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Dalila Aldana Aranda
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Miércoles 11 de julio, 2018

A pesar de que el plástico se inventó a finales del siglo XIX, en 1860 y que su producción inició en los años 50, hoy tenemos que luchar con 8 mil 300 millones de toneladas de plástico, por ser un material común en la vida cotidiana a nivel planetario debido a que es barato, durable y ligero (Boucher et Friot, 2017).

De ese volumen de plásticos producidos, 75 por ciento se han convertido en basura y la mayoría de estos nunca llegó a un contenedor de reciclado.

Los plásticos son un derivado del petróleo y los principales polímeros son los polietilenos (PE), el polietileno tereftalato (PET), el polipropileno (PP), el polivinilo de cloruro (PVC), el poliuretano (PUR) y las resinas epoxys.

En los años 50 la producción anual de plástico era de 1.7 millones de toneladas y para 2016 alcanzó 407 millones de toneladas. A los océanos llegan entre 4.8 y 12.7 millones de toneladas anuales de plástico; la mayoría viene de lo que desechamos en nuestros hogares, comercios y ciudades.

Así por efecto del aire o el agua de los ríos, los plásticos pasan de la tierra a nuestros mares. Se estima que se requieren 450 años para que se degrade el plástico actual que ya flota en nuestros océanos, de tal manera que se habla de la Plasticósfera.

Los plásticos están presentes en casi todo lo que utilizamos de manera cotidiana: recipientes alimentarios, juguetes, computadoras, teléfonos, pantallas, muebles, vehículos, material hospitalario, electrodomésticos, zapatos, tennis, artículos deportivos y de playa. Debemos de saber que los plásticos, a pesar de su aspecto inocente, pueden contener y liberar sustancias tóxicas como el bisfenol A que es cancerígeno. Más de 132 sustancias tóxicas pueden estar contenidas en los plásticos, y tener un efecto bio-amplificado en los niveles superiores de la cadena alimenticia.

Por otra parte todos los plásticos llegan y se degradan en los océanos, incorporándose en las cadenas tróficas con efectos negativos para las especies marinas y para el hombre que las consume en su dieta. Afecta a más de 700 especies marinas incluidas aves, tortugas marinas, ballenas, delfines y a los organismos microscópicos del plancton marino que son la base de la cadena trófica. Todos hemos visto imágenes en prensa, revistas o televisión, de animales marinos atrapados, asfixiados en bolsas plásticas o redes de pesca. Hemos visto ríos y costas de países asiáticos llenos de toneladas de basura de plásticos.

La producción de plásticos se ha incrementado por el crecimiento demográfico de la población humana pero sobre todo por el modo de producción y consumo tan desastroso que tenemos, que nos “obliga” a los consumidores a adquirir plásticos. La mayoría de ellos son para el embalaje de los bienes que compramos cada día, embalaje que pagamos con lo que adquirimos y que volvemos a pagarlo con el servicio de recolección de basura.

Desde 2013, China es el principal productor de plástico y México está a la cabeza de generación y consumo de ellos en América Latina: somos el consumidor número 12 de plástico en el mundo. ¡Anualmente los mexicanos consumimos 48 kilogramos de plásticos! Los mexicanos consumimos más plástico que carne roja (14 kg al año), pescado (12 kg) o los 36 kg de frutas que comemos al año, a pesar de ser un país con una biodiversidad altísima en frutas.

En México, en 2016 se produjeron 5.4 millones de toneladas de artículos hechos de plásticos y consumimos 650 bolsas de plástico por persona por año. Cada mexicano desde el bebé hasta el abuelito consume y desecha 2 bolsas de plástico al día, las cuales tienen tan sólo una duración de vida útil de apenas 10 minutos.

Los plásticos representan casi 85 por ciento de los desechos que se encuentran en el mar, principalmente por la mala gestión de los desechos urbanos. Una parte ínfima de ellos es reciclada (3 por ciento) y la mayor parte se acumula y degrada en los océanos (UNEP, 2016). Los basureros de las ciudades o de los poblados de la costa o rurales no tienen capacidad para recibir tantas toneladas de “basura”, la cual debe reciclarse. Todos los plásticos además se van a degradar y transformar en micro plásticos que, de acuerdo a su densidad, están suspendidos en los océanos o en los fondos marinos; de ellos hablaremos en un siguiente número.

Si bien producir plástico es “barato” y reciclarlo es “caro” o igual de costoso que su producción primaria debido a los gastos de energía, agua y tecnología, es algo que debe fomentarse en la llamada economía circular y producción/consumo responsables.

En México operan sólo 150 empresas dedicadas al reciclaje, y aunque suene paradójico la Secretaría de Hacienda y Crédito Público no permite deducir impuestos a las empresas por la compra de materiales recolectados para reciclado. Un cambio de leyes en materia ambiental va a favorecer la actividad del reciclado en nuestro país.

Sin embargo, el gran paradigma está en la educación ambiental de nosotros los mexicanos que debemos aprender y practicar a reducir, reutilizar y reciclar los materiales plásticos. Debemos reflexionar a la hora de comprar, consumir y cambiar. Debemos aprender a comprar sin aceptar bolsas de plástico. Si se prefieren los grandes almacenes, comprar a granel. Reducir el uso de productos de “limpieza”. Agua, vinagre y bicarbonato son excelentes desinfectantes para nuestros hogares y centros de trabajo y más económicos. Debemos de aprender a movernos con un envase térmico donde llevemos agua o nuestro Lek, no usar popotes y no adquirir alimentos en recipientes de “nieve seca” (unicel o poliuretano). No utilicemos platos y cubiertos de plástico que se van a desechar.

La temporada de ir al Puerto está iniciando; cada año sus pobladores y autoridades sufren con la “basura” que generamos. Disfrutemos esta temporada, con playas y ciénegas limpias. Consumamos en los mercados, ayuda a las economías locales y nos permiten adquirir alimentos de mejor calidad y a mejor costo. De no hacerlo, este material tan “ligero” nos va asfixiar a todos. Somos caminantes del Mayab y sabemos caminar con nuestro Lek y nuestro Sabukan.

*Premio nacional de Medio Ambiente. Investigadora Cinvestav IPN Unidad Mérida

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