Cuando termino un libro, inmediatamente escribo otro: Xavier Velasco

Texto y foto: Katia Rejón
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Domingo 18 de marzo, 2018

Katia Rejón

El escritor mexicano Xavier Velasco llegó sin compañía a la Feria Internacional de la Lectura Yucatán 2018 para presentar su más reciente libro, un epistolario titulado [i]Entrega insensata. Cartas a la deriva[/i] (Oceano, 2018). Lo presenta solo porque no se termina de creer los elogios que un amigo o conocido podría hacer sobre su libro. “Me gusta estar en el escenario, es un poco como escribir pero sin tiempo para corregir”, explica.

[i]Entrega insensata[/i] se divide en cinco secciones que son cinco tipos de carta: [i]Fan mail, Esas malas amistades, Sugerencias y quejas, Del oficio[/i] y [i]Buzón del corazón[/i]. Son 25 cartas en total escritas a sus perros, a sus “amigos” de Facebook, políticos, o cantantes.

Abre una lata de Coca Cola, cruza la pierna y sonríe. Para el escritor de la famosa novela [i]El diablo guardián[/i] (Premio Alfaguara 2003), un día perfecto es levantarse a buena hora, sacar a pasear a sus perros, escribir dos o tres páginas y salir con su esposa.

[b]¿Por qué hacer un libro de un género tan olvidado como la carta?[/b]
La gente ya no puede tomarse tres horas para pensar en una sola cosa o en una sola persona. Estamos constantemente acosados por el teléfono. Hay mucho flujo de información y eso nos lleva a la carencia de la reflexión sobre nuestros propios sentimientos o personas que conocemos. Siempre me han gustado las cartas y muchas de mis novelas las tienen.

En las cartas terminas haciendo apuestas. Escribes de más, cosas que no planeabas decir, salen. Por eso, por el predominio del e-mail y los mensajes cortos, es más que nunca necesaria una carta.

[b]¿Quiénes son los destinatarios?[/b]
Son símbolos. Empieza con José José, porque soy parte de una generación rockanrolera que veía a José José con desdén, pero muchos lo cantábamos a gritos; a Serena Williams, Isela Vega, Irma Serrano. Cartas que fueron escritas por impulso y abiertas. Cartas a mis perros, y también una a mi mamá que le escribí dos días después de su fallecimiento. No me sacó lágrimas, me sacó berridos. Y publicarlo supone otra fuerza, pero de eso se trata. Para eso se escribe.


[b]¿Las personas entonces son pretexto para hablar de otros temas?[/b]
A veces sí, a veces no. Existe ese impulso que te hace sentir que la carta es urgente. Son cartas que al estar abiertas están más destinadas a los intrusos que a los destinatarios. No estoy hablando con Serena Williams, sino con el lector y es una forma oblicua de llegar a lo que uno quiere decir. No siempre es un pretexto, la carta en sí misma es un pretexto.


[b]Pero supongo que en ellas también toca a la realidad[/b]
Claro, la de Serena Williams tiene que ver con la igualdad. La de José José con la desnudez de los sentimientos. La de Isela Vega tiene que ver con la educación sentimental en la adolescencia y cómo las mujeres que quedan maldecidas por la promiscuidad, pueden ser un ícono. Hay una a Mu’ammar Ghadafi, por ejemplo. Ya es póstuma, y es para hablar de tiranía.


[b]También escribe sobre temas muy nuevos, como Facebook, me parece…[/b]
Sí. No tengo Facebook, tengo una cuentita que uso para buscar información que sólo esté ahí. Facebook me parece notable porque esta cosa de ‘tengo 100 mil amigos’ es trivial. Uno publica sus fotos y siempre hay un ánimo pueblerino de halagar, Facebook me parece el reino de la hipocresía. Tenía que decir un par de cosas al respecto. Uno es como un fotógrafo, anda viendo cosas pero sólo aprieta cuando no ha visto algo antes.


[b]¿Espera que alguno de los destinatarios lea la carta dirigida a él o ella?[/b]
Me tiene sin cuidado. Son abiertas. Me da igual. Me interesa el contacto con el lector. Cuando yo termino un libro, inmediatamente me pongo a escribir otro. Me pone muy nervioso pensar cómo le fue a ese libro, prefiero pensar en el siguiente.


[b]¿Y cuál será su siguiente libro?[/b]
Es una novela pero no hablo mucho de eso porque se echa a perder. Es como con los pajaritos, si ves el nido, la madre ya no les da de comer. Prefiero guardarlo como una fechoría.