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del

Óscar Muñoz
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Miércoles 20 de junio, 2018

En el amplio reportaje sobre cultura, publicado el viernes pasado en [i]La Jornada Maya[/i], Katia Rejón hace un recorrido detallado sobre los diversos aspectos implicados en la política cultural del Gobierno del estado de Yucatán. En este barrido, la periodista cultural señala puntualmente aquellas peculiaridades que reflejan una insipiencia en las políticas culturales y los programas del ramo. En el reportaje, Katia destaca diversos problemas: la falta de planeación y coordinación operativa, la insuficiencia presupuestal, el despilfarro del poco presupuesto asignado a cultura y la ausencia de profesionalización en las instituciones, principalmente la mayoría de los museos.

A partir del reportaje referido y de los diferentes cuestionamientos que varios han publicado acerca de la política cultural local y sus programas, cabe destacar la sinrazón de la existencia del Instituto de Historia y Museos de Yucatán (IHMY). No sólo porque la empresa Promoción de Cultura Yaxché, propiedad de Carlos Hank Rhon, cobra por la construcción del Gran Museo del Mundo Maya (GMMM), sino también por la operación del mismo. ¿Qué caso tiene que haya dos aparentes responsables del funcionamiento de este museo si la empresa de Carlos Hank está obligada de hacerlo? Por eso también se le paga con dinero de los contribuyentes. ¿Acaso los ciudadanos pagamos doble para que el GMMM funcione? Habrá que sumar lo que el IHMY toma de los dineros públicos para pagarse a sí mismo y lo que transfiere anualmente a la empresa Promoción de Cultura Yaxché.

Por otra parte, son tan sólo dos los museos que el IHMY debe coordinar, además del GMMM; (que no debería hacerlo ni cobrar por ello): el Museo de la Canción Yucateca y el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán (Macay), que, por cierto, la operación está en manos es una asociación civil. Entonces, ¿qué es lo que hace el IHMY? ¿Solamente el Festival Internacional de la Cultura Maya? Si es sólo esto, sería suficiente con un consejo o un comité para la organización del festival. A los ciudadanos nos está saliendo demasiado caro pagar los gastos que siempre requiere el IHMY: cubrir la deuda del GMMM, por su construcción y operación; pagar los gastos del IHMY, sus salarios y operaciones, y por la coordinación real de un museo: el de la Canción Yucateca.

Por cierto, ¿quiénes serán los nuevos directivos de estos museos y el nuevo secretario de cultura de Yucatán, el nuevo director de cultura de Mérida? ¿Acaso de entre los mismos de siempre entresacarán los nuevos nombramientos para las próximas administraciones, estatal y municipal? La falta de profesionalismo, otro de los aspectos reportados por Katia Rejón, ha permitido que las instituciones de cultura, como los museos, las casas de la cultura y otros centros culturales diversos, estén funcionando sin el rigor que cada institución exige; por el contrario, la mayoría de sus programas operan sin fundamento alguno, y mucho menos los de carácter educativo.

¿Acaso no es necesario que algunos profesionales del ramo de otras partes contribuyan en la dirección de los museos locales? Ya ha sucedido antes, cuando fue creado el Macay: se le invitó a don Miguel Madrid, un experto en museología de la Universidad Nacional Autónoma de México, como director de este museo y hubo una gestión incuestionable. Por desgracia, después de su lamentable fallecimiento, este museo se ha venido a pique. Por cierto, algunos datos del Macay publicados en el reportaje de Katia Rejón habrá que ajustarlos. Por ejemplo, de los 22 mil niños que atendía el museo ya no son más que los escolares de Mérida que visitan el Macay, luego que el Taller Itinerante de Arte que recorría todas las comunidades del estado dejó de operar a partir de diciembre de 2016. Además, las 15 salas de exposición temporal han sido reducidas a la mitad y las 45 muestras anuales que movían dos mil obras de arte ya no ocurren, a partir de la reducción paulatina del proyecto Espacios culturales en municipios hasta casi suspenderlo.

Como es notorio, la situación de los museos y las demás instituciones culturales se encuentran sin rumbo fijo. Luego entonces, como una necesidad apremiante, habría que invitar próximamente, en las nuevas administraciones, estatal y municipales, a expertos, locales o foráneos pero profesionales en museos y centros culturales, para el manejo de estos recintos. No es posible seguir con políticas culturales tan a la deriva.

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