abrirlo, preguntaron por el propietario y la ingenua señora confesó que era la dueña. El “delito” le costó 10 años en el Cereso de Chetumal.

Caso 2. A un taxista de Chetumal, que llevaba pasajeros a la zona libre de Belice, lo cual es muy común, los militares que custodian la frontera, le encontraron tres gramos de marihuana en una cajuelita del vehículo; lo bajaron y detuvieron, y lo remitieron junto con el automóvil al Ministerio Público federal donde se determinó que era un narcotraficante internacional. El detenido confesó que era vicioso, fumaba marihuana y siempre cargaba una pequeña porción consigo. Sus argumentos no valieron. Los propietarios del carro contrataron abogados para rescatar el taxi, pues el detenido sólo era chofer. El carro fue liberado en unos cuantos días y el “peligrosísimo narcotraficante internacional” estuvo más de dos años en el penal de Chetumal.

Casos como éstos, que deben ser abundantes en el país, no necesitan de amnistía sino de justicia y sentido común de las autoridades que sólo así justifican sus trabajos. Detienen y exhiben a los llamados “poquiteros” y dejan libres a los narcotraficantes “importantes” y que al parecer les pagan grandes cantidades de dinero.

Aunque todavía no es mucho lo que se ha externado sobre la modalidad de la amnistía, algunos colaboradores del próximo gabinete federal han tratado de “remendar” el ofrecimiento. Sólo han anticipado que se creará una ley de amnistía, tal vez se realicen consultas en todo el país y las víctimas de los delincuentes tendrán voz y voto pero sin saberse aún la forma. Anticipan que no se debe confundir amnistía con impunidad y que no se perdonará a los verdaderos delincuentes.

Lo que autoridades y pueblo desean es que a nuestro país retorne la seguridad y disminuyan o desaparezcan el narcotráfico, el crimen organizado, la impunidad y la corrupción.

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