La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Miércoles 17 de enero, 2018

En los últimos siete años, la principal causa de muerte de mamíferos marinos varados en las costas yucatecas ha sido la interacción humana, de acuerdo con datos recabados por el Programa de Investigación y Conservación de Mamíferos Marinos de Yucatán (PICMMY) de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady).

“La mayoría muere incidentalmente porque caen atorados en redes de pesca y, como son mamíferos, no pueden salir a respirar y eventualmente se ahogan”, describió Raúl Díaz Gamboa, director del programa y profesor investigador del Departamento de Biología Marina en el campus de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Uady.

Los pescadores suelen dejar redes y diversas artes de pesca en áreas donde habitan delfines, los que al pasar pueden sentirse atraídos por las presas. “Si hay peces ahí, el delfín se los puede comer y no sabe que hay una red, queda atorado, hace esfuerzo por liberarse, se atora más y sea ahoga”, apuntó el investigador en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.

[i]Tursiops truncatus[/i], el delfín más popular de las costas yucatecas —donde es conocido comúnmente como bufeo—, es la especie con mayor número de varamientos en la región. También se han encontrado cachalotes pigmeos (Kogia breviceps), delfines de dientes rugosos (Steno bredanensis), delfines manchados (Stenella attenuata) y, por primera vez en 2016, una ballena de aleta (Balaenoptera physalus).

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El número de varamientos de mamíferos marinos en Yucatán varía cada año. En 2013 se presentaron alrededor de 10; en 2015 únicamente hubo uno; en 2016 se presentaron más de veinte; y en 2017, alrededor de 15.

Debido al incremento de la cifra, la Red Estatal de Atención a Varamientos de Mamíferos Marinos en las costas de Yucatán de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), fue instaurada en 2016 y desde entonces ha contribuido a aumentar el número de mamíferos marinos atendidos.

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Participan la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente del Gobierno del Estado de Yucatán (Seduma), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la Semarnat, la Secretaría de Marina, los ayuntamientos municipales de la costa de Yucatán y la Universidad Autónoma de Yucatán, encargada de coordinar los aspectos técnico-científicos.

El investigador coordina también el Programa de Investigación y Conservación de Mamíferos Marinos de Yucatán de la Uady, creado para estudiantes de la licenciatura en biología marina interesados en el estudio de mamíferos marinos de Yucatán. Como parte de sus labores, los participantes se dedican al estudio de animales varados en conjunto con la red estatal.

[b]La ballena de aleta en costas de Yucatán[/b]

En febrero de 2016, una ballena de aleta apareció sin vida en las costas de Progreso, al principio las autoridades municipales creyeron que se trataba de un [i]ballenato[/i], como se llama comúnmente a una ballena pequeña en la región.

De acuerdo con Díaz Gamboa, cuando el ejemplar se encuentra vivo, el Protocolo de Atención para Varamiento de Mamíferos Marinos emitido por la Semarnat indica rehabilitarlo o regresarlo al mar, mientras que cuando está muerto indica llevarlo hacia la costa para proseguir con su examinación: Por lo que anterior, las autoridades después de encontrarlo, con la ayuda de varias lanchas, arrastraron dificultosamente el cuerpo del animal a lo largo de siete kilómetros.

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Al saber sobre el hallazgo el investigador pidió una fotografía, sin imaginarse que se encontraría con la imagen de un [i]Balaenoptera physalus[/i] en estadio juvenil, con una longitud aproximada de 15 metros. “Este caso fue muy particular porque, para empezar, fue el primer registro de esta especie varada en costas yucatecas”, relató.

[b]Arrastre hacia la costa[/b]

“Mover un animal de ese tamaño era muy difícil, todas las sogas se rompían por el peso, lo ideal era asegurar al ejemplar para que no se lo llevara la marea, no se descompusiera en la costa y no causara un impacto de contaminación a la población”, relató el investigador.

Para subir el ejemplar de 40 toneladas a la costa, fue necesario emplear maquinaria pesada y rodillos especiales, en conjunto con la Secretaría de Marina, el Ayuntamiento de Progreso, la Semarnat y la Profepa.

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Después de toda una tarde de maniobras complejas, el animal quedó depositado a 100 metros de la línea de costa, listo para ser examinado interior y exteriormente al día siguiente.

La necropsia se practicó al día siguiente. Los investigadores observaron el estado de los órganos internos y colectaron muestras de material. Mientras que esta labor puede realizarse en un delfín en un tiempo aproximado de dos horas, con el uso de pocos cuchillos de 40 a 50 centímetros de largo, el cuerpo de la ballena de aleta exigió casi ocho horas de trabajo y más de 20 cuchillos para su estudio.

“Hacer esto fue titánico porque no estábamos capacitados para una magnitud como esa. Lo habíamos hecho con delfines y ballenas pequeñas, pero con una ballena tan grande nos llevó mucho más tiempo”, describió el investigador.

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Como parte de la examinación se buscaron indicios de interacción humana, ya que durante 2016 se corrían rumores sobre posibles exploraciones petroleras cercanas a la costa de Yucatán.

“Esto se evaluó en un inicio y no hubo indicios. La evidencia que tenemos nosotros externa e internamente al hacer la necropsia es que era un organismo joven, enfermo, que no había comido en mucho tiempo y tenía varias ulceraciones. Generalmente un organismo enfermo deja de comer y, si no se recupera, eventualmente se muere. A esto se atribuye la causa de la muerte”, señaló.

A pesar de que se trataba de un organismo joven, tenía algunos tumores que indicaron la presencia de una enfermedad de largo plazo. “El estudio sugiere que la causa más probable de muerte es la enfermedad”, apuntó el investigador.

Al terminar, los miembros de la Red Estatal de Varamientos se encargaron de cavar una fosa de gran tamaño, de tal forma que los restos del ejemplar pudieran rescatarse después de un tiempo considerable, pero a una profundidad suficiente para que no existiera riesgo de contaminación para la población humana durante la descomposición del cadáver.

Después de aproximadamente 10 meses, los investigadores de la red realizaron una prospección para ver el estado de descomposición del organismo. “Un año después recuperamos los huesos de la ballena y la tenemos aquí resguardada. Se ha preparado y limpiado, aún hay que restaurarla, pero la iniciativa es que el esqueleto completo se exhiba en Progreso este año”, finalizó.


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