¿El silencio de los inconscientes?

Fabrizio León Diez
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Miércoles 4 de julio, 2018

La democracia se erosiona en los silencios. La voluntad ciudadana libremente expresada se marchita en la sombra. La democracia fuerte requiere voces y luz. Cosas que extrañamente en este Yucatán trovador y soleado escasean en estos días.

Desde el lunes al mediodía los partidos políticos serios y bien organizados, de los cuales hay por lo menos tres en Yucatán, tienen en sus manos la absoluta mayoría de las actas de las 2666 casillas de la elección para gobernador del estado. Esto es, desde el lunes tienen los datos reales y concretos para hacer sus sumas y saber si ganaron o perdieron, esa es la realidad.

El PAN y Movimiento Ciudadano han salido a dar sus datos, con detalles y cifras, donde comunican que ha ganado su candidato por más 454,420 sufragios a favor de Mauricio Vila, contra por 396,520 del candidato del PRI, Partido Verde y Nueva Alianza, Mauricio Sahuí, y una cifra de 219,217 sufragios a favor de Joaquín Huacho Díaz. Ningún otro partido ha dado cifras que es obvio que en este momento conocen a detalle, pues ya tienen, insistimos, en sus manos las actas de la casi totalidad de las casillas.

La democracia yucateca ha tenido una voz tartamuda, pues el PREP estatal, sube y baja, colapsa y funciona de manera errática. Muchos con experiencia y suspicacia, pero sobre todo experiencia, piensan que no es casualidad y en medios nacionales se habla de un ataque cibernético contra la autoridad electoral yucateca, y quienes son capaces de montar ese tipo de ataque se pueden contar en el estado con menos de la mitad de los dedos de una mano.

El PRI ha salido a descalificar de frente a la autoridad electoral, a cuestionar su conteo rápido y la inestabilidad cibernética del PREP, a decir que tiene tendencias que favorecen a su candidato, pero misteriosa o sospechosamente no da una sola cifra, cuando es obvio que las debe tener todas y a detalle.

A este increíble caldo de cultivo en un estado pacífico se suma un inexplicable y hasta fuera de lugar mensaje del gobernador Rolando Zapata, en el que en un martes por la noche, 48 horas después de concluida la jornada de las elecciones, sale a felicitar a la ciudadanía por haber participado, algo que debió haber hecho el domingo en la noche o el lunes por la mañana, y nos da dos mensajes cifrados que hay que analizar.

En una lectura ingenua el mensaje de Zapata nos diría que el partido político del cual es líder, va a aceptar los resultados de los cómputos de mañana, y él está pavimentando el terreno de una aceptación de la derrota. En una lectura no tan ingenua, lo que el mandatario priísta le estaría diciendo a sus correligionarios es que no se sabe quién ganó la elección, que no han perdido y que todo está por decidirse, con los riesgos que dicho mensaje implica para que la militancia se movilice.

Para sumarse a este tejido misterioso, aparece un boletín de Mauricio Sahuí de forma casi inmediata y coordinada, diciendo que habrá que esperar y respetar los conteos oficiales, ilustrado por una foto de él mismo en ánimo de celebración.

Es dramático que el gobernador que alguna vez fue el mejor evaluado de México, en el momento clave de su historia política, el de su sucesión, en lugar de ser elemento de certeza opte por ser elemento de ambigüedad e incertidumbre.

No sabemos qué nos quiso decir: que aceptemos los resultados, que no sabemos a 48 horas de terminada la elección quién ganó o que él no dirá nada hasta que el proceso electoral haya concluido, pero concluirá con el conteo normal mañana o con reconteos, con denuncias y demandas, con violencia como la de Kanasín o en tribunales. Todo es ambiguo y de doble lectura.

No es creíble que los partidos no sepan quién ganó, cuando ya tiene todos los datos para hacer una simple suma; tampoco lo es que el líder político del estado no sepa tampoco quién ganó y no vea tendencias. La prudencia podría explicar esa timidez para manifestarse. Lo cierto es que mientras el país violento e inseguro tiene certezas electorales, irónicamente el estado más seguro del país fermenta la ambigüedad electoral. Los vacíos que eso genera pueden llenar de amenazas la armonía y la seguridad.

Esperemos que el mensaje sea el primer paso razonable de un mandatario decente y limpio, como hasta ahora lo ha sido, y no otra cosa que empañe su gestión y traiga incertidumbre en el estado donde los ciudadanos más participan en las elecciones en todo México.

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