“El pentagrama está a nuestro alrededor: el universo, el sol, la luna, danzan, tienen movimiento, no son inertes, y así como ellos nosotros tenemos un ritmo y si tú aprendes a escuchar los sonidos de los pájaros, el goteo del agua en las cavernas, el viento, encontrarás el pentagrama que tanto estás pidiendo”, destacó Marco Antonio Pérez Cano, promotor cultural e integrante del grupo musical maya Tumben K'aay.
Pérez Cano, quien participó en el II Encuentro Internacional de Mayistas que se llevó a cabo en Playa del Carmen, recordó que su incorporación a la música fue de la mano de su padre, el profesor Martiniano Pérez Angulo, quien durante su trayectoria profesional ha compuesto música para niños y jóvenes, y como investigador en la Universidad Intercultural Maya (Uimqroo) ha escrito melodías para dar a conocer la identidad cultural de la zona maya. También es autor de cuentos y poemas.
“La intención es transmitir este sentir de nuestros orígenes y también lo que estamos viviendo en la actualidad, desde paisajes descritos de las comunidades, la vida de los niños, las mestizas, los campesinos que van a la milpa… todas esas cotidianidades que vivimos en nuestros pueblos indígenas”, narró.
Tumben K'aay es un grupo familiar que inició con tres integrantes y se ha ido expandiendo, teniendo su base en José María Morelos. Su sonido ha sido objeto de estudio para antropólogos que han llegado a su comunidad a platicar con ellos; éste está basado en tunkul y el zacatán, además del silbato de viento, la flauta de carrizo y los caracoles.
“Ningún arqueólogo nos ha podido decir si en las estelas están escritas las notas para tocar un zacatán, no existe, el tunkul tampoco, no está registrada en la escritura la forma de tocarlos, nos preguntan cómo se hace y la respuesta es que tú tienes que identificarte con tu cultura, con la naturaleza que te rodea y sus sonidos. Si bien somos mestizos en nuestro interior aún persiste ese ADN maya que nos impulsa a escribir, a pensar y sentir como nuestros abuelos originarios”, manifestó.
Los instrumentos que tocan los elaboran ellos mismos y acuden por invitación a festivales en diferentes lugares. El zacatán es un tambor maya hecho de piel de venado, bejucos y un tronco hueco en su interior que simula una figura amorfa de donde sale una garra. El sonido del tambor simula el latir del corazón.
Por su parte, el tunkul es un tronco hueco con dos lengüetas; se toca con dos baquetas, una es más corta que la otra para hacer un sonido agudo y uno grave y combinar melodías para acompañar al zacatán, que es el instrumento rector.
Todos sus instrumentos están hechos con material de la región en un afán de integrar la naturaleza a su arte.
El entrevistado comenta que su atuendo también tiene simbología: “los colores representan la diversidad de etnias, el sombrero es parte de la vestimenta del chiclero, al igual que el pantalón, cada parte de nuestra identidad ya sea del mundo prehispánico como de la actualidad está plasmado allí”.
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