La popularidad de ciertos tipos de alimentos, dietas o estilos de vida hace que el comer saludable sea considerado elitista por cierto sector de la población, lo cual no necesariamente debe ser así, consideró Jessica González Castro, gerente de campaña en México de Million Dollar Vegan.
“Quienes difundimos el veganismo y llevar una alimentación saludable lo hacemos por salud, porque una alimentación basada en frutas, vegetales y semillas beneficia al organismo. Estos alimentos pueden ser orgánicos o no”, señaló.
Un alimento orgánico es aquel que crece de manera sustentable, sin pesticidas, en una tierra sana, sin producción industrial. En ciertos establecimientos incluso son considerados gourmet, lo que dispara su precio. En el caso de alimentos elaborados, las etiquetas “orgánico”, “vegano” o “gluten free” inciden directamente en el costo de venta.
Por ejemplo, medio litro de aceite de oliva extra virgen puede costar el triple que un litro de aceite de canola y un frasco de 250 gramos de mantequilla de maní orgánica se cotiza hasta en 280 pesos, mientras que una marca comercial (con aditivos y conservadores) cuesta 85 pesos.
“Hay personas que no tienen los valores del veganismo, pero al ver que la gente está creando más conciencia y cambiando su alimentación se están aprovechando de eso para lucrar”, externó.
Sin embargo, una alimentación saludable no tiene que afectar la economía si se escogen los artículos adecuados; “no todas las frutas y vegetales pueden encontrarse de manera orgánica, pues depende del lugar y el clima”, mencionó González Castro, quien llamó a apoyar a los trabajadores del campo de nuestra zona, adquiriendo sus cosechas.
“Existe un gran mito de que es muy caro llevar una alimentación a base de plantas, pero no es así, es simplemente sopesar qué cuesta más: un kilo de carne o uno de garbanzo, siendo que este último nos va a durar mucho más tiempo”, manifestó.
Mencionó que México es un país muy rico en vegetales, frutas y semillas, las cuales proveen de proteínas y los nutrientes necesarios para cualquier edad. Es necesario, destacó, ampliar la visión y experimentar con diferentes alimentos.
“En nuestras decisiones alimenticias está muy arraigado el tema de cultura y tradiciones, lo que se ha aprendido de generación en generación, a la mayoría desde pequeños nos ofrecían alimentos de origen animal y ver más allá de ello cuesta un poco”, comentó.
Agregó que con la situación sanitaria actual las personas están más abiertas a recibir información y concientizarse sobre el impacto que tiene la industria ganadera sobre nuestro planeta.
Consideró también que debe haber mayores incentivos para los productores locales: “el gobierno debería apoyarlos dándoles las herramientas necesarias y nosotros consumiendo sus productos, para que puedan seguir haciendo su trabajo”.
Edición: Elsa Torres
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