Katia Rejón
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Miércoles 3 de enero, 2018

[i]A Miguel Ángel, Ignacio y Manuel Rejón[/i]

Antes de que yo supiera incluso quién había sido Felipe Carrillo Puerto, mi abuelo, Miguel Ángel Rejón Gómez, me contaba como una leyenda familiar que su abuelo había sido amigo del líder socialista y lo había escondido en su casa de Tizimín horas antes de su asesinato, el 3 de enero de 1923.

Como única prueba de pertenecer a una estirpe de rebeldes, tenía un recorte de periódico amarillento donde aparecía José María Rejón Mena vestido elegantemente con sombrero y las manos cruzadas al frente, del que mi abuelo parecía una copia genética. Delgado, siempre sin camisa, con unos ojos pequeños y entrecerrados, iguales a los de la fotografía, estaba ese sastre cosiendo en la puerta de su casa en la 42 sur. Casi se podía decir que había viajado en el tiempo.

Fue en sus últimos días cuando mi abuelo se interesó más por esa parte velada de la historia familiar que conocía sólo a trazos. Quizá en un intento por aferrarse a la historia, la única cosa que sigue viva después de nosotros, me pidió que investigara más acerca de este personaje del que recordaba algunos datos. Sabía que José María Rejón, perteneció al Partido Socialista del Sureste, fue presidente municipal y que estuvo al frente de la carretera México-Progreso.

Mucho tiempo después, encontré en la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Uady una tesis titulada “José María Rejón Mena, un socialista tizimileño” del historiador Jesús López Bracamonte. Allí se explica que [i]Don Chema[/i], como le conocían sus amigos, fue uno de los hombres más importantes en el socialismo yucateco y líder del movimiento en Tizimín. La tesis era del 2012, el mismo año en que falleció mi abuelo.

En esta investigación constaba que Rejón Mena se casó dos veces. La primera con Estela Conde Alcalá con quien tuvo tres hijos José María, Francisco y Elena Rejón Conde. Después se casó con Laura Peniche Osorio con quien estuvo hasta su muerte. Sin embargo, el nombre del padre de mi abuelo, Gaspar Rejón Mex no figuraba entre sus hijos que según decía la tesis “fueron los únicos que tuvo a lo largo de su vida”.

La explicación que da mi familia de esta omisión es que la madre de Gaspar Rejón era una mujer con quien no se había casado y que trabajaba para él. Otros dicen que quizá era pariente de Francisco o de José María Rejón Conde, pero la mayoría no recuerda ningún dato que vincule a mi abuelo con José María. Salvo el apellido, la palabra de mi abuelo y el parecido físico entre los dos, no hay nada que indique nuestro parentesco con él.

“Sus descendientes y los documentos que dejó indican que tuvo una personalidad fuerte y dura, pero también fue coherente en los principios que defendió. Era reservado, seco y altanero.Era coherente con sus ideales. No mandaba a sus familiares a escuelas privadas y católicas”, se lee en la tesis.

El testimonio del doctor Juan Rivero Gutiérrez que aparece varias veces en el documento dice que estaba “siempre trajeado a la europea y su terno de lino blanco o crudo muy bien planchado, sombrero de fieltro de ala ancha como lo usaron los socialistas de los años veinte y la copa dividida en cuatro golpes. Usaba unos bigotes que se retorcía, era de color blanco, cuerpo pequeño y enjunto en su manera de hablar, altisonante, muy plantado, de aspecto imponente”.

Fue zapatero de oficio y maestro de música. Formó la primera Banda Musical de Tizimín que se convirtió con el transcurrir de los años en una de las mejores bandas del estado. Consideraba que la música era “una necesidad para alejar a la juventud y pueblo en general de los centros viciosos, pues aquí no existen cines ni centro alguno de recreos, siendo la única diversión que tiene el pueblo las serenatas que se verifican dos veces por semana”.

José María Rejón Mena fue corresponsal de [i]La Revista de Mérida[/i] en Tizimín y en algún momento fue acusado de difamación por escribir sobre el levantamiento armado en Veracruz, encabezado por Félix Díaz contra Madero. Por esto, lo encarcelaron en diciembre de 1912, y fue ahí donde conoció a Felipe Carrillo Puerto. El líder socialista obrero había sido encarcelado por matar a Néstor Arjonilla en agosto de 1911 supuestamente en defensa propia, pues Arjonilla había sido contratado para matarlo en tiempos electorales.

Felipe Carrillo Puerto acudió a su casa para convencer a José María personalmente de entrar al Partido Socialista del Sureste. En 1917, a partir de la fundación de la Liga de Resistencia de Tizimín encabezada por José María, comenzaron sus mejores años en la política. Se trataba de una combinación de sindicato, club político, centro educacional y cooperativa que propuso Carrillo Puerto cuando llegó a la presidencia del partido.

La construcción de un salón-teatro para las actividades políticas y culturales de la liga fue el legado más importante y perdurable de José María Rejón en la Liga de Resistencia de Tizimín. A pesar de que él mismo consideraba como su legado más valioso la construcción del reloj público del palacio municipal por el que decía el doctor Juan Rivero “siempre se paraba de cierta manera para que las personas que estuviesen platicando con él, contemplaran la torre del reloj”.

Se benefició políticamente por su amistad con Carrillo Puerto y obtuvo varias concesiones para el municipio. Una de ellas fue La Feria de los Tres Reyes Magos, la única que en ese tiempo publicaba sus recortes de caja minuciosamente en el periódico debido a que un año antes Sebastián Alcalá Pérez lo había acusado de malos manejos y de ser “un empresario de fiestas”.

[b]La muerte de Felipe Carrillo Puerto[/b]

Felipe Carrillo Puerto llegó a Tizimín el 12 de diciembre de 1923 en la noche. Su frase recurrente era “nos están pisando los talones”, se sentía deprimido y traicionado, decía que en cualquier momento iban a llegar por él.

José María Rejón Mena organizó un contingente armado, consiguió los mejores caballos y cuando manifestó la intención de ir con ellos, Felipe Carrillo Puerto se lo impidió. En febrero de 1960 José María Rejón Mena escribió la carta “Al margen de los homenajes rendidos al mártir del proletariado nacional Felipe Carrillo Puerto, a quien debe su vida el suscrito”, que redactó unos meses antes de fallecer y explica lo que sucedió el día de su muerte: “Cuando llegó aquellos caballos estaban listos, más el mío, pues yo le dije que ya estaba listo para seguirlo hasta donde la suerte lo designara. En seguida me contestó lo que pretendes es imposible porque tienes que quedarte aquí a recibir órdenes en mi retorno a este mismo lugar”.

[b]Sus últimos días en la política[/b]

Entre otras cosas, Rejón fue uno de los accionistas de la primera planta eléctrica de Tizimín y en 1927 cuando ya vivía en Mérida fue nombrado presidente de la junta constructora de la carretera Mérida-Progreso. Su último papel político fue en la XXVIII legislatura, recordada por ser la primera en donde participaron mujeres como Elvia Carrillo, Raquel Dzib y Beatriz Peniche. Aunque los diputados, Rejón Mena entre ellos, decidieron ignorarlas y no tomar en cuenta sus intervenciones en los libros oficiales del congreso.

Después de eso se retiró a la vida privada con su esposa y su nieta Estela María Osorio Rejón en el barrio de Santiago. Hay documentos que proponen que sus últimos años fueron de amargura. Su nieta que vivió mucho tiempo con él escribió un cuento titulado “El chicotito mágico” en el cual relata una de sus experiencias con él:

“Don Felipe estaba detrás de todo en casa de mi abuelo y su imagen (...) me llegaba a través del anecdotario, desengañado, ya escéptico y en todo caso didáctico, de mi abuelo. El chicotito mágico era físicamente, un chicotito cualquiera comprado en el mercado de Santiago. Pero un día habló. Y volviéndome a mi abuelo exclamé encantada: ¿Lo oíste abuelito? Se rió como muy pocas veces lo hacía desde que el fracaso del socialismo en Yucatán le había arrancado de cuajo todas las ilusiones”.

López Bracamonte, el autor de la tesis sobre José María Rejón explica que muy poca gente conoce en la actualidad a este personaje a pesar de que aún se conservan muchas de sus obras públicas. “El paso del tiempo sólo ha hecho que el nombre de José María Rejón desaparezca de la memoria colectiva de la población”.

De los detalles que contó mi abuelo todos resultaron ciertos, comprobables y exactos, menos aquel que vincula a su propia familia con la historia que sabía de memoria. Aunque traté de buscar en la memoria colectiva de todo un álbum familiar cualquier rastro que afirmara su recuerdo, José María Rejón Mena también había desaparecido de ella.


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