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Luis Gutiérrez Ruvalcaba*
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Viernes 22 de junio, 2018

La Orquesta Sinfónica de Yucatán programó el estreno local de Don Giovanni, una de las óperas más complejas del repertorio.

El director de la orquesta, Juan Carlos Lomónaco, decidió presentar la versión de Viena, más o menos. Al tomar esta decisión, aunada al corte de varios recitativos y pequeños segmentos de los números musicales, logró dos objetivos: reducir la duración de la ópera, a lo que él considera apropiado para el público emeritense, y ayudar a algunos de los cantantes al facilitarles una respiración más cómoda. En este caso destacó el aria de Don Giovanni [i]Fin ch’an dal vino[/i], que sentí trunca.

[b]¿Qué versión, la de Viena o la de Yucatán?[/b]

La versión vienesa, estrenada por Mozart el 7 de mayo de 1788, tiene diferencias importantes con la original de Praga, estrenada el 29 de octubre de 1787. De los cambios unos tienen confirmación histórica y otros son cuestionables. Entre los confirmados se sabe que uno es el corte de el aria de Don Ottavio [i]Il mio tesoro intanto[/i], escena X del segundo acto, por [i]Dalla sua pace[/i], que se insertó en la escena XIV del primero. La razón fue la imposibilidad del tenor vienés Francesco Morella de cantar adecuadamente la coloratura del aria original. Mozart introdujo esta aria en su catálogo el 24 de abril de 1788, dos semanas antes del estreno. Otra modificación confirmada omite el aria de Leporello [i]Ah pietà, signori miei[/i], la escena VIII del segundo acto, pero la sustituye con el dueto entre Leporello y Zerlina [i]Per queste tue manine[/i] más los recitativos que conectan el nuevo número con el flujo de la acción resultante. Mozart introdujo el dueto en su catálogo el 30 de abril de 1788 y se sabe que dijo que el dueto tenía por objeto “satisfacer el gusto ramplón de los vieneses”. La última modificación indudable fue la introducción de la escena de Donna Elvira, [i]In quali eccessi[/i], o [i]Numi... Mi tradì quell’alma ingrata[/i]. Es muy probable que Mozart haya insertado esta escena a pedido específico de la Elvira vienesa, Catarina Cavalieri. El compositor la introdujo en su catálogo simultáneamente con el dueto mencionado.

La diferencia que no es posible confirmar con certeza es la eliminación del sexteto que sigue a la condenación de Don Giovanni. En mi opinión, esta pieza es indispensable ya que regresa a los personajes, y al público, al mundo real.

Hoy día Don Giovanni se interpreta, generalmente, con una “versión” que incluye todos los números de las dos versiones con excepción del dueto de Leporello y Zerlina.

La versión que se presentó se acercó a la vienesa, aunque incluyó las dos arias de Don Ottavio, omitió el dueto de Leporello y Zerlina y excluyó el sexteto final.

Hubo otros detalles musicales que reflejan ciertos valores de producción locales. La música de las tres bandas que se encuentran en el escenario, una compuesta por pares de oboes y cornos, y cuerdas excluyendo el violonchelo; y las otras dos por un violín y un contrabajo cada una, fue interpretada desde el foso, en tanto en el escenario aparecía cuatro figurantes haciendo como que tocaban. Lo mismo sucedió en la escena de la cena, cuando se interpretan fragmentos de óperas usando un conjunto de alientos con un violonchelo. Asimismo, el clavecín de los recitativos y la mandolina de la serenata [i]Deh vieni alla finestra[/i] fueron interpretados con un teclado electrónico. Lo de los recitativos pasa, pero lo de la mandolina no, especialmente en una zona que se enorgullece de sus trovadores.

La producción dirigida por Ragnar Conde situó la acción en el tiempo y lugar que Mozart y Da Ponte escogieron. La escenografía, diseñada por Peter Crompton, se basó principalmente en medios multimedia, aunque también se incluyeron elementos sobre el escenario con el objeto principal de enmarcar cada escena. La iluminación, diseñada por Carlos Arce fue totalmente estática, lo que en momentos evitó que se destacan elementos dramáticos. La diseñadora de vestuario, Brisa Alonso, se encargó de crear y realizar piezas para el coro y una multitud de supernumerarios.

La producción tuvo un carácter literal; [i]Don Giovanni[/i] nunca puede ser conservadora, y en general corrió bien. La escena de la condenación del libertino intentó ser espectacular, pero sólo se quedó en un intento estruendoso. El director de escena colocó al comendador en un palco, lo que hizo imposible la confrontación directa entre éste y Don Giovanni, e incomprensible el texto asociado a la renuncia al perdón ofrecido y rechazado, que es la causa real de la condenación. Asimismo, el director de escena usó constantemente muchísimos supernumerarios, que no sólo chocaban entre sí en ocasiones, sino estorbaban el quehacer dramático. Me dio la sensación que la necesidad de mucho vestuario le ganó a la de ajustarse a la partitura de la obra.

[b]Acto II Finale[/b]

El reparto incluyó una mezcla de cantantes jóvenes pero experimentados, con miembros del Estudio de Ópera de Bellas Artes sin experiencia.

Entre las mujeres destacó María Caballero como Donna Anna; Alejandra Sandoval tuvo un buen rol-debut como Donna Elvira, y a la Zerlina le faltó picardía, al mismo tiempo que mostró la voz pequeña, aunque bella, de Ariadne Montijo. Los hombres estuvieron parejos. Tomás Castellanos y David Echeverría, tienen aún un buen trecho por recorrer para ser unos buenos Don Giovanni y Leporello, respectivamente. Esteban Baltazar estuvo adecuado como Masetto y José Luis Reynoso fue un sólido comendador. Leonardo Sánchez tiene una bella voz y una buena escuela. ¿Será por esto que Lomónaco inventó la versión yucateca?

Juan Carlos Lomónaco, director artístico de la Sinfónica de Yucatán y concertador, hoy tuvo una buena actuación dirigiendo su Orquesta y el Coro del Taller de la Ópera de Yucatán, preparado por María Eugenia Guerrero. El resultado musical hubiera sido mejor si los tiempos hubieran sido un poco más acelerados y si los cantantes hubieran seguido con más cuidado la batuta del director.

En resumen, estoy convencido que asistí a una buena representación de esta ópera tan compleja. Ojalá que este [i]Don Giovanni[/i] seduzca al público de Mérida para que exija más y mejor ópera, lo que, ojalá, también suceda en todo el país.

[b]* Miembro del Consejo Directivo de Pro Ópera, desde 1979, y presidente del comité editorial de su revista, desde 2012. Ha fungido también como coordinador artístico de cuatro producciones en la misma instancia. Es colaborador de publicaciones como Mundoclásico, OPERA-L, WM-L, L’Ape musicale, Revista C2 y la revista Pro Ópera. Es autor del libro Una visita a cuatro óperas de Mozart (1997-UAM).[/b]

[b]Mérida, Yucatán[/b]
[i][email protected][/i]


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