Paul Antoine Matos
Foto: Twitter @FIFAWorldCup
La Jornada Maya
Miércoles 27 de junio, 2018
México, Alemania, Suecia y Corea del Sur juegan hoy la ruleta rusa. El revólver tiene dos recámaras vacías y dos balas: vencer o morir.
Los cuatro equipos disputan unos dieciseisavos de final. México contra Suecia y Alemania contra Corea del Sur, dos partidos en simultáneo en el que los cuatro equipos, con las combinaciones de victorias-derrotas y goles correctas, tienen posibilidades de pasar. Hasta los asiáticos, que han perdido sus dos partidos. Hasta los mexicanos, que han ganado ambos, pueden quedar fuera.
Pero desde que se supo en diciembre que la selección arrancaría contra Alemania y cerraría el grupo contra Suecia, se vislumbraba que este tercer partido sería el decisivo. El que tenía que ganarse. Sin embargo, lo que no se contemplaba era que México llegara como líder de grupo con dos victorias, incluyendo contra los campeones del mundo.
La ventaja está en la cancha mexicana. Los europeos saldrán a buscar el encuentro, pero no por eso la selección debe defenderse todo el partido, sino que tendrá que ser un partido inteligente, donde los ataques sean ordenados y rápidos, sin descuidar a la defensa.
Mientras más se alargue el cero a cero, los suecos se desesperarán y quedarán vulnerables a los contragolpes mexicanos.
Para México, un equipo frustrado históricamente en los partidos de eliminación directa, es el momento de enfrentarse a sus propios demonios. No se trata de pasar al quinto partido, es de pasar al cuarto.
Llegar con esta presión al tercer partido del grupo, con la posibilidad de que aun con la mejor actuación mundialista pueda quedar eliminado, puede ser hasta benéfica para los jugadores. No tienen tiempo para confiarse, contra Suecia jugarán por su vida.
La exigencia de luchar este partido le permite a la selección tener la concentración que no hubiera tenido ya calificado. Si pasa como primero de grupo, México enfrentará la siguiente ronda después de tres juegos con la máxima exigencia, si bien físicamente eso hace que se llegue cansados, psicológicamente los seleccionados estarán preparados para afrontar desafíos similares.
Desde los jugadores y el técnico, la mentalidad se maneja con una mezcla de sobriedad y el sueño. En sus conferencias de prensa llaman a pensar en el siguiente partido, sin perder la calma y ser vencidos por los nervios, respetando a todos los rivales, sin importar si se llaman Alemania, Corea del Sur o Suecia. La realidad mexicana llama a las puertas.
“Imaginémonos cosas chingonas”, expresa Javier Hernández en una entrevista, “¿porqué no podemos ser campeones del mundo? La Grecia de la Eurocopa o el Leicester?”. Es la otra cara de la moneda, la de la esperanza.
Si se logra vencer a los fantasmas históricos, ser fuertes y estables psicológicamente, salir de los laberintos, agárrense. Mientras tanto, el revólver gira.
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