Paul Antoine Matos
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 12 de marzo, 2018

Por muchos años don Isidro Ávila fue el único fotógrafo del Diario de Yucatán. Su lente captó las imágenes históricas del estado, desde visitas papales, de reyes y emperadores hasta los porros del PRI durante los gobiernos de oposición en Mérida.

Antes de entrar al periódico laboraba como freelancer, cuando ni siquiera existía ese término, para un par de fotoreporteros de Yucatán y en eventos sociales.

Nació en el 15 de mayo de 1929, apenas tres años después de que don Carlos R. Menéndez fundara el Diario de Yucatán, el 31 de mayo de 1926, donde desarrolló su vida profesional pero también la personal ya que, apenas un mes después de casarse, ingresó al periódico, en otoño de 1955. Una boda doble, con su trabajo y su esposa.

Su casa, en el barrio de Santiago, tiene un museo dedicado a su oficio. Medio centenar de cámaras adornan una vitrina; las hay antiguas, cuando se usaban placas, hasta las modernas digitales que no requieren del revelado y pueden borrar los errores cometidos. Entre los aparatos se intercalan los diplomas que recibió durante 58 años en el Diario de Yucatán, y posteriores, así como los títulos universitarios de sus hijos, las fotos de sus nietos y bisnietos.

La sala y el cuarto del pequeño museo se llenan del aire caliente de la nostalgia. Las historias se pegan, una tras de otra, cuando salen de su boca. Viaja por su infancia y su juventud. Cuando era niño su padre puso una tienda fotográfica con un amigo, se llamaba Hollywood Estudio, luego Bermúdez & Ávila y finalmente Fotografía Ávila, en 1939.

Durante su infancia apoyaba en el lavado de las imágenes, después del revelado. También se dedicó a colorear las fotos de estudio, al igual que su padre; Isidro las hacía con acuarela y tardaba un día por foto, mientras que las de su papá eran con óleo y lograba hacer varias.

Conoció a Pedro Guerra hijo, heredero de la emblemática Fototeca Guerra que capturó la vida social, política y henequenera del Yucatán de finales del siglo XIX y la primera mitad del XX. Uno de los consejos que recibió fue que el viraje de las fotos, para colorearlas, debía ser sepia, no en blanco y negro. A partir de ahí, Isidro Ávila experimentó con la cámara, la creación de placas y de “fantasmas” con zapatos, truco sacado de la revista Kodak, así como montajes de él mismo encendiendo cigarros.

Por unos cinco años tuvo entrenamiento militar como cadete, una etapa que le permitió salvarse durante sus décadas como fotoreportero.

Con esos consejos y la experiencia adquirida en la empresa paterna, Isidro realizaba trabajos fotográficos en la Liga Peninsular de Béisbol. A tres metros de las jugadas tenía que colocarse para captar una buena imagen de los competidores durante la acción. Apoyaba a los dos fotógrafos de los periódicos participando en eventos sociales y deportivos, hasta que descubrieron que él era el que trabajaba.

Experimentó con las fotografías panorámicas. En una ocasión, druante la coronación de la Reina de Izamal, tomó dos, una para él y la segunda para uno de los fotógrafos pero, para diferenciarla, las capturó desde distinto ángulo.

Al Diario de Yucatán ingresó recién casado, bajo las órdenes del mismísimo fundador, don Carlos R. Menéndez. “No sabía qué era ser fotógrafo de prensa”, dice durante la entrevista, apenas había realizado algunos trabajos menores.

“Desde que entré al Diario, no sé por qué, les caí bien. Don Carlos me aconsejaba de cómo tratar a la gente”, reconoce. Además de ser fotógrafo, también se dedicó a la fotomecánica, al fotograbado y la radiofoto.

Una de sus fotografías más memorables es la de un antiguo secretario de Hacienda federal en reunión con un ex gobernador de Yucatán. Se situó a un costado, con la cámara pegada a su cadera. Calculó la distancia. Disparó.

La imagen resultante fue la del secretario de Hacienda mientras dibujaba un burro. El pie de foto rezaba que el funcionario federal caricaturizaba al orador en turno. El gobernador era quien tenía la palabra en aquel momento y salía en el fondo, con los brazos extendidos.

[b]Los porros[/b]

Durante el gobierno del panista Víctor Correa Rachó en Mérida, primer alcalde de oposición en la historia de la ciudad frente al PRI, la capital de Yucatán era asediada por el desinterés de la autoridad estatal en mantener la seguridad. Fue cuando don Isidro Ávila se sintió en peligro de muerte.

Robos y saqueos a comercios, camiones incendiados, ocurrían a diario en Mérida, permitido por el gobierno del PRI. El Diario de Yucatán fotografiaba lo que ocurría. “No dejé un día sin foto al Diario”, dice.

En varias ocasiones tuvo que socorrerse en casa de vecinos de la zona mientras era perseguido por los porros que realizaban los desmanes, tras ser descubierto intentando fotografiarles en el acto. Una vez fue ayudado por una anciana y una niña de 14 años, pero la puerta de la casa fue rota y la joven se desmayó; mientras era llevada a la farmacia por los porros, Isidro aprovechó para escapar. A veces huía por los techos, pero siempre era recibido por la gente que le reconocía.

Junto a la foto del avión estrellado en el que murió Pedro Infante, destaca una en la que captura un funeral con cuatro cuerpos en el interior de la Catedral de Mérida. Para tomarla, don Isidro subió hasta lo alto de la cúpula interna de la iglesia. “Siempre me persiguió la suerte”, dice.


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