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Paul Antoine Matos
Foto: Archivo
La Jornada Maya

Viernes 22 de junio, 2018

Las viejas costumbres inglesas nunca se pierden y Margaret Thatcher tomaba su té puntualmente en su oficina, en el número 10 de Downing Street, a las cinco de la tarde.

Era la primera vez que la Dama de Hierro estaba tan nerviosa en casi un lustro, desde que en 1982 se afianzó en el poder al derrotar a Argentina y arrebatarles las islas Malvinas, sus Falklands. La reina estaba feliz.

Cuando Argentina se rindió, Thatcher expresó al Parlamento Británico que “Gran Bretaña es grande de nuevo”, o en inglés “Great Britain is great again”. Frase que representa la decadencia de un imperio y su urgencia por volver a ser importante.

En la Ciudad de México, Argentina se jugaba más que un mundial: luchaba por honrar a sus muertos, por su dignidad. Perder las Malvinas avergonzó a un país arruinado por la Dictadura que dejó miles de desaparecidos y asesinados.

Argentina reclamaba a Inglaterra las vidas de los jóvenes que fueron asesinados por los soldados dirigidos por la Primer Ministra. El futbol era el escenario que la vida les ofrecía para vengar a sus muertos sin derramar más sangre.

“Ganar un partido internacional es más importante para la gente que capturar una ciudad”, decía el ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels a los jugadores de la selección alemana durante el mundial realizado en su país en 1938, cuando el Tercer Reich preparaba su expansión por Europa.

Thatcher, como Goebbels, sabía de la importancia política del partido. En el interior del vestidor de los tres leones, Bobby Robson, director técnico de Inglaterra, pasó a los jugadores un mensaje de la Primer Ministra: “ya hemos ganado una guerra. Ahora podemos ganar otra”.

Jorge Valdano, quien jugó ese partido como delantero, considera que “el futbol es lo más importante de lo menos importante”. Ese día, para Argentina, lo más importante era el futbol. Más que la vida misma.

Fue un 22 de junio, cuatro años y ocho días después de que las tropas americanas se rindieran ante los británicos y los ingleses reconquistaran las Malvinas.

Diego Armando Maradona se elevó por los cielos, entre las nubes de smog de la capital mexicana apareció una mano para tocar el balón y vencer al portero Peter Shilton. Cegado por obra del Espíritu Santo, el árbitro Ali Bin Nasser lo validó, a pesar de que ingleses, argentinos, mexicanos y el resto del mundo observaron lo ilegal de la anotación.

“Lo hice con la cabeza de Maradona pero con la mano de Dios”, declaró el astro de la albiceleste. La intervención divina quiso que una injusticia fuera la forma en que Argentina reclamaba las vidas perdidas.

Un hombre nacido en un barrio pobre de Buenos Aires se enfrentaba al despojo de su tierra. Apenas cuatro minutos después, una obra maestra se pintó sobre la cancha del estadio Azteca.

Víctor Hugo Morales creó, narró, espontáneamente un poema, el poema de todos los tiempos en el futbol, el barrilete cósmico.

[i]Ahí la tiene Maradona, lo marcan dos,[/i]
[i]pisa la pelota Maradona y arranca por la derecha[/i]
[i]el genio del futbol mundial[/i]

[i]Deja el tendal y va a tocar para Burruchaga [/i]
[i]¡Siempre Maradona! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio![/i]
[i]ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta... Goooooool... Gooooool...[/i]

[i]¡Quiero llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol![/i]
[i]¡Golazo! ¡Diegol! ¡Maradona![/i]
[i]Es para llorar, perdónenme[/i]

[i]Ma-ra-do-na: en una corrida memorable[/i]
[i]en la jugada de todos los tiempos[/i]
[i]¡Barrilete cósmico! [/i]
[i]¿de qué planeta viniste para dejar en el camino tanto inglés?[/i]

[i]Para que el país sea un puño apretado [/i]
[i]gritando por Argentina....[/i]
[i]Argentina 2 - Inglaterra 0[/i]

[i]Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona...[/i]
[i]Gracias dios[/i]
[i]por el fútbol[/i]
[i]por Maradona[/i]
[i]por estas lágrimas[/i]
[i]por este[/i]
[i]uf...[/i]
[i]Argentina 2 - Inglaterra 0[/i]

Los dos goles de Maradona, sol y sombra de la máxima expresión del futbol, significan para la historia de América Latina una pizca de justicia tras cinco siglos de subyugación ante los imperios del mundo, el español, Estados Unidos e Inglaterra.

No borraba la memoria de los muertos, la honraba.

“Soy Maradona contra Inglaterra, anotándote dos goles. Soy América Latina, un pueblo sin piernas pero que camina”, canta Calle 13 en Latinoamérica, una canción que habla de la historia del continente y sus luchas contra los despojos históricos.

En tierras aztecas, el primer imperio colonizado del Nuevo Mundo, Maradona se alzaba por encima de los conquistadores. El D10s se convertía en el Simón Bolívar contra el imperio español, el Fidel Castro contra Estados Unidos, en Salvador Allende contra Pinochet y la CIA.

El triunfo de Argentina sobre Inglaterra fue la segunda oportunidad sobre la Tierra que se le negaron a las estirpes condenadas a cien años de soledad.

Margaret Thatcher sabía que los ingleses cambiarían las Malvinas por haber obtenido la victoria contra Argentina en el mundial y el campeonato. La Dama de Hierro, oxidada por la derrota, también las habría cambiado.

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