Cien mil tapitas y la creatividad del artista plástico Oscar Olivares transformaron la imagen de una escuela de Tulum. La idea del espacio es que sea una conversación con el medio ambiente, con el planeta, y un mensaje sobre la importancia de reciclar.
Entrevistado vía telefónica desde su natal Caracas, el artista explica que llegó a Tulum a finales de febrero pasado a invitación del proyecto Mom I'm Fine, que quería hacer una escuela cubierta de plástico.
Oscar Olivares se dedica al arte desde los 14 años. Ha expuesto en Estados Unidos, Asia y Europa. En 2019 lo invitaron a hacer el primer mural con tapitas de Venezuela, que fue de 45 metros de largo y más de 200 mil tapitas; “tuvo un impacto tremendo a nivel mundial. Gracias a esto es que Mom I'm Fine conoce mi obra y me invita a ir a Tulum”, donde pasó dos meses.
El lugar elegido fue una pequeña escuelita operada por la fundación Los Amigos de la Esquina, que ofrece a niños locales talleres de manualidades, yoga y deportes. El primer paso fue seleccionar las tapitas (que fueron donadas por el banco de tapitas de la Ciudad de México) por colores e ir visualizando el diseño, lo que le llevó un mes.
Posteriormente durante otro mes y con el apoyo de un albañil local, Alfredo Jiménez, a quien agradeció su colaboración, se dio a la tarea de pegarlas para formar los diseños que había creado, entre los que destacan un tucán, el rostro de una niña maya, una mariposa y un colibrí. Desde las paredes pasando por las columnas, lavamanos e incluso una parte del suelo, todo fue tapizado con tapitas de plástico en su color natural.
“Desde antes de llegar ya tenía planeado un diseño porque me habían enviado fotos, pero cuando llego a Tulum y veo el espacio, empiezo a convivir con los niños y las personas que imparten los talleres esto fue evolucionando, incluso por el color de tapas que teníamos disponibles”, externa. Menciona que hay lugares, como las columnas, donde las plantas del lugar se mezclan con las tapitas, “no sabes donde termina una y empieza la otra”.
La escuelita está ubicada en el centro de Tulum, en la calle 2 Poniente entre Omega Norte y Júpiter Norte. El espacio intervenido consistió en 40 metros cuadrados de muros, 4 metros cuadrados de piso y las columnas. “Dentro de las aulas no hay tapas para evitar que esto desconcentre a los niños”, destaca el entrevistado.
Sobre su experiencia en Tulum, indica que le permitió tener un contacto cercano con la naturaleza, “además compartí con gente maravillosa, ver que hay gente de todas partes del mundo y todos con una conexión espiritual muy bonita y con ganas de hacer cosas buenas por el prójimo, fue un espacio que me permitió estar más en contacto conmigo mismo y llevar mi arte a un nivel de complejidad más elevado”.
Actualmente trabaja en su país en el que pretende sea el mural con tapitas más grande del mundo, donde utilizará 300 mil piezas.
Edición: Laura Espejo
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